miércoles, 9 de noviembre de 2016

Ira en Acción


Perder duele, duele y jode en lo profundo de nuestro orgullo como sujetos. Duele porque no creemos que sea lo correcto y jode porque el dolor ata. Sí, la frustración puede llegar a ser una mordaza terrible y poderosa que nos puede volver zombies en un sistema infectado que nos carcome por dentro. La frustración, cuando permanece alojada mucho tiempo debajo de la piel, se transforma en resignación, en miedo, en silencios asesinos, en muerte.

Quizá por eso no me permito bajonearme mucho tiempo, porque sé que el dolor ciega, sé que te puede dirigir a rumbos que no quieres, pero que te permiten vivir cómodamente sujetado. Yo, por el contrario, siempre abrazo la ira.

Abrazo la cólera, porque es mi motor; es mi fuente para indignarme frente a algo que me hincha las pelotas. La abrazo, porque sé canalizarla, porque sé que puedo transformarla en algo que efectivamente me permita una transmutación, un cambio de sentido, una reorientación sobre hacia dónde y cómo estoy dirigiéndome.

Cuando todo se oscurece, intento mover mis emociones y las vuelvo en acción. Vomito todo. Absolutamente todo, aunque termine más debilitado que antes. Y sigo. Me caigo. Y Sigo. Me vuelvo a caer. Y sigo siguiendo. Porque no queda de otra, porque en la lucha no puedes detenerte, sino pararte, aunque herido e infectado, pero pararte.

La rabia no es solo un sentimiento destructivo que debemos callar para no mostrarnos agresivos o para evitar autodestruirnos. Todo lo contrario, la cólera puede llegar a ser aquello que nos impulsa frenéticamente a buscar un cambio frente a una situación que consideramos (y sabemos) es injusta, cruel, inhumana.  Es ese enojo, canalizado en acción, lo que nos da voz frente al silencio asesino de quienes quieren censurarnos, es la voz de nuestros cuerpos frente a la represión de un sistema autoritario.

Quizás ahora, que tenemos que enfrentar decisiones corruptas; políticas segregacionistas; discursos misóginos, racistas y  homofóbicos, debemos unirnos en nuestra ira y demostrar que podemos estar amordazados, pero nunca mudos; excluidos, pero no rendidos.

martes, 8 de noviembre de 2016

Caletas Heteronormados


No lo entiendo. Me cuesta comprender o desarrollar algo de empatía con un cabro que elegiría sin asco a un homofóbico como líder. ¿Pesan más acaso la 'seguridad económica' que las actitudes abiertamente discriminadores de un sujeto que lamenta la 'conducta homosexual' o que cuestiona que los maricas y trans tengan los mismos derechos porque no son ciudadanos 'como uno', sino 'desviados morales'?

Quizá la respuesta se encuentre en el confort. Cuánto más confort tienes, más verga te vale tu entorno. El 'razonamiento' es simple. Si no eres una trava con VIH que putea para subsitir (a la que por cierto miras con algo de desprecio porque te jode que te comparen con ella cuando hablan de maricones a nivel general), ¿por qué ha de interesarte sus comentarios heteronormados?, ¿por qué te van a joder sus posturas racistas si no quieres ser parte de aquel sector marginado, si no quieres que te vean como parte de este?

Resulta alucinante para mí cómo la 'seguridad económica' ciega a los maricones hasta el punto aceptar políticas segregacionastas (y hasta asesinas) con el fin de preservar determinado estatus por el hecho de no se provinciano invasor (sino limeño), no ser negro (sino blanco), no ser pobre (sino clase B +), no tener VIH (sino estar STD free), no ser cabro/rosquete/marica (sino homosexual), no ser loca (sino caleta), no ser mujer (sino masc x 2), no ser puta (sino gente de bien).

Me resulta increíble el peso (consciente o no) que le brindamos a las 'políticas económicas' como si estas fueran la receta mágica para librarnos del 'subdesarrollo', del 'tercermundismo' que varios se lamentan. La idea absurda de que un país con estabilidad económica  modificará sus políticas sociales para el bienestar de las minorías es un puto mito. Los derechos y libertades no se piden, se arranchan (a veces, en procesos violentos por el choque de ideologías).

Pero, volvamos sobre aquellos cabros que no se sienten así. Decía que un panorama financiero estable bastaba para que estos acepten políticas asesinas. Y es que, claro, al final, ellos efectivamente no son cabros, sino tipos caletas, pastores de 'la moral y las buenas costumbres'. Son, pues, los fieles reproductores de un sistema 'que perdona el pecado, pero no el escándalo'. Son agentes de (un falso) poder, que vigila  a los otros, un fino instrumento. Son un perfeccionado mecanismo de control de lo que un homosexual sistematizado debería ser.

Afortundamente, siempre ha de existir un grupo de abortados, una banda de locas que decidió ir fuera de las cavernas del armario para no vivir en las sombras.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Leal/ad


¿Cómo demandamos lealtad si no somos honestos con nosotros mismos? ¿Con qué concha le decimos a otro que deje se culear con otros si nos cuesta pretender que solo tenemos ojos para una persona? ¿Cómo exigimos fidelidad si nos hemos traicionado?

