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viernes, 4 de marzo de 2016

Viaje al Sur

Hoy volví a soñar contigo. Íbamos de viaje al sur escapando de Lima, de mis miedos y de aquel secreto que no me querías contar. Nos quedábamos en la casa de playa de uno de tus amigos. Nuestra habitación era amplia, con las paredes más blancas que las de tu departamento. La vista era formidable. No se veía más que el borde de la playa y aquella isla incrustada en el mar protegiéndonos del sol (y quizá de nuestras sombras).

No teníamos la necesidad de hablar, solo de mirarnos para saber lo que pensaba el otro. No sé por qué, pero había una imagen que se repetía siempre: yo mirando el atardecer desde una silla. El escenario era el mismo, aunque algunas veces aparecías tú en la puerta.

También re repetía el viaje en carro. Parecía infinito. Soñé hasta el playlist que armé para viajar a tu lado, el orden particular de las canciones, tus miradas, la manera de apoyar tu brazo izquierdo, tus intentos por romper aquella barrera conmigo buscando algo en la guantera y mi sonrisa nerviosa. The Ending - Stormy Weather - Green Onions -  Barbara Ann - Boyfriend.

Inevitablemente, volvíamos a Lima junto con la distancia que tanto te esforzabas por marcar. No entendía nada, pero me replicabas que las personas no siempre cumplen las expectativas, que no se puede vivir soñando sin despertar y que siga avanzando. ¿Cómo avanzar si estoy de regreso? No entendía nada. Solo lloraba.

Después de un tiempo, volvía a ti. En medio de una fiesta, de pie, en silencio, buscando la complicidad en tu mirada hasta que tus ojos me encontraban y sonreías.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Mesa para uno

De vez en cuando tengo el mismo sueño. Me encuentro frente a una mesa para dos y lo único que sale de mí es un, buenas tardes, ¿ya tienen lista su orden?

Despierto, pero sigo inconsciente. Digamos que floto en una serie de escenarios y las preguntan empiezan a venir. Rebotan contra mi sonrisa fingida. Una pésima sonrisa, por cierto, porque no sé mentir.

¿Eres feliz? ¿Has estudiado cinco años para esto? ¿No que eras bachiller? ¿Esta todo bien? ¿No has intentado ver en otro lado? ¿Postulaste a la chamba que te pasé la voz? Lo que pasa es que eres muy quisquilloso. Nada te gusta. Ay,  Max... Sonrisa. Silencio. Mirada de búsqueda sin respuesta alguna. Vuelvo enseguida.

Entonces, vuelvo al baño o me apoyo contra la barra y nada, la gran, absoluta y jodida nada. La vida no es como una película, Max. Como Cecilia, intento volver, pero me pierdo. Me desespero, pero no grito, solo paso a la siguiente mesa.

Hace poco la vi. Me pareció divertida, fuera de lo común incluso. No vi más hasta el final. Cecilia ha empacado sus maletas decidida a dejar aquel funesto hogar, aquella mala racha, para marcharse a Hollywood con el actor de sus sueños, y avanza rápido hacia el cine, agitada, perdida. Cuando llega, él no está esperándola como le prometió pues el hijo de puta ha tomado un vuelo de vuelta a California; la película está fuera de cartelera junto con sus planes. No le queda dinero para dejarlo todo, pero sí para una entrada. Ingresa a la sala con cierto temor. La sentencia dictada sobre sus sueños vuelve sobre ella. Top Hat avanza. De pronto, Cheek to Cheek. Fade a negro.

De vez en cuando tengo el mismo sueño. Me encuentro frente a una mesa para dos y lo único que sale de mí es un, buenas tardes, ¿ya tienen lista su orden? Y tengo miedo, porque también las películas no se encuentran tan alejadas de la realidad.



martes, 19 de agosto de 2014

Sangre

He vuelto a creer en los ángeles. La imagen de uno se me apreció entre lineas ayer en la noche. Quizá es un mensaje: seguir con la obra. No quiero que se vaya, pero se tiene que ir. Sangre también volvió. Sangre, Ángel, Entre el cielo y el suelo. 

