Hasta hace poco me preguntaba con más fuerza sobre por qué los gays expresamos de manera más gráfica el contenido homosexual, siendo más preciso, el momento del acto sexual en sí. Estaba interrogándome, dando vueltas a mi cabeza, y no podía hallar respuesta. También, tenía curiosidad por investigar sobre Wittgenstein. Me encontraba husmeando en los libros de mi biblioteca para buscar más sobre este último, y me topé con un pequeño y gastado librito que titulaba "Homosexualidad: literatura y política", que es más que nada un recopilatorio de textos que abordan estos temas. Dentro de ellos, me atrapó una entrevista de O'Higgins a Foucault sobre Opción sexual y Actos sexuales.
En esta, el filósofo explica que la homosexualidad explícita respecto al sexo en la literatura se debe a que el cortejo carece de significancia para los escritores homosexuales, y que es el acto, y postacto, lo que atrae más. Pero, ¿por qué? La razón parece simple. Conforme ha avanzado la historia, los comportamientos homosexuales se han visto más restringidos. La exposición de la sexualidad heterosexual comprendida como un guiño de ojo, un beso, un abrazo no es condenada socialmente, lo que hizo que aquellos literatos heterosexuales adoptaran el cortejo como punto de mayor interés. Así, la eroticidad del "subir las escaleras" es ampliamente más desarrollada que la del " despedir al amante para que tome el taxi", como dice Foucault, en el caso de ellos. Caso contrario ocurre con sus pares homosexuales.
"Lo que reviste la máxima importancia en las relaciones homosexuales no es la anticipación del acto, sino su recuerdo." Foucault
Respecto a los fetiches sexuales, el pensador no duda que existe ya, en su época, una facilidad increíble para que dos personas sean capaces de llevar a cabo un encuentro sexual. En este punto, no discrimina bien entre heterosexuales y homosexuales, pues su respuesta a O' Higgins intercambia ambas opciones con naturalidad. Dice él que esta simplicidad para obtener sexo puede llegar a aburrir a muchos gays, con lo que resulta necesario elaborar nuevas prácticas sexuales, como los fetiches, para animar e innovar el acto, de manera tal que luego no exista esa angustia de ¿y ahora qué? luego del sexo, que tan incómoda resulta en esta época.
El texto resulta muy atractivo a nivel general, aunque se debe tener algo de cultura sobre psicología, literatura erótica y homosexual para una mejor comprensión. Algunas respuestas preguntas de O'Higgins parecen expuestas con una mayor naturalidad, aunque peca de ser un poco categórico en algunas. Foucault, por su parte, trata de llevar la conversación de una manera más amena y accesible. Ambos ejemplifican bien lo que quieren decir, aunque, como mencioné antes, se requiere un cierto bagaje cultural para su mejor comprensión.