martes, 19 de agosto de 2014

Sangre

He vuelto a creer en los ángeles. La imagen de uno se me apreció entre lineas ayer en la noche. Quizá es un mensaje: seguir con la obra. No quiero que se vaya, pero se tiene que ir. Sangre también volvió. Sangre, Ángel, Entre el cielo y el suelo. 

¿Qué tanto nos ata la sangre? Una vez hice un pacto de sangre con mi hermana. Ella no estaba del todo cuerda por aquel entonces. Su esquizofrenia la poseía, y tenía que sentirse segura. Aquella aguja que pinchó nuestros dedos no dolió; sin embargo, por un instante, pensé que los atravesaría. Moría de pánico. Esa aguja me atravesaba, pero ella no iba a dar su brazo a torcer.  Tenía que saber que estaba allí para ella. No había otra forma. Las personas buscan soluciones poco ortodoxas cuando tienen que protegerse. El punto ya se borró.

Luego, unos años después, Sangre volvió. Solo para joder, apareció en navidad. Me obsequiaron una agenda horrible; me sentí insultado. Mi protesta fue no bajar a desayunar al día siguiente, por lo que recibí una serie de gritos de mi padre que me hizo odiarlo un poco. Ese día me aborté un poco. Ya lo había hecho antes. Sangre apareció, y El Río y El Otoño. Un metal frío. No, sobre mi cuerpo no.

Tuve malos sueños. En uno de ellos, estaba vestido de blanco en medio del desierto cuando una araña grotescamente peluda aparecía en dirección hacia mi. Súbitamente, una serpiente salía de las rocas y se enfrentaban hasta armar un charco de sangre frente a mis pies. Yo lo miraba inquieto, pero un viejo me advertía que no la tomase, ni que me acerque a ella, pues era sangre envenenada. Entonces, despertaba. Desarrollé una obsesión con mis sueños; ellos nos hablan. Todos se confundían. Aún se confunden,  pero ahora son más claros.

Debo terminar el poemario. Las torturas, comos las cárceles, se perfeccionan. No me gusta cómo suena 'torturas'; parece que dijera 'tortugas'. Las ventanas. Casi me olvido de ellas. He desarrollado un extraño fetiche por grabar ventanas.  

lunes, 18 de agosto de 2014

Primer día de trabajo

Me siento extraño. Soy como una paria en un nuevo territorio. Me abruman las noticias y el ruido de la radio. Nunca pensé que una radio podría llegar a ser tan molesta. Parece que todos son máquinas. Sé que no estoy en la Matrix, pero se le parece. Espero la llamada de Morfeo.  Rooney no quiere ver. Quizá mi chompa palo rosa no le guste. A mí me parece linda. Tal vez muy gay para ir así, pero ir de negro tampoco era una opción.

Cada uno frente a su ordenador. Se agrupan juntos para ver la noticia más llamativa. Observo. Soy el nuevo practicante. El nuevo (que no sabía bien cómo pegar las noticias). Las horas pasan lentas; mi culo se achata. Si sigo así, seré una tabla. Oxigeno me asfixia. Todo es tan gris. Me acuerdo de las paredes de mi universidad; sin embargo, entre ellas he pasado momentos tan lindis. Mi mano izquierda se congela. No venir en jockstrap es la nueva regla.

Apunto todo en mi mente. Reviso mi agenda. Tengo que hacer algo, o enloqueceré. Quizá por eso vuelvo a escribir. Tengo que continuar una obra y hablar con Selenco. Sí, Selenco. Tengo un amigo que se llama Arcadio, otro Celestino. Mis amigos piensan que Imanol es un nombre feo. Ya no me gusta tanto como antes. Iba a ser el nombre de mi hijo, ya no.

He leído Saturday Night Thriller, y quiero realizar La Historia De La Imagen Gay Del Perú. Quiero aprender sobre collage, y técnicas de video-arte. Deconstruir para construir. Deconstruir para contar una nueva historia. Traer la periferia al centro. Trans; siempre trans. Quizá todos somos un poco travestis. Menos yo, claro, yo soy muy gay para ser travesti. La puerta suena.

