jueves, 29 de diciembre de 2011

Antes de continuar...


El año se va. Creo que me he tropezado y levantado más que en el 2010. Me han ocurrido varias sucesos importantes a lo largo de este, pero quizá el más trágico haya sido tratar a la muerte, y ver desde mis ojos, y los de otros, como algo se transforma abriendo nuevos caminos, haciéndome revalorar el afecto que muchas personas me brindan día a día, y mi día en sí. Pero, hay más. Por ello, me he planteado hacer una lista de aquellas cosas que marcaron mi 2011. No lo haré con un orden jerárquico, sino tal cual ocurrieron. Establecer una sería muy tedioso, y creo que hacerlo de esta manera es lo más humanamente cercano a la realidad del vivir.

He de admitir que no empecé bien el año. Las peleas con mi madre hicieron que vuelva a rehabilitación por un tiempo. Salía y entraba, o entraba y salía. Algo así. Probé por primera vez coca, y juré no hacerlo de nuevo. Luego del verano, nunca más la he vuelto a probar. Tampoco la recomiendo. Es una estupidez. Por aquella época, mis semanas consistían en ir al antro los miércoles y domingos, embriagarme, ponerme high un toque, y bailar. Lo mismo cuando salía a aquellas reus en Surco. Era una rutina, que felizmente tuvo su final.

Sentí que había probado todo. Decidí empezar la universidad limpio. Por ese entonces, conocí al payasito lindo. Es muy lindo, un buen chico. Nuestras charlas me dieron pie a tratar de ubicarme a mí ahora frente a lo que era yo  hace un par de años. Tuve largos encuentros con mi conciencia buscando el motivo por el cual no sonreía tanto. Me di cuenta que había crecido, pero que eso no era motivo para dejar de ofrecer sonrisas. Pude conocer en ese periodo a nuevos personas, y formar nuevas amistades.

En Julio, celebré por primera vez, luego de más de una década, mi cumpleaños. Fue un logro hacerlo, porque fue una de las metas que me propuse al comenzar al año, y no resultó nada sencillo. Pasé penurias para conseguir un lugar donde realizarlo. Luego, cancelé el evento un día antes. Hice un chongaso para que las cosas salgan como quería, y así salieron. Es increíble esa sensación de autorealización que conlleva hacer bien las cosas. Conocí a Churro.

Salimos unas semanas, y todo era genial.  Hablábamos con regularidad sobre diversas cosas. Jugábamos en la loma, y todo me parecía increíble. Existía una buena química sexual. No lo voy a negar. No obstante eso no fue suficiente, al menos para él. Tampoco sentía que podía avanzar conmigo. Me llegó mucho al pincho, y como si eso fuera poco, mi padrino me dejó. Falleció un lunes en la madrugada de cáncer. Nunca fui a verlo al hospital. No quería verlo mal. Soy muy sensible, y absorbo fuertemente las sensaciones de otros. Ese día lloré.

Pasaron por mi mente muchas imágenes. Demasiadas, diría yo. Veía a mi hermana, y luego a la suya, pero no podía hacerlo por más de 15 segundos, porque ella empezaba a llorar. Me tocaba las manos, sin mirarme, y me decía cuánto había crecido. ¿Cómo pasan los años, no? La mujer tenía la mirada perdida mientras recordaba aquellas veces que me quedaba en la terraza de su apartamento a jugar con su hermano y su familia. Solo estaban sus hermanas, sus hermanos, y su papá. La escena parecía sacada de una película casera, pero yo aún no comprendía cuál era mi rol.

Tengo viva la imagen de su papá alzando su brazo para agitarlo suavemente despidiéndose de su hijo mientras su féretro ingresa lentamente al crematorio. Y la música de fondo... No sé cómo describir bien lo que aconteció después. Aunque, aprendí mucho, especialmente, a apreciar los momentos compartidos con aquellas personas que tanto admiro y que, si bien no no me miran con los mismos ojos, están ahí;  también, me sirvió para acentuar aquella concepción mía sobre la  muerte como una llave hacia una transformación, la que podemos aceptar o no.

Al finalizar el año, viajé con la gente de mi universidad  a Ayacucho. La pasé genial volviendo a la sierra luego de un tiempo. Me reencontré con viejas amistades. Conocí un loco que me volvió a motivar para seguir escribiendo.  Pude perdonarme tanta tonterías, y tomar las riendas de mi relación con los demás.

