martes, 23 de febrero de 2016

Sobre luchas y representaciones I



Tengo mucho que decir, y no sé bien cómo articularlo. Pienso que quizá soy un reflejo de algo más gramde. Que tenemos mucho por qué luchar, pero que aún nos falta articularnos como activistas TLGB. Quizá, ni siquiera articularnos, sino matarnos menos.

No son muchos los años que llevo dentro del activismo; sin embargo, he podido vislumbrar algunas problemáticas. Desde mi perspectiva, la más visible está relacionada con la forma  de demandar derechos y la representatividad de las personas GLTB.

Algunos consideran que el mejor mecanismo para exigir derechos y hacerlos visibles es a través de una mayor participación política en espacios públicos. Paralelamente, otros prefieren coordinar y desarrollar planes con líderes políticos de manera directa, desde adentro. De manera resumida, mientras unos prefieren partir de abajo hacia arriba, otros prefieren hacerlo en sentido inverso.

El problema no es la forma, sino el desacreditaje (a veces sistemático) que suelen hacer ambas partes al otro. Cada persona o asociación tiene la libertad de demandar derechos como le resulte más atractivo y de cuestionar otros mecanismos. Sin embargo, algunos miembros o asociaciones consideran que su lucha es la única, verdadera y legítima ridiculizando a quien asume una postura diferente a la suya.

Asumir esta postura de jueces morales son las que entorpecen el trabajo colectivo. No solo dificulta diálogos, sino genera una ceguera intencionada de manera tal que no permite reconocer con claridad las ventajas y desventajas que trae consigo cada tipo de lucha. Tal vez, un remix no es tan malo.

Luego se encuentra el tema de representatividad. Con mucha frecuencia, leo comentarios de algunos amigos, conocidos, señalando su poca empatía con algunos voceros o personas TLGB que suelen tener un mayor presencia mediática por temas ideológicos, etc. Sin embargo, más allá de la crítica hacia el hecho que aquellas personas no los representan, no existe un esfuerzo por encontrar un medio para dar a conocer su postura.

Existe, en mi parecer, muy poco incentivo y ganas de organizarse para generar otros espacios o  nuevas voces. Varios apuntan a que las demandas se organicen bajo una sola voz; sin embargo, quieren que la suya sea la única y legítima.

Mucho se ha discutido el cómo y se ha perdido el fin, que es lograr un reconocimiento íntegro como ciudadanos para todos y todas más allá de su identidad sexual. Nos hemos encerrado en un edificio sin puertas, ni ventanas, olvidándonos que la ciudad sigue creciendo a nuestra alrededor.

 Escribo con una culpa arrastrada. No es fácil estar de pie, pero sí necesario.

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