Estoy en la oficina de prensa. "En tus manos está mi destino". Tal vez sea una sentencia. Tengo un poco de miedo de escribir. Pienso en Reinaldo Arenas. No me gustaría que aquello que escribo se traslade hacia mi cuerpo. No podría soportar el dolor. Tampoco sé si sería capaz de tolerar la traición de un amigo o de un amante. Hay una imagen negra. Harper. 

Las paredes son altísimas, amarillísimas. Almuerzo. Tranquilidad post-apocalíptica. Siempre voy y regreso. Me retiro. Rooney sigue sin verme. De pronto, una sonrisa. No todo es tan gris; también hay rosa.


martes, 10 de junio de 2014

Día 0

Hoy me di cuenta que desde hace un tiempo dejé de creer en mí.

Es extraño.

Como estar en un limbo. Casi flotando. ¿Qué habrá después?

Ni idea.

Tampoco sé cuándo o cómo sucedió. Solo pasa, y te descubres un día así mientras te pones el jean.

Es extraño.

lunes, 2 de junio de 2014

Cuántas veces...

¿Cuántas veces nos dejamos morir (sin luchar)?

viernes, 30 de mayo de 2014

Encuentro Fatal


Regla # 69:

Cuando te vayas a follar con un desconocido, NUNCA cierres los ojos y te dejes llevar por la dureza de su miembro. Puedes perder más que un celular por no querer ver.

Hoy perdí mi smartphone de la manera más imbécil posible. No voy a entrar detalle sobre cómo pasó, pero sí diré que fue por arrecho. Qué cagada... Hacía tiempo que no me metían la rata tan hasta al fondo. Me dejé llevar.

Aluciné todo, como siempre. Me compró con su interés por libros, el vino tinto y el incienso. Además, tenía las manos tibias... Hijo de puta. Me dejó su canguro de mierda -nunca subió-. Me dejó con las ganas. Me dejó en la nada. Creo que es una señal. Lo mejor ha sido el almuerzo, y el encontrar mi cama tendida. Ya pasará.



domingo, 25 de mayo de 2014

More Than Meets The Eye


"En el Kennedy, nunca encontrarás el amor." - Anónimo

Quizá creas verlo en una rubia de la calle de las pizzas, o en aquella esquina de Porta, pero no. No es amor, es carne.  

Carne. Enter The Void. Qué tal películon, ¿no? A veces me esfuerzo por divagar más. Así no me siento tan aprisionado entre mis palabras.

Carne. Lo áptico. Tocar con los ojos. ¡Aj, dengue! Es gracioso el sinsentido de las cosas, me gusta. No me esfuerzo por escribir párrafos coherentes, pero si guardan sentido bien. Tampoco es que sea el Godard de los blogguers. 

La amiga tiene razón, pero el maricón no entiende. Pobre chico. Bueno, yo estaba igual. Una vez estaba sentado en la esquina cuando un hombre en sus treintas me preguntó dónde divertirse mientras me sexcuestraba con la mirada. Dignamente, le indiqué un posible lugar sin siquiera ponerme de pie. Él me sugirió que vaya con una sonrisa. Yo bajé la mirada sonrojado. 

Cara de ángel. Solo me faltaba un polo rojo.

The Normal Heart. No me la puedo perder. La primera vez que la vi en el teatro, me devolvió el alma, y las ganas de luchar. La historia te mueve absolutamente todo. Quizá porque me vi allí.  Quizá porque ellos me reconocieron también...  Tenemos que verla.

Debo arreglar mi CV. Qué complicado me resulta buscar trabajo. No sé bien a quién acudir para pedir ayuda. Es el diseño, sí, el diseño... No, el otro. Lo extraño un poco. Manhattan. Se fue a La Plata, y ahora no sé donde está. Luego, te fuiste a Buenos Aires... Cuando regresaba llorando solo a mi casa en el taxi, el taxista me dijo: tranquilo, no se ha ido a Europa. Como si fuese fácil poder abrazarte cuando lo necesite. 


miércoles, 21 de mayo de 2014

No Tocar

Faltan 8 semanas para que termine el ciclo.
Menos de 2 meses para que sea mi cumpleaños.

No sé qué haré cuando todo termine.
Estoy suspendido. No stone, no. Suspendido. Casi flotando.

A lu ci no.

