sábado, 28 de noviembre de 2015

No me preñes

No me preñes, por favor. Si quieres, en la cara, pero allí no. Ya lo intentaron y terminé esterilizado. A parte, te quema, se apodera de ti y te deja en un estado de sumisión nada agradable.

Ahora, tampoco es que no me guste ponerme en cuatro o en el filo de la cama, pero hay cosas que me pasavueltean. Tiene que ver con tener el control. Las veces que ocurrió, lo perdí. Fueron algunas (varias) veces, pero las recuerdo con bastante claridad.

Todo comienza con esa palpitación jodida, que te arrecha y ese empujón medio desenfrenado que, de alguna manera, te advierte lo que se avecina. Luego, ese toque. No es nada extraordinario, pero sí se siente. Como una erección post-erección (?), una bandera roja.

Después, el éxtasis mezclado con sus ojos en blanco acompañado de un leve ardor a magma y el jadeo. Todo mientras el aliento escapa, tu esfínter ajusta al máximo, las piernas se quiebran y tu sensibilidad se multiplica exponencialmente. Es como enfrentarte tú con tu trasero contra todo un océano de semen que amenaza con ahogarte si no te lo tomas por las buenas. Una experiencia dura, definitivamente no apta para todos.

Finalmente, el limbo, la nada, el ¿y ahora qué?/¿la saco o la mantengo adentro?/¿ya pasó?. Te pierdes sobre tu cuerpo un instante, unos minutos, una hora, y debes volver sobre ti, porque tienes que hacerlo o de nuevo el magma. No sé cómo, pero resucitas. Algunas veces vuelves a nacer, otras te conviertes en Frankenstein. Pero nunca eres igual después, nunca.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Algo

Este es el momento exacto en el cual te encuentras en el centro y no sabes si seguir de frente o voltear a la izquierda, porque todo es tan absurdamente confuso. Como ese disco cuyo nombre está en japonés y no entiendes bien de qué va, pero te recuerda a un viaje psicodélico y transemocional, a Enter the Void, eso, pero que no es del todo claro, pero te atrapa, te envuelve. Ugh. Un incordio total.

Ahora pienso que quizá deba dejar de buscar música random japonesa y descargarme los discos de Marc de Marco o esa nueva chica emo a quien acabo de escuchar y me gusta. Sí, tal vez esa sea la decisión más sabia de hoy.

Bueno, aún sigo sin definir qué voy a hacer con mi vida. Ni siquiera tengo una escaleta. Soy una desgracia. De pronto es porque tengo la mente en varios puntos a la vez y me cuesta focalizarme en una determinada cuestión y, cuando lo hago, necesito del más puro silencio para así captar mejor lo que está pasando. Quizá por eso odio ir al cine cuando sé que van a ir, muy posiblemente, varios niños. Me distraigo con las risas.

Entre otros apuntes, creo que tengo miedo de buscar un empleo común. De alguna manera, puedo soportar el rechazo del chico con el quisiera seguir saliendo, aunque ya no lo hago pero no me da la cabeza para esperar tres semanas luego de una última etapa de entrevistas y que me digan, "te lo agradezco, pero no". O sea, ¿qué tanto tiempo requiere una persona promedio para decir no?  Ya sé que está la discusión, y la evaluación y bla, bla, bla, pero no te puede tomar tres semanas decir no cuando tienes dos candidatos. Es decir, la vida tampoco funciona así. Cuando el tipo con el que sales te dice que escojas entre una relación "formal y seria" con él o seguir tirándote a medio lima/borrar tinder de tu celular/dejar de conocer nuevas personas/etc., no te da tres semanas. ¡Es más, te da 3 minutos (y eso)!

Me cuesta comprender por qué la gente se complica para darse a entender rebuscando en términos que un individuo promedio no comprende. O sea, yo salto de temas, y paso de discos japoneses a mi problemas amorosas en 4 parrafos parrados o menos, pero no es a propósito. No pretendo que la persona que lee este vómito verbal se siente y exclame, ¡Oh, qué tal sintaxis la suya!