Nos hemos educados orientados al otro, leales al otro, hasta el punto de llegar a negarnos quiénes somos, qué deseamos. Crecemos con este horrible 'axioma' social que nos empuja a darnos al otro en cuerpo y alma como un pedazo de mercancía. El principal inconveniente de esta entrega desmedida es simple: no nos permitimos alcanzar nuestra propia felicidad en desmedro del otro porque 'uno tiene que hacer sacrificios'. Ahora bien, ¿cuánto uno está dispuesto a 'sacrificar' para construir una felicidad compartida? ¿Qué tanto uno de puede negar a sí mismo para satisfacer a otro a costa de la propia felicidad?

Desde mi perspectiva, la lealtad no implica una devoción ciega al otro, menos la noción de realizar 'sacrificios' que atenten contra mi propia felicidad, contras mis deseos para no joder a otro 'y llevar la fiesta en paz'. Porque, al final, ¿se gana no siendo felices, evitando discusiones que carcomen?, ¿se puede construir una relación suprimiendo las ganas, los sueños?, ¿se consumen todas las fantasías con una paja, una sonrisa a medias y un té para dos?

Es cierto que cada pareja dibuja y re-construye sus propios modelos de fidelidad como le da la gana; sin embargo, creo que primero debemos realizar un ejercicio consciente de qué es lo queremos para nosotros, como individuos, cuánto podemos aceptar y hasta qué punto nos adaptamos. No creo que las personas 'cambien'  voluntariamente por otra. Quizá uno pueda llegar a ser manipulado, modificar algunas maneras de pensar o actitudes con el tiempo, pero no renunciar a quien se es sin más desde el comienzo para no cagarla.

De nuevo, la honestidad. Debemos aprender a ser más honestos con nosotros mismos, con el tipo de intimidad que queremos desarrollar para evitar falsos orgasmos, fantasías atrapadas en la ilusión de la hipócrita relación monogámica perfecta.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Silencio Moral


No somos honestos en el sexo. No lo somos, porque cuando quieres practicarle un fisting no sabes cómo mirarle a la cara para decirle que quieres probar algo nuevo. No lo somos, porque cuando te sale una hemorroides solo sonríes cojudamente para evitar decir no, a pesar de que el dolor te impida disfrutar como a él. No lo somos, porque cuando ella quiere una relación monogámica te da paltas si quiera sugerir la idea de un trío porque estás harta de la manera cómo están teniendo sexo. No lo somos, porque te cagas de miedo de decirle que tienes VIH a tu pareja, pero, sobre todo, a que te deje.

¿Por qué? ¿Por qué nos cuesta tanto liberarnos? Creo que la respuesta tiene que ver con  un cordón umbilical. Sí, un cordón al que estamos expuestos después de abortarnos al mundo y que se construye (querramos o no) con prejuicios, con tabúes, con una cojuda moral católica apostólica romana que nos alimenta desde la primerísima primera leche y considera que el sexo solo tiene un fin reproductivo vaciándolo de placer, llenándolo de culpa y miedos.

Un cordón atado a una madre cristiana y al que papá estado solo le interesa alimentar con sanciones para que no se atente contra la moral y las buenas costumbres, porque este es un país de bien; un país sagrado; un país creyente; un país que perdona el pecado, pero no el escándalo; un país donde juras por dios (o por la plata), pero no por tu ideales. Esa es cosa caviares libertinos.

De esta manera, crecemos castañizados... Me corrijo, mudos frente al sexo, indiferentes frente a nuestros deseos, frente a nosotros mismos. Nos volvemos monaguillos del silencio moral y callamos para no ser tan putas, para no parecer tan cabros, para no ser tan enfermos, para poder vivir. Nos convertimos en fuentes secas de placer y, a veces, hasta en inquisidores del mismo quemando todas nuestras pulsiones, aniquilando sistemáticamente todo rasgo de 'obscenidad' para hacer más leve la carga (especialmente si es entre dos).

Por suerte, algunos nos abortamos. El camino nunca es fácil. La honestidad en el sexo viene con una alta dosis de estigma, algunas gotas de sangre y un puñado de insultos. Sin embargo, se pasa mejor, se vive más y se enferma menos. Tal vez, sea cierto después de todo. Veritas vos liberabit, cabras.  

martes, 1 de noviembre de 2016

Silencio Asesino


Tenemos que hablar porque hace falta, porque los antiretrovirales no bastan (ni sobran), y porque aún hay un alto número de cabros que mueren de VIH, pero cuyos nombres quedan en el olvido junto con sus historias, porque nadie quiere retomar el horror. Nadie quiere ensuciarse. Menos que le griten sidoso.

Me molesta que en un país donde cada año se infectan más de 3000 el VIH no sea una discusión dentro de las problemáticas de las maricones y las tracas, sino que pase desapercibido "porque no todos los gays tienen VIH", "porque no todos son unas putas", "porque ahora no te mueres de eso", "porque no es el único problema y todas las demandas son válidas". Me hincha el ano el silencio cómplice de varios activistas y moralistas que deciden no apostar por visibilizar una problemática para no infectarse con ella.

Me genera repulso la actitud de "ellos se lo buscaron", porque nadie busca tener VIH y tener que cargar con un estigma y, muchas veces, con la exclusión ciudadana. Me jode la actitud tan pasiva frente a una situación que cada año se lleva a alguien cuya voz resuena en un rincón alejado de la memoria.