Me gustaría escribir párrafos extensos en los cuales hablar sobre el sexo anal, o sobre las categorías gay y homosexual, o gaycidad y homosexualidad, pero no tengo mucho espacio para la reflexión últimamente. Tengo en la mente "No tocar. Red de Alta tensión."

Me he pegado escuchando a Christina Rosenvinge estos días. Hoy, mientras esperaba el micro, también me he quedado pegado. No, pegadazo. Me miraba lavando platos. Luego, volvía sobre mí, y miraba a la calle a ver si pasada una combi o no.

Zoé. Tu boca. Sí, tu boca. Tu boca es mi perdición, ¿es que no lo ves? Oh, oh... Tu boca es mi perdición,  ¿es que no me crees? Oh, oh... Tu boca es mi perdición... Y quiero perderme.

Lindo, ¿no? Estoy un poco feeling. En este preciso instante, lo estoy. Luego, no sé, pero ahora sí lo estoy.

Tu boca es mi salvación. ¡Ah, sálvame!

Fiel. Creo que volveré a escribir en mi blog.
Ya he asumido que tarde o temprano vuelvo.

El viento frío me aflora. El viento frío del mar. Ver el mar bajo el agua. Debe ser hermoso, pero ahora solo me da nostalgia. ¿Qué habrás visto en ese instante que...? Ese instante. ¿Había luz? No se puede vivir en Lima cuando quien amas muere ahogado. No se puede. Las olas golpeando las rocas.

Me retiro. Nadie como tú. Sobre tu caja, un cartel de No Tocar. Cuidado, No Tocar.






miércoles, 12 de marzo de 2014

Rollos Maternos

Detestaba que tocase la puerta como desquiciada los días que iba al colegio. Alteraba mis nervios. Yo siempre he sabido hacer las cosas de manera pausada, tal vez demasiada para su gusto. Entonces, me abotonaba lentamente, y permanecía minutos contemplando el vaso de leche diario, que tanto detestaba.

No puedo recordar con exactitud desde cuando empezamos a congeniar tan poco, pero sí puedo mencionar que cuando tenía 15 años la ponía tan histérica que hacía que llore conmigo, porque yo no podía entender absolutamente nada de mí, y mi falta de auto-aceptación me convertía en el hijo más cruel y neurótico que una madre podría desear. Era casi como un ritual. Llegaba del colegio deprimido; ella venía del trabajo a descansar a su cuarto; le decía lo absolutamente miserable que me sentía hasta que estallara, y luego me iba. Supongo que tal proyección me liberaba, aunque ella fue perdiendo lentamente la poca sensibilidad que le quedaba.

Con el tiempo, y luego de llevar a 2 de sus 3 hijos al psiquiatra, ella se tranquilizó, pero la culpa quedó. Parece absurdo, pero eso nunca se borra. Es como un cáncer que no lo puedes extraer de ti, y que, aunque no te duela, siempre va a estar ahí, jodiéndote la vida, haciéndote recordar a través de esos repentinos arranques de locura; esas alzadas de voz inexplicables; y demás. Por suerte, yo también me tranquilicé, y nuestra relación mejoró un poco.

Que ahora no nos hagamos llorar mutuamente no significa que las cosas están bien. En verdad, nunca creo que lo lleguen a estar del todo, y tampoco tengo el interés que lo estén. Me cansé. A los 17 años supe que no quería hacer más por nuestra relación. En cierta forma,  eso ha funcionado. Nos matamos menos; sin embargo ciertas marcas nos quedaron. A ella en el corazón, a mí en el cerebro.

A veces pienso que debería sentarme, y afirmarle las veces que sea necesario que, efectivamente, me acuesto con hombres en vez de negarlo como aquel día. Eso la volvería loca, y lloraría como cuando tenía 15 años, pero sería algo reconfortante hacerlo. Pienso, "quizá  así pueda sentirme un poco más". Desafortundamente, no puedo ser tan bastardo con sus sentimientos, aunque algo he trabajado ya el asunto haciéndole saber varias veces que no pienso tener un hijo, sino adoptar uno,y no precisamente con una mujer.

