Era octubre del año 2007. Britney Spears sacaba su quinto álbum luego de una espantosa presentación en los VMA's. Yo empezaba a frecuentar el ambiente. Mis ansias sexuales eran casi proporcionales al tiempo libre que tenía en ese entonces. Frecuentaba a varios amigos cariñosos, y restaurantes. Solo había ido al DT una vez, y no pensaba en volver, sino hasta un buen tiempo. Era un chico nuevo en un mundo nuevo: alguien interesante, pero altamente voluble.
Fue la época en la que para conseguir trago en un bar solo me bastaba con alzar mi mano. Mis borracheras eran en reuniones muy íntimas con algunos amigos de la vida. Solo tomaba vodka, gin y whiskie. Tampoco fumaba, y mi asco por la cerveza era increíble. Por ese entonces, vestía más bonito, caminaba más por Miraflores, y no había situación en la cual no sonriese. No podía dejar de ser coqueto, y a los demás parecía gustarle: bien por mí.
Recuerdo que cada carro era mejor que el anterior. Yo solamente les sonreía. Alguna que otra vez acabé en la cama, pero nada serio. No estaba en mis planes tener alguna relación formal. Tampoco conocía a nadie, y nadie sabía quien era, así que era imposible que surgieran chismes es torno a mí. Todo marchaba bien. Sin embargo, eso cambió con la llegada del verano 2009 y el reencuentro con el chato, que haría que mi vida diese un giro de 180º hacia otra dirección.
Han pasado casi 2 años, y he de admitir que he cambiado bastante. Supongo que eso es crecer. No obstante, últimamente he vuelto a esa necesidad de salir, y simplemente perderme por lima colorida. Es rico, lo sé. Uno se lleva muchas sorpresas con cada salida que hace. Además, será interesante volver a ver algunas caras,y recordar algunos cuantos olores y sabores capitalinos. Recordar es volver a vivir, ¿no?