Ahora, hay dos tipos que me parecen guapos, aunque me inclino más hacia uno. Estoy tratando de modular mi tirria hacia la perra, y de trazarme metas y objetivos a cumplir. Quiero ver a mi hijito, mi blog, crecer. Tengo planes para él también. Tiempo de seguir.

martes, 27 de diciembre de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo. IV

Sí, otra vez. Parece que no me aburre ponerme feeling. Soy como aquella canción de Shakira en la que dice que llora una vez al mes, o algo así. Ayer tuve una crisis. Mientras intentaba conversar con un tipo que me parece guapo, me di cuenta de lo estúpido que me pongo frente a alguien que me atrae. El problema no es ser estúpido, sino no saber cómo manejarlo. Es extraño decir esto, porque usualmente se me ocurren temas de conversación o vías para seguir con una charla fluida, pero con él no. Me intimida.

Quizá sea su experiencia. Le puedo echar la culpa a su edad, y a aquel mito que impregnaron en mi cabeza que dice que los años no pasan por las puras. Y, claro que no, él sigue manteniéndose guapo y más inteligente. Creo que no se auto-define sexy. No lo es. Solo guapo. El otro chico con el que salía sí era sexy, pero no tenía tema de conversación. Este último, en cambio, sí, pero conmigo parece que no. Es una cagada. Cuando intento hablarle, solo atino a preguntarle sobre su día, lo que hizo, y a lanzar un comentario sobre el clima, o lo que comí.

Claro, por algo tengo que empezar, pero no sé. El pobre diablo enamorado, un amigo mío, me dijo que sea más conchudo, menos moscamuerta. Es un reverendo concha. Él ni siquiera le habla al tipo que le agrada, pero ahora él tiene novio... Bueno. Otro amigo me sugirió que me lanzara semi-arrecho con él. "Todos los hombres piensan con el pene", Max. Juro que ahí sí la dude. Es decir, no voy a negar que yo lo hago varias veces, pero cuando estoy solo, no delante del chico que me gusta. Me moriría de vergüenza decirle: Pucha, ¿hace calor, no?, ¿y si nos bañamos?

Por si fuera poco, hay otro huevón que también me parece guapo. No. No soy un pendejo, y lo admito, quizá él lea este post y se pregunte quién carajo es cuando la respuesta para mí resulte obvia, pero bueno. Ya empecé a hablar tonterías. Por supuesto que la respuesta la tengo yo, pero ya, ok. Daré una pista. El segundo tiene el cabello oscuro, y no es tan alto. Fin.

Con él las cosas van 'bien'. Hemos hablado poco, y 'hemos quedado' en vernos luego de fiestas. (Ahora ya debes saber quién es) Me cae bien, pero me jode no poder hablarle mucho. Tampoco busco acercarme tanto. Soy un imbécil, pero un imbécil bueno. Él no me intimida, pero no quiero que me cague. Entonces, me lleno de orgullo, y me digo: No, que él te hable. Sin embargo, acabo no haciéndome caso, y le envío un mensaje para decirle que lo vi, que qué tal la fiesta, etc.

Soy un idiota, un poco antipático, pero también tengo mis cosas buenas. Sé hacer masajes (, aunque quizá eso no se interprete tan bien); sé cocinar un rico lomo saltado, y otros platos; sé redactar bonitas cartas cuando me siento motivado; tengo tema de conversación, y otras cosas más que no quiero decir para no sentirme tan prostituto.  Si tú o tú leen esto, háganmelo saber. Alegrará un poco más mi día.


sábado, 24 de diciembre de 2011

Matadero



Para variar, llegué tarde. De aquí a un tiempo parece que mi cuerpo se hubiera amoldado a la enfermedad de la impuntualidad.  Decidí, ya que no encontré a nadie, ir a comprar puchos a Metro. La cola era inmensa: típico de Miraflores en la noche. Esperé un rato, compré y me fui directo a barranco. No sabía si los vería  allí, pero no perdía nada yendo.

Me encontré con Loreto, Rodrogo, Laceado, Jojo y Almendra, nuestra happy amiga. Todo estaba tranquilo, hasta que la gente empezó a venir. De pronto, apareció la perra acompañada de punto #1. Nos saludamos con abrazo y besito, como íntimos que somos, y pronto volvimos a lanzarnos flores. De rato en rato aparecía con una nueva noticia. Había visto por ahí a su ex acompañado de sus amigos. Me hizo saber que allí estaba 6942386 veces, pero poco le importó para satisfacer sus necesidades caninas.