Solo espero que el video salga bien, tener algo más claro. No sé qué, sino algo. Es curioso. Quizá he reducido bastante mis expectativas. No espero nada, ni todo, sino algo. Aún no sé qué, pero ahí vamos, ¿no? The War On Drugs no suena tan mal en estos momentos.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Crueles 25

A veces no sé qué diantres voy a hacer con mi vida, como ahora. Tengo certezas de cosas muy básicas: me gustan los colores, disfruto leer en silencio, me encantan las películas (sobretodo, y últimamente, los documentales), no creo del todo en el amor y escribo porque tengo que hacerlo.

Releo lo escrito y no sé de qué sirve que me gusten los colores en torno a cómo sobrevivir en esta ciudad. En verdad, no sé bien qué utilidad le puedo encontrar a varias cosas que me gustan. Es triste y decepcionante. Me gustaría tener otros talentos, como vender cosas o vender ideas. No soy nada hábil vendiendo cosas.

Pienso que soy un poco concha en pedirle a un desconocido que me diga cuáles son sus talentos si ni yo tengo claro cuáles son los míos, pero así son las cosas. Qué difícil puede resultar reflexionar sobre tus fortalezas, debilidades, expresarlas luego en una carta, tratar de no resultar aburrido (ni tan esnob) y ofrecerte como el producto que necesitas para que tu sistema digestivo funcione.

Para variar, salto de temas, pero sucede que mi tercer chakra es una desgracia. No lo puedo evitar. ¿Es esto la crisis prematura de los 25 de no saber qué diantres vas a hacer con tu vida! ¿Es tan jodido? ¿Será peor cuando esté a puertas de cumplir los 40? Soy muy denso. Piensas mucho, Max.

Sí, puede que sí, pero no sé... Aún no sé cómo el tipo con el que salgo sigue estando a  mi lado. Supongo que a veces "cumplo".

Creo que mis padres están desesperanzados conmigo. No hay mucho que hacer al respecto: o los hago felices o sobrevivo. De pronto no resulta tan atractivo como vivir, pero te da cierta independencia, con toda la precariedad que envuelve el sentido. Como sea, todavía estoy y algo he vivido.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Volver

Ha pasado exactamente un año desde que recibí aquel resultado. Sigo sintiéndome Jenny al final de An Educaction. Quizá algo más Hedwig. Me atrae la idea de verme en todos. Supongo que todos tenemos espejos en algún lado.

Aún sigo viviendo en casa de mis padres. Tengo más colores para pintar mi agenda. Escribo líneas sin sentido. Mientras me leo, redescubro lo que me dijeron ayer sobre mi Plan de Investigación: que mi redacción no me deja entender. Claro que no.

Salto de idea en frase y luego vuelvo a la idea para soltarla en otra línea y así sucesivamente. Intento buscar alguna explicación en mi herencia familiar, pero no la encentro. Es complicado. frases incompletas. Mis amigos siempre me lo advierten. No creo darme cuenta. Lo más probable es que las complete en mi cabeza o al decirlas.

No estoy seguro de qué hablar y sin embargo hablo de varias cosas, y, sin embargo, todo guarda un armonioso sentido. Intento relacionar esto con la escrito. Tienes la cabeza muy desordenada, Max. Puede que sí, que ese huevón tenga razón.

Pienso en su trasero. No puedo con tu hipersexualidad. ¿Qué puedo hacer? Solo imagino. Me voy por las tangentes. Es mi vía de escape, mi zona segura. La zona de confort. Eso suena más bonito. Hay que tener una poca de gracia para redactar, y ganas. Sobre todo, ganas. Para todo. Yo le tenía ganas, pero él las perdió. Mi intuición me indica que es el resultado lo que le genera esa barrera. Se lo pierde.

Casi como un relámpago, viene un anuncio divino. Estoy aprendiendo a aceptar esta cuestión, que algunas veces puede tornarse problemática. Lo de irse y volver. Eso. Resulta curioso cuando te tomas un tiempo para ti y te das cuenta que nunca paras de aprender de ti mismo.

Como sea, aún mantengo el blog, y tengo un teclado nuevo. Volveré (por enésima vez).