Me asquea el silencio cómplice de todos frente al tema, "porque todas las luchas importan". Y claro que importan, pero no te mueres si no te casas. No quedas inhabilitada para chambear si decides no casarte. No se te caen las defensas más que las pestañas postizas o las piernas débiles por tu peso si no decides decir un "sí, acepto". No mueres a los 22, 25, 33 si escoges comprometerte, pero sí por no recibir un tratamiento digno, por ser invisible.

Me revienta el glande que no se hable del sexo, el placer y el VIH como algo que puede ser compatible. Me molesta que nuestra actitud frente a nuestras prácticas sexuales y el desarrollo de nuestra intimidad sea tan en-closetada, tan forzada a estándares de sexo seguro por un grupo de personas que capitalizan qué debemos hacer con nuestros penes, chuchas y anos censurando la información que no les parece adecuada transmitir.

Tenemos que hablar, porque hoy más cabros y travas se ganarán la Tinka y otros más morirán al terminar esta noche, pero nunca conoceremos sus historias, ni su ronca risa loca.

jueves, 6 de octubre de 2016

Paradero Dolor


What thouh the radiance which was once so bright

Be now for ever taken from my sight,
     Though nothing can bring back the hour
Of splendor in the grass, of glory in the flower;
     We will grieve not, rather find
     Strenght in what remains behind;
     In the primal sympathy
     Which having been must ever be;
     In the soothing thoughts that spring
    Out of human suffering;
     In the faith that looks through death,
In years that bring the philosophic mind.
Wordsworth - 'Intimations of Inmortality from Recollecions from Early Childhood'

De pronto, el peso se alivia con los años. Y aquello que te ahoga te permite, más bien, salir a flote, sin rumbo, pero a flote.

El dolor se aprende a manejar con el tiempo. Quizá no lo parezca, pero sí. Todo transcurre y uno aprende a permanecer a flote sobre aquel mar de pensamientos que antes a uno lo ahogaban. No siempre es fácil, pero uno se relaciona mejor con el dolor.

Resulta extraño, pero la aproximación es diferente ahora que antes, y mañana será igual de diferente que hoy. De pronto, la tristeza se guarda y no corre tan desenfrenada por nuestros poros, por la mano,  a pesar de que duele. De pronto, hay la conciencia que uno no puede escapar de aquellas situaciones que nos pueden causar pena, y es este saber lo que nos permite una mejor comprensión de esa triste situación.

Me di cuenta en un viaje final, cuando ya no había más que pudiera ser, cuando ya había dicho aquello que dije y él me dijo lo que tenía que decir. Me di cuenta porque me sentía absurdamente desubicado y solo en un bus que no podía cargar una persona más, porque sabía que esta situación era el final de lo que pudo ser y que solo quedaba seguir, esperar el próximo paradero para bajar.

Quizá tragamos muchas lágrimas y por eso nos ahogamos tanto. Quizás es cierto, que el tiempo subsana las heridas, pero que, sobretodo, nos permite abrazar el dolor como un paradero más en la ruta de la vida.


PS. Cuando te quieres ahogar, escribe, y respira. Siempre respira.

lunes, 3 de octubre de 2016

Volver a andar



De nuevo, el vacío, la fatiga de no saber qué camino seguir. Algunos la llaman la crisis de los 25. La verdad es que parece que dura hasta los 30. No quiero ni imaginarlo.

Es como si todo se hubiera paralizado, como si te encontrases en el medio de la nada y no saber qué hacer, porque no hay nada que hacer, porque ya todo está hecho (?). De nuevo, el vacío. Tal vez, mejor dicho, el horror al vacío.

Todo comenzó hace unas semanas cuando estaba sentado en el micro camino a la chamba y me percaté que era otro día más. Sí, "otro día de chamba". Puede parecer estúpido, pero me sacudió terriblemente la conciencia de que era "otro día". En ese momento, me percaté de lo absurdamente rutinario de mi situación, del orden, del control, de este sueño que tengo que no avanza como quiero y se estanca, de mis planes.  En fin, de si soy feliz simplemente donde estoy.

Fue un pajazo mental terrible. Lo fue más porque no podía coger el libro que tenía entre manos y leer, porque una hija le contaba a su madre todo lo que quería hacer "de grande" en el sitio de lado y yo solo quería vomitarme de allí, salir expulsado al cielo y caer en paracaídas en medio del malecón.

Todo el trayecto no pude dejar de pensar en todos esos sueños rotos que dejamos tirados en algún paradero, una maqueta escolar construida con plastilina o un paper universitario. Fue terrible, angustiante, casi un ahogo emocional. Por suerte, el libro que tenía entre manos me sujetaba a la realidad de alguna forma. Era un zombie existencial que navegaba en la densidad de sus pensamientos. I'm having an existencial time crisis.

Lo peor es que con el transcurrir de los días los pajazos aumentan. Lo más trágico es que no eyaculo nada, solo me corro. Un incordio. Debería moverme, pero no tenga idea de hacia dónde. (Mal.) Hay situaciones, mejor dicho, circunstancias que me llenan de pánico, que me bloquean por instantes. (Muy mal.)

Hace poco hablé con Jojo de esto. Mi amigo quiere aprender a cortar el pelo para ganar dinero extra. Me parece fabuloso, práctico, canalizador. Me ha sugerido que busque otros planes, que vea otras cosas, que piense en qué tareas básicas soy bueno. Él hizo un viaje muy importante antes de cumplir 25. Pienso, quizá, que tal vez de moverme hacia otro lado, vivir en la quinta dimensión o en otra casa al menos, dejar todo y arrancar de cero.