Laceado no solo estaba un poco aburrido, porque no pasaban Britney, sino también liciado. El costurero no paraba de hablarme, pero como mi atención es disipada no podía prestarle atención todo el rato, lo cual hizo que dejara de hablarme y se vaya con Jojo. Rodrogo, por su lado, gorreaba cerveza a más no poder. Yo me movía por todo el local viendo algo interesante o un suceso importante, pero todo parecía normal. Jojo desaparecía y venía cada vez más ebrio. Algunas veces me sonreía y me quería decir algo, pero se quedaba mudo y se iba.

Me llegó al pincho todo, y compré una cerveza. Empecé  tomarla, hasta que entró la ex-gordita escolar e inmediatamente desaparecí con Rodrogo. Sorry, pero hay figuras que mis ojos no toleran, y mi risa tampoco. Estábamos rajando cuando vi al pobre diablo enamorado de pie en una esquina con la chica de cerquillos de colores. Él me miraba con cara de mosca muerta, porque quería acercárcele a Rodro, pero no hacía nada. Ay, chico, tiene que ser más lanza. Después de que nuestras lenguas se gasten, volvimos con el grupo.

El punto #1 ya se había ido, y era turno del #2 . Estaba de morado, obvio, como un flete. No nos dirigió la palabra , por suerte. Jojo estaba ebrio, y emocionado. El chico que le había echo ojitos hace rato estaba solo en una esquina. Ni lento, ni perezoso se lanzó a la aventura. Admito que las siguientes imágenes que tengo registradas en mi cerebro son muy fuertes como para describirlas, por lo que pondré solo palabras para que se hagan ideas: Agarre, Abrazos, Hombros, Suciedad, Arrastre, Baño, Sofá, Caos. Un verdadero matadero, ¿o debería decir 'Social Suicide'?.

La perra acabó mezclándose con el otro pasivo formando un panetón de pura pasa. Yo no podía creerlo. Loreto y Laceado se habían ido luego del roche, y Rodrogo seguía tonenado con Almendra 'en memoria del caído'. No podía más. Mis ojos estaban cansados, y luego de todo lo que vi y oí decidí que era más que suficiente por una noche. Así que me despedí, tomé un taxi y me fui directo a casa. Fue una noche divertida. En el camino, agradecí que no me tocase un taxista arrecho. Milagro de navidad, dicen.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Las fuerzas y la contingencia

Siempre nos movemos. Algunas veces caemos en círculos, y otras no. Nos trasladamos de un grupo a otro continuamente, por diversos motivos. Creo que existen dos grandes razones que nos obligan  a andar. Una es la fuera exterior, que es todo aquello que está extrínseco a nosotros, de manera simple: el cosmos. La otra es la voluntad propia de querer explorar nuevos círculos, de salir del refugio donde estamos para ver qué hay más allá. Es la lucha constante entre ambas la que nos empuja hacia ciertos caminos, que pueden ser errados o no.

Algunas veces seguimos un sendero que no es el adecuado. Cuando estamos ante una situación así, podemos hacer dos cosas: avanzar, o quedarnos estancados. No considero retroceder una opción, porque no creo que las personas involucionemos. Siempre, como el tiempo, vamos hacia adelante o nos quedamos, para bien o mal.  Decía que teníamos dos rumbos en los cuales encontramos personas, envueltas en determinadas situaciones, que frenan nuestro recorrido e impulsos. Es ahí cuando debemos detenernos a pensar, analizar, ordenar y ejecutar lo planeado con tal de seguir. 

Otras veces parece que todo el trayecto fuese una serendipia. Caminamos por el mundo tropezándonos con personas, que necesitamos ver, pero que no creíamos fuese posible hacerlo. Sin embargo, allí están, al cruzar la calle, en un bus, parados en una esquina, donde sea que tengan que estar. Son esos momentos en los cuales siempre me interrogo, y trato de pensar si fueron casualidades, pero me es difícil concebir eso, puesto que estas de dan por azar, y no creo en esas cosas. Entonces, ¿yo 'jalé' a esa persona?, o ¿hubo algo que la puso allí?