¿Qué tanto nos ata la sangre? Una vez hice un pacto de sangre con mi hermana. Ella no estaba del todo cuerda por aquel entonces. Su esquizofrenia la poseía, y tenía que sentirse segura. Aquella aguja que pinchó nuestros dedos no dolió; sin embargo, por un instante, pensé que los atravesaría. Moría de pánico. Esa aguja me atravesaba, pero ella no iba a dar su brazo a torcer.  Tenía que saber que estaba allí para ella. No había otra forma. Las personas buscan soluciones poco ortodoxas cuando tienen que protegerse. El punto ya se borró.

Luego, unos años después, Sangre volvió. Solo para joder, apareció en navidad. Me obsequiaron una agenda horrible; me sentí insultado. Mi protesta fue no bajar a desayunar al día siguiente, por lo que recibí una serie de gritos de mi padre que me hizo odiarlo un poco. Ese día me aborté un poco. Ya lo había hecho antes. Sangre apareció, y El Río y El Otoño. Un metal frío. No, sobre mi cuerpo no.

Tuve malos sueños. En uno de ellos, estaba vestido de blanco en medio del desierto cuando una araña grotescamente peluda aparecía en dirección hacia mi. Súbitamente, una serpiente salía de las rocas y se enfrentaban hasta armar un charco de sangre frente a mis pies. Yo lo miraba inquieto, pero un viejo me advertía que no la tomase, ni que me acerque a ella, pues era sangre envenenada. Entonces, despertaba. Desarrollé una obsesión con mis sueños; ellos nos hablan. Todos se confundían. Aún se confunden,  pero ahora son más claros.

Debo terminar el poemario. Las torturas, comos las cárceles, se perfeccionan. No me gusta cómo suena 'torturas'; parece que dijera 'tortugas'. Las ventanas. Casi me olvido de ellas. He desarrollado un extraño fetiche por grabar ventanas.  

viernes, 10 de febrero de 2012

Lo que más anhelo

Llevo 5 días soñando con él. Siempre son los mismos objetos y personajes dentro de la misma situación. Siempre está él, mi alumno, yo, mi departamento, muchas cartas y acuarelas. Me pregunto por qué habré fantaseado repetivamente con él. Quizá lo extraño; tal vez, no puedo imaginarme con otro chico, porque aún me sigue atrayendo; peor aun, pueda ser que mi inconsciente me está diciendo a gritos cuál es mi mayor deseo reprimido. Me aterra saber que así sea. ¿Quién más podría ser el anti-amor?

Pero, sus besos son muy reales. He jugado con mi lengua alrededor de sus labios innumerables veces, y hasta alucinado con su cuerpo desnudo. Es una imagen hermosa: un chico jóven, fresco, de piel suave y bronceada, con una pícara sonrisa invitándome a probar un poco de él. He oído su voz en mi sueño. Su voz es real, tanto que anteayer casi le llamo y le digo: Hola, precioso, ¿qué tal? Estaba próximo a hacerlo, pero algo me detuvo, algo me freno, la posibilidad de que todo esto sea un engaño me jodió la vida de nuevo, y no marqué su número.

Continúo dando vueltas en mi cabeza preguntándome: ¿Por qué él?, ¿qué diferencia a él de los demás?, ¿por qué he asumido esa diferencia como algo interesante y atractivo para mí?, ¿esa diferencia es real o no?, ¿cómo saberlo? Cada interrogante me conlleva a otras preguntas.

***

He hecho una pausa mientras escribía y parece que tengo una respuesta convincente a todo este asunto de las preguntas. La razón por la cual las sigo formulando es que no quiero desprenderme del asunto. Quiero sentirme de alguna manera atado a eso que me abruma, agrada, asquea, encanta porque, acaso, ese sí sea mi mas grande deseo. Lamentablemente, yo sí creo en ellos como fuerzas motoras. Me asusto un poco más de mí. ¿Me estaré volviendo más sensible con todo lo que me ha ocurrido estos días?  No me parece fuera de lo normal que así sea.