Ahora, todo esto es angustiante, pero tampoco me aloca tanto. Trágico, pero sin llegar a ser un armagedon. Es una situación  bastante jodida, pero que no me jode completamente. Madurez le llaman. Quizá por eso me detengo y me siento a escribir. Pause. No es que sienta que vaya a ganar algo de esto, pero sé que es lo mejor que puedo hacer en este momento. Yo soy yo y mi circunstancia. De nuevo, Ortega y Gasset. Imposible huir de la circunstancia, pero también imposible estar completamente supeditaba a ella sin ser. Quizá por eso escribir esto sea lo mejor. No me ordena, pero me ocupa.

Ábrete Max.  No así, cabro. Sí me entiendes. (¿NO?)

Lo sé, te entiendo. Aunque también lo estoy.

Jajajaja, idiota.

Un poco. Te quiero. Ya veré qué hago. Debo moverme.

Sí, piensa en el checo hijo de perra que me hizo comenzar de cero mi tesis de maestría.

Sí...

Bueno, le mandaré un correo.  Espero me responda.

PS. Ya respondió el correo. Tenemos una cita esta semana para retomar la tesis
.


miércoles, 3 de agosto de 2016

Crónica de una intoxicación no anunciada


2:25 -Los dolores comienzan. Millennnium Approaches. Prepare the way!

3:25 - He vomitado todo. Absolutamente todo. Tengo mucho miedo. No vomitaba desde aquella vez que tomé antiretrovirales por primera vez.  El mismo dolor de garganta, las mismas lágrimas. De pronto, en ese estado de caos, recuerdo el color de la tapa de su inodoro y me siento algo vacío. No distingo bien la nausea del mareo, pero me acuerdo de él. Intento alucinar que está detrás mío, bajo el dintel de la puerta, acompañándome. Solo eso. Solo eso, pero no está.

5:25 - Vuelvo a despertar. No me queda más que vomitar agua. Comienzo a sudar, mis manos tiemblan y pienso que quizá debería escribir en ese momento. Nunca he vomitado tanto. No sé qué haré con la pastilla de las 9.  No quiero vomitarla. Tengo la impresión de que me volveré un saco de piel si sigo vomitando como lo estoy haciendo.

6:25 - No llegué al baño. Me siento absurdo, sucio. Completamente sucio. Grito su nombre, pero él no viene. El vacío.

6:30 - Más nauseas. No queda más por vomitar. O eso creo. Esta vez sí llegué. Llamo a un amigo. Me dice que mantenga la calma, que he pasado peores situaciones. Tengo el pantalón sucio. No paro de llorar. Quisiera poder controlar esto, pero no puedo. Me siento absurdamente cansado. Todo es una gran profecía de lo que puede ocurrir.

8:44 - Tomo la segunda pastilla y vuelvo a vomitar. Mis manos tiemblan cada vez que lo hago. Ya no me puedo apoyar sobre la tapa del inodoro, porque mi propio peso me vence. No entiendo bien esto. Pienso en él. Quisiera llamarlo, pero tengo miedo. Una enfermedad es más ligera de a dos. ¿Cómo llamarlo si yo me fui antes?

12:25 - Brand. Amelia Brand en el planeta del Dr. Edmunds. Sola y apacible contra nuestros límites bajo la luz de otro sol. No se puede volver al pasado. Quizá estirarse, ir más lento, pero no volver. No encuentro a San Francisco. Tal vez, no viven ángeles en otras galaxias. No es posible permanecer quietos contra el avance mundo y, sin embargo, debemos detenernos para evitar más cataclismos(?).

13:25 - Tal vez, no detenernos, sino ver dónde estamos, ver nuestros pasos. La nausea se ha detenido.


lunes, 1 de agosto de 2016

Vagando entre postales

Hoy estuve entre Las Dunas y Viñedos. No, estaba en Lima, y recorrí por primera vez la única avenida principal de aquel asentamiento humano en surco que le da la espalda a toda la ciudad detrás de una duna (,¿o es que tal vez se oculta de esta ante los ojos de quien no quiere ver?)

Quizá suene estúpido, pero era un espacio privilegiado y yo un tipo aún más privilegiado que el resto dentro de tanto privilegio. Tenían pistas y veredas, un mercado y una posta de salud. Sí, concreto, comida y salud. Algo tan común y a la vez tan difícil de costear cuando con las justas llegas a ganar el mínimo al mes.

Me sentía un alien en aquel sitio, absurdamente desubicado y, sin embargo, tan parte de. La calle era parte de una estampa capitalina: rejas oxidadas cerrando calles, veredas desniveladas abriéndose paso según podían, emolienteros desconfiados, algún vagabundo de mirada baja, quioscos harto abastecidos con miles de carteles, una olla de barro cocinando a la leña frijoles en la berma del frente de una casa de triplay para tener algo qué desayunar, y yo con mi pelo recientemente pintado de violeta en bad.

El trayecto a Viñedos fue más simple de lo que supuse. Hubo más embarazadas adolescentes de lo que esperaba, pero nada 'fuera de lo normal'. Qué alucinante decir que un embarazo adolescente pueda considerarse 'normal'. Como sea, llegué frente a la plataforma y allí encontré la otra posta. Sin embargo, la asistenta social no estaba. Si quería una respuesta, debía esperar.