Hace un par de semanas me tracé como meta volver a escribir con mayor continuidad como la hacía antes. No obstante, sabía de dos cosas que limitaban mi tarea. La primera era mi poca voluntad para llevar a cabo mi trayecto, y la segunda mi falta de motivación. Había estado tratando de encontrar una situación de donde jalar una historia, hasta que conocí  a un loco, que era escritor, que me instó a escribir. Yo no pedí que él aparezca, pero ahí estuvo, y la forma cómo le conocí me dio pie a empezar un cuento que ya estoy finalizando. ¿Qué fue eso? No estoy seguro, pero creo que estoy dando los pasos apropiados para que las cosas ocurran a mi favor, y espero así continúe.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Todo sobre mi padre

Mi papá y mi mamá, desde que tengo razón, siempre han trabajado muchas horas. Casi nunca están en casa, salvo los fines de semana. El domingo es el día sacramentado de la familia. Por ello, me crié rodeado de mujeres, entre las que sobresalieron mis hermanas mayores, mi abuela, mi nana, y las tantas chicas que pasaron por mi hogar.

Crecí, y fui desarrollando una sensibilidad especial frente a las cosas. Aprendí diversos roles sociales, y diversas costumbres de distintas formas. Mi papá, el colegio y mis tíos me enseñaron las formas de socialización masculinas, y mi madre, y las demás mujeres, las que debía que tener para con ellas. Tuve la dicha de tener un papá que no negase la feminidad como vía para mostrar la virilidad, a pesar de tener un carácter muy fuerte y dominante para con los demás, similar al de mi madre. Mis hermanas adquirieron  'esa fortaleza' de la  misma manera. Yo, en cambio, no lo hice.

Esto me generó ciertos problemas en mi niñez, pues al no tener alguien a quien enfrentarme más que a mi papá, y ciertos primos, no tenía bien clara la idea de luchar. Sabía competir, eso sí. Lo había hecho desde chiquito con mis amigos y amigas cuando salíamos a jugar, pero eso era todo. Mi papá intentó por diversos métodos tratar de "forjar" mi carácter a través del incentivo en la práctica de ciertos deportes. Así lo hice un tiempo, hasta que me harté, y se lo hice saber. Él se decepcionó mucho, me imagino. Creo que hice bien en decírselo en ese momento, que haber continuado con su sueño.

Sé que a él le hubiera encantado la idea que yo fuese pintor o ingeniero, pero sé que se siente tranquilo sabiendo que hago lo que me gusta, y que lo hago bien. Supongo que es normal para él, como padre, haber desarrollado ciertos sueños y esperanzas conmigo. Especialmente si se tiene en cuenta que soy el menor y el único hombre de tres. Aunque, me siento bien sabiendo que soy distinto de él, y él también.

Es esa diferencia la que nos permite discutir siempre en la mesa del domingo; la que hace que él vea al izquierdismo como unos sucios comunistas, y yo como una ideología distinta a la tradicional; la que hace que él me diga para ir a ver películas de acción, y yo dramas. Es así, y así le tengo mucho cariño, y lo respeto, y él a mí.

***

Lamentablemente, muchas personas creen que  los hijos desarrollan una manera de pensar y obrar similar a la de sus padres. Eso es incorrecto. Creo que el rol de ellos a nivel de formadores en cuanto a hábitos y creencias tiene un límite en el tiempo, y un determinado alcance, y que los hijos escogen, una vez que van aprendiendo a ser más individuales, a elegir qué ruta seguir. La libertad de pensamiento nunca está del todo controlada.

Algunos cargan sobre sí los errores de sus papás, y eso no está bien. Así como no es correcto especular que las malas conductos de aquellos se repetirán en los hijos. De esta forma, por el hecho que mi papá sea un poco homofóbico no quiere decir que yo también lo sea, o porque él  haya sido un poco agresivo conmigo en mi infancia yo tampoco voy a tener que actuar de la misma manera con mis hijos. Esas son tonterías. Uno siempre escoge lo que considera mejor para sí mismo y los demás. Eso es crecer. Ser capaz de observar, analizar un contexto, y tomar una decisión según determinados criterios propios.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Aprender a amarse

Siendo yo
Desde chiquito supe que era diferente. No sabía explicarlo bien. Solo estaba consciente de ello. Como no resultaba de mi interés saber por qué era así, le presté poca atención. Sin embargo, una vez que cumplí los 13 años todo se jodió. Vino la maldita pubertad, y todos esos terribles cambios hormonales me causaron tal irritabilidad, que me hicieron el ser más antisocial de la vida. Por si fuera poco, mi vieja estaba atravesando su menopausia, y en el colegio me jodían de cabro. Claro, ahora lo puedo decir y estar tranquilo. Back in 2004 las cosas no eran tan simples.