No estoy seguro de si asumir tal hecho me haga libre. Ya soy consciente de aquello, pero, ¿eso me ayudará a permanecer en calma? Supongo que debo aprender a convivir con mis sueños. Felizmente, él es mi amante irreal. Ningún otro chico podría serlo por ahora. Estoy un poco cansado, y mi cama yace quieta, poderosa, desafiante a mis deseos desde una esquina invitándome a entrar. Le sonrío. No me dice nada. Ya voy, preciosa, debo terminar de escribir. Ella siempre espera.

Posiblemente, le escriba una carta en un par de días contándole lo que me ha pasado. Mientras tanto, solo quiero soñar.


lunes, 23 de enero de 2012

El amante de mis deseos

Todos tenemos un amor platónico. En mi caso, es un amigo, que es guionista. Él es simpático; casi no consume alcohol; vive solo; disfruta de las buenas películas y de comportarse mal con chicos hermosos. También, tiene un poder de atracción increíble. No sé cómo describirlo bien, pero podría aventurarme a decir que es una mezcla de fuerte sexualidad, carisma e inteligencia, lo que hace de él alguien muy atrayente.

Él me atrapó. La primera vez que lo conocí fuimos al cine, y luego al departamento en el cual vivía. Tuvo la gentileza de compartir conmigo sus revistas de moda, ya que tiene una fijación por los modelos, y de hacer lo mismo con su música. Me pareció un hombre increíble, pero yo a él no. Primero, tenía menos edad que él; el cabello muy desordenado para su gusto, y resultaba muy tranquilo, por no decir aburrido, como para satisfacerlo. 

Por cuestiones que no sé explicar, dejamos de hablar. El encontró el amor en su natal Trujillo y marchó a Cusco con aquel que lo volvía loco en la cama. Estuvo 3 meses viviendo en la ciudad del inca hasta que su pasión por él se desvaneció y regresó a Lima. Nos vimos una vez, pero ya no fui a su departamento, sino a caminar. A él le encanta andar, y hablar de música, y de cine. Yo no sé mucho de lo primero, pero me satisfacía con oírlo.

A mediados del año pasado intenté vagamente que él y otro conocido mio salieran, pero el desinterés del segundo impidió que las cosas avanzaran. Luego, el escritor conoció a un chico. Sí, un muchacho con un año menos que yo a quien usó a su antojo en la cama haciendo que él llorase y gimiese de placer casi sin poder separar uno del otro. Aprovechó de este hombrecito su juventud, ingenuidad y sumisión para hacer visible su fuerza endemoniada y exponer sus deseos sexuales.  Mi literato viajó de nuevo a Trujillo sin más. Lamentablemente, el alma del chico no pudo soportar mucho.

El sexo rudo había penetrado su inocencia, y tenía que frenar para no dañarse más. Mi amigo se dio cuenta que lo amaba, pero era tarde. No había más piel suave, ni gimoteos, ni amor para cuando el pisó Lima nuevamente. Lo visité para conversar; ver Manhattan, y autoflagerlame un poco con el pensamiento, mientras él me  porfiaba su secreto. Yo desarrollé un recelo muy particular por el hombrecito, pero me apiadaba cuando me imaginaba el huracán que debió haber sentido en su interior.

Mi querido dramaturgo se ha portado muy mal desde aquella vez. Ahora quiere viajar. Uno de sus amantes le ha pedido que vaya a Argentina, y él no resiste la oportunidad de tomar un aire en otros espacios. Me ha dicho que volverá, que no me preocupe. Solo espero que el aire sureño le dé un respiro a su corazón, y que eyacule su deseo con buenos hombres.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La otra familia

¡Usando la corbata hecha por mi sobrinito el día del padre!
Ayer vi La Otra Familia y volví a confirmar el hecho de que alguna vez me gustaría ser padre. Sí, me gustaría poder tener un niño a quien darle cariño; comprarle juguetes y cuentos; con quien jugar; y poder educarle, alimentarle, y explorar lo que se siente ser padre. Me gustaría que fuese niño y no niña por una simple razón: no comprendo bien el cerebro femenino, y no me sentiría con tanta seguridad para explicarle bien el desarrollo sexual. Todo esto me gustaría lograrlo cuando se tenga que dar; es decir, en un buen par de años.