Caminé dos cuadras y tomé asiento. En ese instante, tuve un déja vu. Sí, de nuevo el 2014, de nuevo El Parque Fátima, de nuevo yo sentado en un parque a las 10 de la mañana esperando el resultado innegable en una hermosa mañana de invierno. La diferencia es que ya no tenía a Puerto Supe en mi mente, sino al 2 de oros.

Regresé a los 45 minutos, pero ella no había vuelto. Dejé las copias que se requerían y me fui a trabajar. No quiero tirar las cartas. Sé que volveré.

domingo, 31 de julio de 2016

'Marte es como Talara'



Y Benavides es our Chinatown.

Hace unos días regresó una amiga de viaje de Washington. Sí, esa ciudad llena de mausoleos por doquier que algunos la consideran un cementerio absurdamente grande con espectros (no tan muertos) viviendo allí.

Decidí con un amigo ir a verla luego de nuestras clases de Tarot. Sí, ahora llevo clases de tarot, y el carro y el loco indican que quizá tenga éxito en esta aventura. Por supuesto, tomo el presagio con pinzas, porque aún no tengo decidido el camino. Pero esa tarde sí lo tenía, o mejor dicho el destino.

Estaba igual que siempre, con sus dos hermosas pulgas y la nieta igual de loca que su padre. Charlamos alguna tontería que no recuerdo, y decidimos preparar pizza. Mi amigo se quitó porque teníamos un cumple al cual decidí no ir porque tenía mucha flojera. Además, ¿cómo rechazar un plan Netflix & Chill que incluye comida?

Preparamos la primera pizza y justo cuando la estábamos sacando del horno se cayó la masa contra el piso. Caos. La Torre invertida. Depresión. 5 de copas. Tal vez, como dijo ella, la deseamos con mucha fuerza. Quizá no debimos usar todo el queso parmesano y casi todas las aceitunas. Como sea, estábamos en un momento de crisis. Me sentía como Steve Jobs sin chamba: el destino me había arrebatado mi mayor deseo, el fruto de mi trabajo. Entonces, me decidí actuar como cualquier emprendedor optimista lo haría. Así es que limpié el piso y me dispuse a preparar una segunda pizza.

Mientras amasaba la masa (?), valga la redundancia, algo no estaba bien... La harina, la puta harina estaba vencida. Karma. Otra vez la Torre. 9 de espadas. No podía ser. Simplemente, no podía ser. Era un mensaje divino. Quizá era yo en la FIL luego de una búsqueda sin éxito de La Odisea y ese sentimiento de 'Todavía No'. Pero no podía vencerme. Simplemente no.

Así es que boté la maldita masa y preparamos una tercera pizza. Mis manos me dolían. La tensión se sentía en aquel minúsculo ambiente de 2 metros cuadrados mientras concentraba todas mis energías y amor en esta pizza. 25 minutos después vino la hora de la verdad: nuestros pecados habían sido perdonados. Derrotamos al destino.

Tragamos mientras veíamos la  inmensidad del cosmos en un documental que narraba las peripecias de un equipo de astronautas que intentaba reparar un noséqué del telescopio Hubble que, de no arreglarse, lo dejaría inactivo para siempre. Un movimiento en falso y décadas de años de chamba se iban al tacho.  Luego de un minitrip con las imágenes y la post reflexión sobre lo pequeño que somos en el cosmos, decidímos ver un documental de conspiración sobre si el hombre había llegado a la luna.

Terminamos el segundo documental y pusimos uno sobre la historia del último hombre en ir a la luna. No podía más, mi cuerpo estaba en pleno viaje interestelar y cayó muerto en pleno rodeo.

Desperté con una las pulgas lamiéndome la cara y otra el polo. Sí, como Fiona en Shrek 2, pero no se siente paja. Despertamos, mi amiga calentó dos tamales para el alma y terminamos de ver el documental. ¿Existe algo más hermoso que amanecer un feriado comiendo tamal y viendo películas? Por estos días, creo que no. Era momento de sacar a las pulgas. Mi amiga se duchó, yo me arreglé el pelo y salimos. En el camino, me contó: 'Oe, ¿sabías que Ana Banana una vez me dijo que Marte es como Talara? (Inserte risas.) Sí, estábamos viendo no sé qué sobre Marte y la huevona gira y me dice Oe', Marte es como Talara alucina. Mucha tierra y polvo. (Inserte risas.) Cague risa, ¿no?'

lunes, 25 de julio de 2016

Volver

Siempre vuelvo sobre mí. Es justo y necesario. Verdaderamente, es justo y necesario. Es nuestro deber y salvación.

No siempre sé cómo empezar sin embargo. Sobre qué hablar, qué decir.

Podría decir, por ejemplo, que he vuelto a tener un encuentro con la muerte. Que ya van 5, aunque solo hablé con 3. Que estoy en alerta.

Podría decir que aún no ha llegado la hora de leer La Odisea. Quizá no encontrar un ejemplar a buen precio en la feria fue lo mejor. No lo hubiera soportado con la noticia de ayer en la noche. Tal vez, hubiese sido demasiado.

Podría decir que no tengo tanto miedo de morir, como de morir joven. Que me aterra conocer a alguien por estos días y descubrir su nombre en un obituario no más de 3 años después de nuestra primera charla.