Estudié en un colegio católico de hermanos maristas. Hasta ahí todo bacán. Lo jodido era que en mi promoción todos eran varones. Tener 13 años, rasgos afeminados, voz aguda, no jugar bien fulbito, y ser sensible no es lo mejor si estás en un colegio así. Es como una jungla. Conforme avanzas en el camino, solo sobreviven los más fuertes, y, si no tienes correa, te cagaste. 

Por supuesto, la educación basada en valores cristianos se impregnó en mi pequeño cerebro. Eso sumado a las enseñanzas conservadoras de mi madre, y a los comentarios medio homofóbicos de mi viejo, me hicieron creer que de seguir el camino de la mariconada me iría derechito al infierno. Era apenas un púber con 3 vellos púbicos. Tenía miedo de joderme la vida yéndome al infierno, muriendo infeliz. Por supuesto, eso no podía quedarse allí. Mi plan de salvación consistió, durante un par de años, recorrer las sietes iglesias todos los jueves santo, ya que sí lo hacía un número determinado de veces, y pedía por mi descarriada alma, iría al cielo.

Desarrollé una especie de fobia por tratar con hombres, que me hizo odiar todo tipo de fiestas, quinceañeros, bodas y demás eventos donde se congreguen personas. Me aislé por dos años, y, así como la criatura Gollum, dejé que mis miedos se apoderaran de mí hasta consumirme en una profunda depresión. Sin embargo, he de admitir que no estuve solo todo el pesado trayecto. Por esos años, conocí muy buenas personas, y pude acercarme a otras que no las sentía tan cerca de mí. No obstante, nada de eso pudo frenar el golpe.

Por el  2007 ya sabía que era gay, o algo así. Había intentando estúpidamente gilear con chicas para ver si podía tener solución. Claro está, con ninguna funcionó. Tengo aún en mi memoria una escena increíble. Está ella, Tala, sentada en el sofá de su sala, y yo del otro extremo confesándole que me gusta, mientras ella me mira con cara de '¡Qué mierda me estás diciendo Max?'. Luego, empiezo a llorar. No lo hago porque me halla negado de golpe mis sentimientos de afecto, sino porque sé que no tengo remedio, que ya no tengo más esperanzas, y no sé qué hacer.

Esa experiencia sumada a otras hizo que me autodestruyera de la manera más cruel que he conocido. Mi inconsciente me hizo una mala jugada por dos días, y casi me suspenden del colegio por mi estupidez. Buscaba ayuda, pero no de la mejor manera. No sabía cómo hacerlo tampoco. Al final, la obtuve, y pude salir de la tormenta que me envolvía. Me costó mucho trabajo aceptarme quién soy con mis defectos y virtudes. Me costó mucho aprender a convivir con los demás.

Sé que vivir estas experiencias me han hecho una persona más fuerte; no obstante, aún quedan ciertas heridas por sanar. Es complicado ser uno mismo, cuando parece que está mal. Pero, he aprendido, con los años, que está bien ser diferente, siempre respetando y valorando la diferencia de los demás. Algunas veces, uno simplemente tiene que seguir su camino, así le joda al resto, porque uno no puede actuar en beneplácito de terceros toda la vida. Todo es cuestión de voluntad, y huevos. Sobre todo huevos, para pararse ante los demás y decir: Fuck them all, quiero sentirme bien siendo quien soy.


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Back to 2010

Un comentario antes del próximo devenir

Ayer, mientras caminaba con él descubrí que todo está por cambiar. Sí, todo se va a ir a la mierda una vez más. No es su culpa. Tampoco la mía. Es el rumbo de las cosas. Él siempre ha buscado estar con aquellos que guardan una relación más o menos estable, y ahorita todo se esta resquebrajando. Sí, puedo ser un fatalista jodido sobre mi situación actual dentro mi círculo de amigos, pero las columnas ya están rajadas, y no hay ningún albañil dispuesto a restaurarlas. Además, yo creo en los augurios de Enrico. Es cierto que a veces habla huevadas, pero su voz tiene algo que me resulta convincente, y eso me basta.

Solo me faltan 2 cosas para que sea 2010. La primera es un chico que me guste, pero un culo. Que sea de aquellos por los que he llorado meses, y por los que he jurado odiar a algunos de los chicos con los que se han tenido algún tipo de encuentro íntimo. Lo segundo es conocer nuevos amigos. No puedo estar deprimido todo el tiempo, o acabaré maltratándome con pensamientos absurdos sobre una realidad que no existe. Necesito de nuevos amigos que me hagan volver en mí, porque, valga la curiosidad, ando muchas veces volando.

