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martes, 21 de febrero de 2017

Maybe I'm a purse


So, estaba dialogando con un amigo sobre cómo las noticias y las series son una especie de Yin - Yang en nuestras vidas y cómo nos resulta imposible consumir exclusivamente unas dejando las otras de lado para poder sobrevivir al día a día sin cometer suicidio antes que anochezca, cuando me sugirió que escriba al respecto en el blog.

La verdad es que no tengo ganas de hacerlo. Me basta con decir que la fantasía es una droga muy rica y fácil de consumir y sí, todos necesitamos nuestro american dream de vez en cuando para poder 'estar' o seguir.

Como sea, esto me llevó a una iluminación, casi casi un pajazo mental de esos absurdos, pero mágicos. Me di cuenta de que mi situación actual era como la de Rachel en el primer capítulo de Friends. Sí, totalmente. Y no, no era el hecho que no uso bra (?) o que me siento algo más plástico de lo que aparento (?). De hecho, no tiene nada que ver con la cabeza de la huevona, sino la imagen.

Sí, todo era una cuestión de imagen. De hecho, era (o es todavía) un espejo de mi persona. Allí estaba ella (y yo), perdida, extraviada en el medio de Manhattan (Sagitario) con un  vestido de novia abrazando una amiga que no ve hace años y que espera le ayude, porque, ¿porque no?

Era ella. Mejor dicho. Soy ella. Soy ella en ese estúpido vestido blanco, luego de rechazar a un novio perfecto que puede ofrecerme una vida práctica y cómoda con una culo de oportunidades (inserte aquí a amigos bien ubicados en espacios empresariales y a otros agentes x que podrían ayudarme que han intentado diversas formas de desahuevarme sin éxito) con el cabello hecho un desastre (ahora ya no, porque me rape) y sin la más puta idea de cómo generar dinero, pero bonita, medio cojudo, pero atractivo, medio plástica, pero honesto. En la completa nada.

Sí, era yo. Soy yo. Y hoy de puro sádico abrí Netflix y lo confirmé. Esa mujer tonta, perdida, que depende financieramente de sus padres para poder existir, que casi nunca ha trabajado y que divaga de una manera alucinante con programas de televisión soy yo. Pero ella tiene algo que yo no. Y no es solo un buen par de tetas, sino ganas, ganas terribles de salir de esa circunstancia que le aprieta peor que el corsé del vestido de novia. Y yo mientras tanto sigo en la nada. En la completa abulia.

Y ya no sé, porque me cago de miedo de terminar en un puto café atendiendo gente que lee cosas horribles, porque sé que me dará asco servir a alguien está leyendo la columna de Mariategui en Perú21 o cualquier idiotez, porque sé que no tengo tacto ni una cantidad absurda de paciencia con extraños. Y no sé qué hacer, porque, claro, ya sé que no puedo hacer nada práctico para el sistema, pero igual debo cancelar algunas deudas o estaré más en el hoyo y todo termina siendo un caos.

Y eso. ¿Es loco que 'caos' termine en una 'o' no? Como un ciclo. Como un ciclo. Espero este sea uno.

miércoles, 9 de enero de 2013

Gracias

Siempre me ha resultado complicado acabar una historia. Quizá sea por mi egoísmo, o mi necesidad de alucinar, pero siempre las dejo inconclusas, en una especie de limbo fluctuando con otras ideas, hasta el punto en que se mezclan y crean otras historias. Por ello, tal vez, y por cierto afecto especial que le tengo a mis terribles primeros escritos, me cuesta decir que es suficiente.

Tenía la idea rondando en mi mente hace varias semanas, pero recién me decidí hoy cuando me leí.  No siempre reviso lo que escribo, terminaría por volverme esquizofrénico. Los últimos posts simplemente no encajan. Hay algo que los hace distintos, y está bien que así sea, pero este ya no es el espacio que les corresponde. Tampoco creo que vuelva a publicar mis andanzas como lo hacía anteriormente. Mis angustias, mis quejas con la luna, mis absurdos, todo ello, son parte de un capítulo que concluyó meses atrás y del que no me di cuenta hace unos días.

Debo madurar en mi proceso de lograr lo que anhelo, aun cuando esto suponga cierto vacío extraño en mí. Me he encariñado con mi blog, y me cuesta dejarlo, a pesar de que sienta que no debo seguir escribiendo más aquí. Me acongojo, siento, y eso me hace feliz. No pretendo ser comprendido. Nunca lo he hecho, a decir verdad. Por eso, hay cuestiones sin sentido a por doquier algunas veces.

En fin, es hora de madurar en varios sentidos. Dejar el blog es una de esas decisiones que le dan sentido a mi proceso. He crecido mucho junto con  él, y conocido varias cosas. He aprendido a convivir con mi perfeccionismo también. Debo continuar por otro sendero. Chopin me invita a hacerlo. Escucho su ballade n°1 Op.23 mientras tecleo, y una calma intranquila me abruma. Hay algo tan perturbador y hermoso cuando ésta llega al éxtasis... No me agradan las despedidas, aunque su melodía sea un despertar.

Seguiré escribiendo, pero publicaré ( bastante) menos. Posiblemente, lo haga en otro espacio. Quiero aprender técnica y desarrollar estilo. Ha sido un placer saber que he sido leído y maldito. El blog seguirá abierto para quienes deseen sumergirse en él. 

 ¡Hasta cuando llegue el momento!