Tengo terribles errores de sintaxis. El asunto es que lo leo todo en mi cabeza, pero no lo escribo. Entonces, no digo nada de lo que quería decir, porque ya lo dije, aunque no lo haya escrito. ¿Me entiendes? Es un proceso muy rápido, casi incontrolable. Yo detesto las pausas que generan la manía de corregir textos. No son naturales.

Me gusta tener esos vómitor verbales, aunque me pierda un poco y luego regrese a corregir 'vómitos' porque está mal escrito y luego continúe, aunque me pierda...

Y luego el vacío.

Pero es así, me gusta escribir así. Qué conflicto entre entenderse y saberse entender. Como sea, ya pasé del miedo a saberme entender.

Podría decir que es suficiente por hoy y quizá sí lo sea.

viernes, 4 de marzo de 2016

Viaje al Sur

Hoy volví a soñar contigo. Íbamos de viaje al sur escapando de Lima, de mis miedos y de aquel secreto que no me querías contar. Nos quedábamos en la casa de playa de uno de tus amigos. Nuestra habitación era amplia, con las paredes más blancas que las de tu departamento. La vista era formidable. No se veía más que el borde de la playa y aquella isla incrustada en el mar protegiéndonos del sol (y quizá de nuestras sombras).

No teníamos la necesidad de hablar, solo de mirarnos para saber lo que pensaba el otro. No sé por qué, pero había una imagen que se repetía siempre: yo mirando el atardecer desde una silla. El escenario era el mismo, aunque algunas veces aparecías tú en la puerta.

También re repetía el viaje en carro. Parecía infinito. Soñé hasta el playlist que armé para viajar a tu lado, el orden particular de las canciones, tus miradas, la manera de apoyar tu brazo izquierdo, tus intentos por romper aquella barrera conmigo buscando algo en la guantera y mi sonrisa nerviosa. The Ending - Stormy Weather - Green Onions -  Barbara Ann - Boyfriend.

Inevitablemente, volvíamos a Lima junto con la distancia que tanto te esforzabas por marcar. No entendía nada, pero me replicabas que las personas no siempre cumplen las expectativas, que no se puede vivir soñando sin despertar y que siga avanzando. ¿Cómo avanzar si estoy de regreso? No entendía nada. Solo lloraba.

Después de un tiempo, volvía a ti. En medio de una fiesta, de pie, en silencio, buscando la complicidad en tu mirada hasta que tus ojos me encontraban y sonreías.

sábado, 27 de febrero de 2016

When Max Met Him*

Por supuesto que yo soy Sally. Eso no se discute. Él tiene ese encanto absurdo de jurarse una mierda anti y terminar siendo un encanto por ser una mierda, y yo ese encanto dulce dentro de lo maniático, antipático y terriblemente quisquilloso que puedo ser jurándome la cagada.

No me di cuenta hasta que estuve en el Metropolitano. Sí, estaba de pie, apoyado contra la puerta que nunca se abre mirando la gente bajar y recordando todas las veces que nos hemos visto. Todos los accidentes. Todas las manías. Todos los roces. Todas las charlas esnob que él detesta pero en secreto le encantan que siempre terminan en películas con finales extraños o personas con algún problema mental. Porque sí, a mí me gusta creerme algo loco y a él las personas algo locas y las locas.

Como decía, recordaba nuestros bellos accidentes hasta que caí en cuenta de que hoy fue otro encuentro. El problema es que no sé en qué parte de la película estoy o si ya pasé el final o estoy en el plot point.

Me resulta agradable la idea de verme inmenso en esta historia y sí, sé que cuando lo lea se cagará de risa, pero sabe que así soy yo. Me gusta alucinar despierto. De pronto, no estaría mal que él también se sumerja un poco. No tanto, lo suficiente como para nadar acompañado. Sí. Empiezo a densear, pero es el postmodernismo que me lleva a virar de tema de manera tan jodida.

¿Sabré reconocer el momento? ¿Estaré rodeado de helado y un despecho amoroso? ¿Será otro final de Anomalisa? No lo sé, pero espero que no me escupa de su vida.


martes, 23 de febrero de 2016

Sobre luchas y representaciones I



Tengo mucho que decir, y no sé bien cómo articularlo. Pienso que quizá soy un reflejo de algo más gramde. Que tenemos mucho por qué luchar, pero que aún nos falta articularnos como activistas TLGB. Quizá, ni siquiera articularnos, sino matarnos menos.

No son muchos los años que llevo dentro del activismo; sin embargo, he podido vislumbrar algunas problemáticas. Desde mi perspectiva, la más visible está relacionada con la forma  de demandar derechos y la representatividad de las personas GLTB.

Algunos consideran que el mejor mecanismo para exigir derechos y hacerlos visibles es a través de una mayor participación política en espacios públicos. Paralelamente, otros prefieren coordinar y desarrollar planes con líderes políticos de manera directa, desde adentro. De manera resumida, mientras unos prefieren partir de abajo hacia arriba, otros prefieren hacerlo en sentido inverso.

El problema no es la forma, sino el desacreditaje (a veces sistemático) que suelen hacer ambas partes al otro. Cada persona o asociación tiene la libertad de demandar derechos como le resulte más atractivo y de cuestionar otros mecanismos. Sin embargo, algunos miembros o asociaciones consideran que su lucha es la única, verdadera y legítima ridiculizando a quien asume una postura diferente a la suya.

