Me han robado el alma...

Estimado Raúl:

Hola ¿Cómo estás? Espero que bien. En lo que a mí concierne me encuentro terriblemente mal por lo que me aconteció hace unas horas: me robaron.

Así es, Raulito, me robaron. Me robaron mi mochila en la cual llevaba mi laptop, mi cuaderno de notas, mi block, mis lentes, mi tarea, mi cuaderno rojo, la última carta que te estaba escribiendo y mi ser.

Se han llevado mi alegría, el brillo de mis ojos, la esperanza de un corazón que estaba volviendo a latir, mi adolescencia plasmada en aquel cuaderno de paginas libres, mi sonrisa ingenua, mi fe en que mañana todo iba a ir mejor, mi amigo.

Cuando me robaron, yo estaba con mi amigo. Aquel chico, estudiante de medicina, de quien te hablé en la anterior carta. No sé que le habrán hecho una vez que me botaron del taxy. No sé siquiera si lo habrás soltado ya. Recuerdo claramente que, cuando me botaron, corrí del taxy con el afán de ver donde lo soltaban. Yo corrí, juro por nuestra amistad que lo intenté, pero mi corazón empezó a latir fuerte y me dolía, mucho. Asimismo, mis piernas empezaron a temblar. Tenía que parar sino me iba a terminar cayendo por el fuerte dolor que sentía en el pecho, y lloré.

Luego de que descansase un rato seguí corriendo, pero ya no podía ver el carro; por eso, me pedí ayuda y le pregunté a cada persona que veía hacia donde se había ido el carro, pero ya nadie me daba información segura. Entonces, un moto-taxista me vio, me preguntó que me pasaba, si era de allí, le conté mi situación y me dijo: Ya fue pe’ compadrito, relájate, quizá y boten a tu amigo por un terral. Me estaba poniendo más nervioso y el me llevo con un policía, mas ellos nada hicieron por ayudarme.

Después, sollozando llamé a mi casa, me contesto mi vieja, quien me ordenó ir a mi casa, en taxy. Pedí un taxy seguro, tuve miedo de entrar, pero lo hice. Cuando llegué me preguntaron qué había pasado, les conté, me gritaron, les dije sobre mi amigo y no me hicieron caso, me dijeron: ¿Y, qué vamos a hacer?

Tengo tanto miedo Raúl, pues no sé cómo le voy a decir a mis padres lo de la laptop, pero, más que eso, me preocupa él. No tengo ninguna noticia sobre cómo está. Te juro q ue daría todo por saber algo sobre él, por saber si se encuentra bien, o si está descansando en su casa, pero no sé nada y la incertidumbre me acecha cada 5 minutos no dejándome en paz.

Ahora, más que nunca, necesito del abrazo de un buen amigo y solo tengo mi almohada, necesito de palabras de consuelo, necesito de alguien a quien desahogarme que no sea de papel. Me despido de ti con la vaga esperanza de saber algo sobre mi amigo mañana, con el corazón hecho un torbellino, y mi cabeza a punto de colapsar.

Te quiero mucho, un muy fuerte abrazo
Max