No obstante, no estoy seguro sobre si lo criaría acá. Creo que la sociedad no se encuentra preparada del todo para poder aceptar el hecho que un niño de padres homosexuales pueda asistir a un colegio sin que ocurra algún conflicto psico-social. Pero, esa es mi opinión ahora. Esta puede cambiar de acá a unos años, o no. Solo sé que si me dieran a escoger entre criarlo acá o afuera, escogería la segunda opción. No tendría tampoco dos nombres, solo uno. Quizá lo llamaría Imanol. Me gusta ese nombre.

Tampoco creo que mi opción sexual decida la opción que mi hijo seguiría. Es claro que criarse con dos padres gays te brinda otra perspectiva de ver las cosas, pero eso no implica que yo le vaya a indicar que mi manera de ver las cosas es la única y correcta, las demás no. Todo lo contrarió, le reforzaría el hecho de que todos somos diferentes, y que hay que aprender a convivir con esas diferencias sin discriminar (a menos que se tenga un buen juicio argumentativo) a los demás. Le enseñaría que tener dos padres no lo hace menos, ni más masculino que los demás, que una cosa es género y otra distinta la opción sexual.

También le educaría de manera que aprenda modales y pueda ser capaz de buscarle valor a las cosas simples de la vida. Aprendería a pescar para no morirse de hambre, porque yo tampoco voy a vivir para siempre, y él tendría que ser capaz de saber seguir adelante por sí mismo. Aunque, a veces, le engreiría mucho con pasajes a Disney, Cuzco, y a otros lugares, jijiji. Por supuesto, tendría cultura deportiva, y de adolescente sería un cuerazo.

Quiero un hijo, pero no ahora; sin embargo, seguiré intentando hasta que se me realice el milagro.

lunes, 11 de enero de 2010

.pe

Hoy mientras andaba en la rica combi rumbo al gimnasio me acordé de las nuevas políticas de google sobre los blog gays. Quizá mucha gente que no tiene costumbre de leer blogs sabe, pero la verdad es que últimamente pareciera que hay una campaña de google para cerrar los blogs homosexuales. Esto me hizo pensar, ¿qué sucedería si google llega a cerrar mi blog?, ¿cuantas entradas tan valiosas perdería?, ¿qué pasaría con la gente que me sigue?... Estas y otras preguntas empezaron a rondar mi cerebro. Debido a eso, es que creo conveniente dejar de existir como www.palabraslibresymas.blogspot.com y pasar a www.palabraslibresymas.pe .

Así mismo, quiero introducir nuevos cambios que ya llevo pensado desde hace un par de meses en el blog como la presentación de segmentos dentro del blog como "conversando con papita", "para pensar...", entre otros. También me gustaría crear una manera de tener más contacto con mis seguidores, etc. En este momento me encuentro explotando en ideas, pero no quiero entrar en más detalles sino hasta que me encuentre avanzando oficialmente en el proyecto.

Palabras libres y más no va a perder su escencia como blog de un chico de adolescente, medio deprimido, que escribe. Todo lo contrario, va a evolucionar y crecer en una nueva manera que espero les guste a todos.

viernes, 5 de junio de 2009

¡ Pamer !


Hace ya varios días que tenía ganas de sentarme frente a a laptop a escribir, pero no he podido hacerlo por lo cansado que termino al finalizar el día. Y es que, en serio, en Pamer la frase "¡Exigimos más!" sí que la hacen cumplir. Todos los días me dejan un promedio de 50 ejercicios de matemática, que yo tanto "amo" hacerlos, así como una separata de verbal para entregarla completa al día siguiente y, si no cumplo con mi tarea, me espera una gran puteada por parte de mi tutor.