Asumir esta postura de jueces morales son las que entorpecen el trabajo colectivo. No solo dificulta diálogos, sino genera una ceguera intencionada de manera tal que no permite reconocer con claridad las ventajas y desventajas que trae consigo cada tipo de lucha. Tal vez, un remix no es tan malo.

Luego se encuentra el tema de representatividad. Con mucha frecuencia, leo comentarios de algunos amigos, conocidos, señalando su poca empatía con algunos voceros o personas TLGB que suelen tener un mayor presencia mediática por temas ideológicos, etc. Sin embargo, más allá de la crítica hacia el hecho que aquellas personas no los representan, no existe un esfuerzo por encontrar un medio para dar a conocer su postura.

Existe, en mi parecer, muy poco incentivo y ganas de organizarse para generar otros espacios o  nuevas voces. Varios apuntan a que las demandas se organicen bajo una sola voz; sin embargo, quieren que la suya sea la única y legítima.

Mucho se ha discutido el cómo y se ha perdido el fin, que es lograr un reconocimiento íntegro como ciudadanos para todos y todas más allá de su identidad sexual. Nos hemos encerrado en un edificio sin puertas, ni ventanas, olvidándonos que la ciudad sigue creciendo a nuestra alrededor.

 Escribo con una culpa arrastrada. No es fácil estar de pie, pero sí necesario.

viernes, 19 de febrero de 2016

Surco en tu corazón III

Otra noche recordé aquella vez que nos dijeron que no nos podíamos sentar así, sino así. Nunca me quedó claro cómo. También recordé el video que grabamos fumando orégano en la Loma y que exhibimos en clase de Díaz-Albertini. ¿Te acuerdas de su polo que decía "I ♥ Regina George" la primera vez que entró al saló? Recuerdo que lo odiaba. En verdad, no lo odiaba. Solo me llegaba al pincho. Nada más.

Recordé nuestras caminatas por Benavides con dirección al malecón, los rajes infinitos, las carcajadas, la extraña proximidad sentimental y mis quejas constantes por el tráfico del Óvalo Higuereta.

Recordé a Neptuno, y a Osa Mayor, y a Sedapal. Recuerdo las caminatas por la pista con estony mientras mi mejor amiga miraba noicaza a todos lados para que nadie nos atrape fumando weed. Ilusa, pero tiernamente ilusa. El vinito Bells, los auspicios de Plaza Vea, los juegos inflables de la  Semana Universitaria de tercer ciclo. Kids. ¿Cómo olvidar Kids?

Recuerdo el tráfico insoportable de Javier Prado, la Copacabana, el chiste del grano de tu papá, el carro de Silvy, la pizza auspiciada por la mamá de Rudy, la vez que casi atropellamos a alguien porque ibas a exceso de velocidad y te vencía el sueño. También que nos cagamos de risa luego del casi accidente, pero que acordamos que la culpa era del peatón. Cruzar la berma central puede ser un acto irresponsable.

Recordé, por supuesto, las fotos que nunca vi. El chantaje. El cruel chantaje telefónico que recibí por dos semanas. Las papas de bembos. Me acordé de nuestras caminatas desde UPC hasta Bembos de La Encantada solo para comer papas fritas extragrandes los lunes. Recordé que vivía ciego por sus ojos verdes. No me importaba tanto que sea un imbécil y tenga varios prejuicios, ver sus ojos me bastaba para relajarme.

Recordé nuestra promesa incumplida de ir a Quinta Escencia, la voz sensual. Me acordé de las caminatas por Chacarilla en la noche.

Recordé la salida de Surco Pueblo. La Capullana. La Castellana. Castilla y La Merced. La vez que tomé un taxi para ir a su casa, porque estaba demasiado arrecho , y que, cuando llegué, solo rompí en llanto sin razón. Recuerdo que me dio para mi taxi de regreso después de. Nunca se lo dije, pero se comportó mejor que muchos hombres que conocí después.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Surco en tu corazón II

Hace unas noches recordé la caminata a la punta del cerro. Parecía el peregrinaje a un santuario, donde me esperaba una vista hermosa de la ciudad y una piscina sin funcionar. Recordé su odio por el musgo verde que crece del otro de Casuarinas, mis lágrimas la primera vez que le dije que era gay y su cara de felicidad.

Recordé nuestras tardes en Starbucks de caminos con Velasco Astete como niños bien, las caminatas al C.C. Caminos del Inca para ver con quién nos cruzábamos (y para rajar, obvio). ¿Ya mencione las empanadas de alcachofa en Pastipan? Sí, éramos unas chikiviejas plásticas, pero qué chucha.

Recordé la Feria del Trigal. Recordé que era el pretexto perfecto para encontrarte con amigos y para comprar chucherías que solo te las pondrías 3 veces. Me acordé de la ubicación de su departamento, de su mueble marrón, de su mamá, del té verde, sus tetas. Las de ella, nos las de su madre. Mis lágrimas aquella tarde que descubrí que no podía luchar contra quien era.

Recordé los parrales próximos cerca a mi urbanización. La fuente. La fuente era un point. En realidad, todo el parque Perez de Cuellar era un point. La absurda distancia de mi urbanización con el resto de la ciudad. Me acordé que tenía amigos que eran de Chorrillos cuyas madres venían a mi casa a buscar agua cuando les cortaban sin aviso. Sí, nosotros, del otro lado, teníamos jardín, pozo y cisterna. Agua hasta por las puras, pero otros no.

