No me preñes, por favor. Si quieres, en la cara, pero allí no. Ya lo intentaron y terminé esterilizado. A parte, te quema, se apodera de ti y te deja en un estado de sumisión nada agradable.
Ahora, tampoco es que no me guste ponerme en cuatro o en el filo de la cama, pero hay cosas que me pasavueltean. Tiene que ver con tener el control. Las veces que ocurrió, lo perdí. Fueron algunas (varias) veces, pero las recuerdo con bastante claridad.
Todo comienza con esa palpitación jodida, que te arrecha y ese empujón medio desenfrenado que, de alguna manera, te advierte lo que se avecina. Luego, ese toque. No es nada extraordinario, pero sí se siente. Como una erección post-erección (?), una bandera roja.
Después, el éxtasis mezclado con sus ojos en blanco acompañado de un leve ardor a magma y el jadeo. Todo mientras el aliento escapa, tu esfínter ajusta al máximo, las piernas se quiebran y tu sensibilidad se multiplica exponencialmente. Es como enfrentarte tú con tu trasero contra todo un océano de semen que amenaza con ahogarte si no te lo tomas por las buenas. Una experiencia dura, definitivamente no apta para todos.
Finalmente, el limbo, la nada, el ¿y ahora qué?/¿la saco o la mantengo adentro?/¿ya pasó?. Te pierdes sobre tu cuerpo un instante, unos minutos, una hora, y debes volver sobre ti, porque tienes que hacerlo o de nuevo el magma. No sé cómo, pero resucitas. Algunas veces vuelves a nacer, otras te conviertes en Frankenstein. Pero nunca eres igual después, nunca.
Mostrando entradas con la etiqueta Sexo Anal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sexo Anal. Mostrar todas las entradas
sábado, 28 de noviembre de 2015
viernes, 27 de febrero de 2015
Looking for Mr. Perfect
¿Cuántas veces has dejado de salir con Mr. Perfect solo
porque es activo igual que tú?
Tengo un amigo, que suele asumir un rol activo en el sexo,
que hace poco tuvo un fuerte crush con un hombre que conoció en una fiesta.
Este tipo era una maravilla: gracioso, seguro, espontáneo y arrecho, pero tenía
un ligero problema: era activo.
Al comienzo, todo normal, pero mucha mamada y swordcrossing les aburre, ya que llegan a un
punto en el que les da ganas de meterla. Sin embargo, ¿quién se voltea? ESA es
la interrogante.
No solo es ponerse en cuatro, es admitir una verga dentro de
ti. Es ponerse, por un instante, en un estado de sumisión consciente en el cual
eres capaz de aceptar que te hombre te coja con toda la fuerza e intensidad de
su cuerpo. Claro, no todos pueden hacer eso. Es una cuestión mental, le digo.
First, he has to fuck your mind. Una vez que te haya dilatado allá arriba,
puede ir a trabajar the golden zone.
El recorrido nunca es fácil. Sobre todo, porque hay muchos
hombres que asumen su rol sexual como un “estilo de vida”. Ser activo,
entonces, es ser macho algo cavernícola, pero macho, penetrador, masculino,
dominante, str8looking, en contraposición a lo que significa ser pasivo.
Desligarse de una etiqueta no es nada fácil. Es voltear todo
un sistema de valores, creencias y demás. Reconocerse como activo en el plano
sexual siempre me ha parecido más llevadero, pero no pasa lo mismo con ser
pasivo. Nunca hay chistes respecto a
quien penetra, a menos que la tenga chica o sea un precoz. (Menos
falocéntricos, imposible.) Por eso, pasar de un lado a otro no es sencillo.
Creo que se debe trabajar con dos mitos cuando se quiere experimentar
con un pene dentro de ti:
1) Tener una verga dentro de ti =/= Dolor.
2) Dejarse penetrar no te vuelve más
femenino/mujer y por “consecuencia”, débil y denigrante.
La solución, amigo y queridos lectores,
es una sola: dilata tu mente, y ábrete a nuevas experiencias y perspectivas. Tomen
su tiempo para reflexionar sobre qué cosas los define, y qué cosas no; qué
cosas vuelven más flexible, y cuáles no. Todo juego/rol en el sexo es por voluntad.
¿Acaso creen que habría tantos pasivas si no sintieran placer?
Lubriquen su cabeza, y gocen.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)