No estoy seguro si pueda soportar todo lo que se avecina. Por si fuera poco, él piensa viajar a Argentina, y mi nana ya no estará más conmigo. ¡Maldita sea! Todos mis seres queridos se largan, y me dejan a merced de Lima y su triste invierno. Me llena de felicidad que viajen para cumplir sus sueños, pero se me parten las esperanzas al imaginarme el día... Lloraré mucho si así ha de cumplirse. Soy sensible, y tragarme las lagrimas es ahogarme en mí.

Enrico nos vaticinó ayer que él y mis amigos nos íbamos a seguir viendo, pero en círculos más pequeños. Le declaró un verano blanco, y a mí uno rosado. Luego naranja para él, y amarillo para mí. Père du jour, ô soleil, ô mon pére! ¡Todo lo que nos espera en este 2012! Mi papá, que es otro  vidente,  piensa que el año que se viene será uno de transformaciones en el cual ocurrirán sucesos alucinantes que nos harán cambiar. Bueno, el suceso ya tocó los pies de mi papá y los de familia, en verdad: mi hermana mayor viajará a Barcelona a cursar una maestría. ¿La veré en un año, dos? No lo sé. Siento que va a pasar un tiempo hasta que los cinco nos podamos reunir...

No pienso en otra cosa que no sea Castor et Pollux. Sí, esa obra de Rameau. La muerte es tan importante algunas veces para avanzar con una historia. La siento presente entre nosotros, y no me da miedo caminar a su lado, sino saber qué hay más allá cuando me suelte la mano y deba marchar por mí mismo, y ellos también. 

La gran transformación

No sé cuándo llegue, pero estoy seguro que me daré cuenta que la estoy viviendo. Quiero sentirme en paz cuando me toque. Espero haber completado 2 o 3 cuentos más para ese entonces, y haber empezado un par de proyectos más. Falta poco para darle la mano, y avanzar. Ya veremos qué pasa cuando me suelte.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Ellos y yo

Nunca he tenido suerte con los chicos que he salido. Digamos que un 90% de ellos aún guardaba una especie de fijación por su ex cuando salían conmigo. Sí es una mierda, especialmente cuando  nunca has tenido novio;  empiezas a creer que hay algo mal en ti y buscas soluciones estúpidas;  tus amigos (y nana si la tienes) te preguntan cada semana cuándo saldrás con alguien; y todo el mundo conspira para recordarte que van pasando años y, cuando llegues a ser mayor, serás un completo lornaza en temas del amor.

Mi amigo Checho me dice que no sé escoger buenos chicos y que él llegará solo; Jojo que quizá esté pagando karma, y mi amiga Sofía que soy un cabro especial. No lo sé. Creo que es más lo primero, aunque no estoy del todo de acuerdo.  Es que, en verdad, es complicado encontrar un  chico ideal. Y digo encontrar porque el mercado es limitado y la exposición de sujetos no es tan variada ni amplia.

¿Y por qué no esperar que llegue?

Porque nunca llegan. Disney  tiene la culpa de esto. Nos han metido en la cabeza que el amor llega en los momentos menos esperados,  que uno simplemente sabe cuándo es, y que acaba  viviendo en un palacio con su príncipe azul. Mentira. Falso. Nos han lavado el cerebro de estupideces  para  hacernos ver que el mundo no es una mierda y tener autoestima, y para que un grupo de personas puedan quedarse con los mejores, y uno, como buen sapo, se quede esperando al suyo.

Escribo esto, y salta a mi mente He’s just no that into you. Si la han visto, deben recordar a Gigi. La pobre mujer no dejaba de salir con diversos chicos, porque sentía que, a pesar de que quizá todos con los que había salido eran unos imbéciles que no la habían tratado del todo bien, ella estaba más cerca del encontrar el amor que Alex. Es así. Uno tiene que luchar por lo que quiere.

¿Qué hacer al final?

Moverse; no suplir la soledad con alguna adicción; dejarle el rollo del  Karma a los esotéricos; dejar de buscar ser el clavo que saca a otro, darse un lugar, y no sé qué más.Sin embargo, vuelvo a leer lo que estoy escribiendo, y ni siquiera yo estoy seguro de eso, porque, ¿de qué sirve cagarse tanto si uno no recibe nada? ¿No resulta más simple ser un pendejo y ya? ¿Los solteros acaso no se sientes bien con su estado? ¿Y si en verdad no sirves para tener relaciones amorosas (porque yo sí creo que no todos pueden conocer el amor en las relaciones interpersonales)?  No sé cómo acabar el póst…