No lo dije, pero también teníamos parques, veredas, pistas, jardines externos con pasto japonés regados tres veces a la semana para que no se sienten y fuentes. Era un oasis de agua dulce rodeado de caos, de tierra muerta, de sal y pandillas de otras urbanizaciones que interrumpían el sueño. Un oasis que luego se autoenrejó para protegerse del resto, para no ser el resto. En fin, un microperú. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Surco en tu corazón I

Hoy en la madrugada, caminando por la Loma, recordé Funhouse. Sí, recordé aquella fiesta con sus tocadas caletas, sus cojines tirados en el piso, las luces multicolor, a Pecana bailando locatza en medio de un pista improvisada y a una de mis mejores amigas desparramada en el jardín de un vecino diciéndome que jamás en su puta vida volvería a ese lugar.

Recordé el mito que rondaba aquel lugar, que decía que los viejos estaban atrapados en una especie de sótano secreto al fondo de la casa. Recordé a Adri Vainilla. Recordé que la odiaba, con no poca razón, porque me parecía una chica arrecha promedio, que justamente se había hecho popular por decir que era una chica arrecha promedio en su blog (que, naturalmente, recibía más visitas y comentarios que el mío).

Recordé que una vez estaba muy arrecho con un chico en la Loma, que un serenazgo se cagó de risa al vernos y nos dijo, "¿todo bien, chicos?" También me acordé del nuevo hotel donde se rumoreaba que los dueños eran narcos. Me acordé que mi ex crush-universitario que ahora hace entrevistas también vivía por allí. De hecho, que varias personas que tenían un espacio en mi memoria vivían o viven por la Loma.

Recordé las veces que me juntaba abajo de la loma a lanzar. Las tardes de verano. Mi amiga en su bicicleta rosada. Yo un poco subido de peso. Y Max. El otro, claro. Qué denso...

Recordé las caminatas por Bielich, Benavides was our Chinatown. Recordé que cuando nos quedábamos sin comida, nos aprovechábamos de un grifo en el camino para recoger víveres para el camino. Gracias totales, Grifo de Benavides. De hecho se daba cuenta, pero se hacía la loca. Solo figúrate: dos chibolos cabros muertos de hambre entran a tu tienda y se quedan en la caja más de 20 minutos para decidir qué empanada comprar.

Recordé a las putas de higuereta, sus ofertas de "una chupadita, joven". ¿Cómo explicarles que yo también me la como? Solo me reía y les decía que no. Te lo agradezco, pero no.

domingo, 31 de enero de 2016

Relaciones Abiertas

Existen muchas cosas que me cuesta comprender cómo se mantienen hasta ahora. Entre ellas, el cuestionamiento de qué tan "fiel" es una persona que decide mantener una relación abierta con su pareja o el mantenimiento de este tipo de relación en el tiempo.

Para mí, la fidelidad va más allá del culo con el que te acuestas. Es algo más relacionado con ser honesto y abierto con tu pareja respecto de varios puntos, más allá del sexual. Tengo varios conocidos y algunos amigos que les cuesta comprender cómo alguien que pretende tener una relación estable con su pareja, y que a su vez sea abierta,  pueda considerarse a sí mismo una persona fiel.

La mayoría de sus argumentos están relacionados con qué tan "satisfechos" estamos con la pareja que deseamos estar. Varios creen que se trata de una búsqueda de placer fuera la de relación, porque 'no es posible' obtenerlo con una sola persona, porque no llena eso.

Desde mi perspectiva, no es así. Optar por una relación abierta es más brindarse la posibilidad mutua de explorar más los cuerpos, tocar los límites,  practicar aquellos fetiches o juegos que requieren el apoyo de otros. Para ello, se requiere de un diálogo constante, que involucre honestidad y compromiso. No se trata de llenar algo, porque no hay nada vacío. Yo diría, más bien, que se trata de tomar más jugo.

Por último, cada relación funciona bajo sus propios esquemas, y pretender normativizar las relaciones me parece algo brutal y cojudo. Cuestionar las reglas, flexibilizarlas, es lo que nos vuelve, en mi parecer, más humanos.




martes, 19 de enero de 2016

Días Cortos

¿Qué tal si en verdad arrastro algo que me resulta difícil soltar? No lo sé. Últimamente los días se hacen más cortos.

Me gustaría ser un poco más práctico para ciertas cosas. Esas cosas.
No me entiendes.
Yo tampoco. Es complicado. Es... No sé. Hace tiempo quería que los diálogos salieran así, y ahora que lo hacen es bastante incómodo. No sé mi entiendes. [   ] Ya sé que no, porque es un absurdo, pero bueno, lo que quería decir es que... no sé. No sé nada.
Esto es un patético. En verdad  lo es, pero...
No sé qué voy hacer.
Sé que tengo que hacer algo (para ganar dinero, sobrevivir, salir de esto), pero nada me funciona.
No es que no lo intente si quiera. Es solo que no sé. Siento que no hago match, no encajo.
Y sí, ya lo sé, mi deadline está próximo, y mi padre dará el grito al cielo, pero, ¿qué puedo hacer?

Quizá la respuesta está más afuera que adentro.