Felizmente, yo siempre cumplo con mi tarea. Asimismo, trato de hacerme un pequeño tiempo para estudiar. Sin embargo,puedo realizar porque el tiempo me queda corto, eso molesta. Sé que algo anda mal. Antes aun con una mayor presión funcionaba igual o mejor, pero esta vez no sé que me pasa que no puedo organizarme bien. Por un lado, no estoy almorzando ni desayunando y solo a veces ceno lo que me genera un cansancio bárbaro, eso está mal. Por otro lado, siento que estudio, pero no de la forma adecuada. Como si eso bastara, estoy retrasado en cuanto sacar duplicado de mi D.N.I, cosa que otras veces lo hubiese hecho hace días.

Yo sé que saldré de esta, solo debo darme un tiempo a mi para ver con mayor claridad el panorama. Mañana iré a caminar por el malecón con un amigo. Eso me relajará. Si hago esto es porque aprovecho el hecho de que la próxima semana son las olimpiadas pamerianas y quién sabe qué cosas puedan pasar allí. Jejejeje.

ps, La foto es real, me encontraba durmiendo en clase de aritmética ( es que la clase es tan aburrida...).

jueves, 19 de febrero de 2009

Mi maldición teconológica


Mi celular tiene una alarma que nos se apaga simplemente con apretar cualquier tecla ¡No! Mi celular me incita al pecado, me tienta, es mi serpiente tecnológica. El sabe que yo soy una presa fácil, que la fuerza en mi al salir la aurora es débil. Mi (maldito) celular "debe levantarme" a las 8:10 a.m. , porque "se supone" para eso esta programado. Cada día, al llegar a la hora acordada, empieza a sonar aquella cancioncilla chillona que yo tanto detesto y es ahí cuando el utiliza todas sus artimañas y me lleva por el camino del mal, me da a escojer una de las desiciones más difíciles del día: Sueñecito o Salir. Pienso, ¿Qué carajo aprieto ahora?

Si escojo Sueñecito se que podré tener 5 minutos más de placer. 5 minutos más en mi paraíso. 5 minutos de gloria eterna. 5 minutos de comodidad, 5 minutos que me puede valer 30 minutos de sueño. Pero, también sé que la felicidad dura poco. Sé que al acabara aquel tiempo el volverá a sonar y aquel demonio volverá a chillar en mis orejas. Sé, también, que aun tendré la oportunidad de escojer 5 minutos más. Sé, también que si escojo de nuevo Sueñecito pasados los 5 minutos me habré convertido en ADICTO ¡Sí, es adictivo! Dormir es delicioso, pero más que eso: Estar recostado en tu cama ¿Quien no siente placer cuando esta echado en su cama acompañado de una brisa fresca del verano? De pronto pienso en la otra alternativa: Salir...

Salir de mi cama es para mi como quitarle un chupón a un bebe lloroso, es como ponerme un caramelo en la boca y arrancarmelo sin piedad, lo sé porque ya le vivido. Salir significa libertad, vivir sin las ataduras suaves y cómodas de la flojera (que te brinda estar echado). Salir es tener un momento de sufrimiento para luego vivir el día plenamente. Salir es más difícil de lo que uno piensa. Salir también tiene una parte oscura. Salir implica estar fuera de tu cama. Pero ¿Qué pasa si no lo hago? Me habré convertido un hipócrita, infiel a mis principios. Me habré convertido en un hedonista ¡Sí, pero seré feliz, aunque sea por un breve momento!

Y, allí estoy yo, con el celular en la mano, en boxer, cubierto con una suave sabana azul de algodón y , como si eso no bastara, con los ojos llorosos por los rayos del sol que dan directamente a mi cama. Pienso, ¿Qué miércoles aprieto ahora?