Es curioso reconocer que me cargó 9 meses en su vientre para luego tener que soportar mi parsimonia, y gastar más plata de lo habitual en terapias psicoanalíticas. Algunos hijos deben procurar una relación armoniosa con sus madres para vivir. Otros las tenemos que matar para no morir. Aún no hemos tenido esa charla; solo espero que me agarre con un techo, y una clonazepam en el bolsillo. 

domingo, 2 de marzo de 2014

A Pelo

Ya sea porque nos cuesta admitir las estúpidas consecuencias de nuestros actos, o porque aún vivimos bajo la falsa idea de pudor, solemos omitir o negar en nuestras charlas algo que forma de nuestra vida sexual: el sexo bareback. 

No es que sea una práctica frecuente, pero sí es común que varios -la gran mayoría- de nosotros la haya experimentado alguna vez en pasado. Sin embargo, ese no es problema de fondo. El real issue es que varios niegan dicha práctica, o prefieren no hablar al respecto, sellando así una cuestión que nos afecta no solo como individuos, sino también como miembros de un colectivo (llámalo comunidad, o como quieras) poseedores de un estigma.

La falta de reconocimiento de esta forma de tener sexo silencia otras problemáticas que se envuelven alrededor, como el hecho que varios gays suelen tenerlo con sujetos extraños cuya vida sexual (segura o no) poco o nada se sabe al respecto antes de tirar; que no solo existe la posibilidad de contagio de VIH, sino también de todo un bagaje de ITS, o que tirar con tu cache regular, porque él "no es puta/nunca te cagaría", es seguro.

Desarrollamos como una especie de barrera cuando aparece el tema, porque "Ni cagando nos puede pasar"/"Tienes que ser bien bad luck para que te pase."  No vemos lo  que no queremos ver, aunque esté ante nuestros jodidos ojos. Parece medio absurdo, pero solo hablamos al respecto cuando se presenta un problema, como que tu compañero sexual se haya acostado con un sujeto VIH+; o cuando tus análisis de sangre no son claro, y tienes que hacerte una tercera prueba para asegurar que no tienes nada.

Puede que, efectivamente, sea mucho más placentero tener sexo sin condón, pero tenerlo, porque sí, sin tomar ciertas consideraciones, puede resultar un acto bien inmaduro (y estúpido) con terribles e incómodas consecuencias. ¿Vale tanto arriesgar un orgasmo por una ITS?

 

miércoles, 26 de febrero de 2014

Pasivofobia

Existe un miedo generalizado entre gays a reconocer que se puede asumir una actitud pasiva en el sexo. Parece absurdo que así lo sea, pero varios, aun cuando disfrutan de los placeres del sexo anal, se rehúsan a considerar que les gusta asumir esa postura. Yo le llamo Pasivofobia.

Desde mi perspectiva, todo tiene que ver con un rollo jodido que nos meten en la cabeza que  la sociedad se mueve entre las dicotomías: Domador/Domado; Masculino/Femenino; Arriba/Abajo;  Hombre/Mujer, que nos limitan la posibilidad de flexibilizar nuestra visión sobre el sexo. Quizá nunca nos han inculcado clases de sexo heterosexual en los colegios, pero no importa, pues la sociedad de alguna manera u otra nos enseña que el sexo es entre alguien más masculino y alguien femenino, que alguien penetra y otra es penetrada, y no al revés. Escapar de la dualidad no es nada fácil. 

Como si fuera poco que todo el mundo jode con ello, lo mismo suele ocurrir en la casa. Sí, en ese espacio donde se supone tienes libertad para hacer/conversar de tu vida sexual lo que quieras, también hay "moderadores", que explícita, o implícitamente, limitan la conducta sexual de un sujeto con deseos homosexuales.  Desde la madre religiosa que reprime todo indicio de acto "anti-natural"; los sitios en la mesa,  hasta los dos hermanos mayores que poseen sus enamoradas hace 3 años y esperan por la tuya.

Imaginar una relación con un hombre, entonces, no parece difícil, sino un poco utópico. Decir que disfrutas de un masaje prostático es fuera de este mundo. Por ende, frente a un ambiente opresor, es lógico desarrollar una barrera frente a aquellas caras o imágenes que puedan "denigrar". Es mejor decir que eres activo, y no pasivo, aunque te balancees entre ambos. El problema surge, para mí, cuando se asume tanto tal idea, que, cuando se está en la cama con otro chico, da miedo ser pasivo, porque "yo soy hombre/ qué pensará mi vieja si se entera."

Afortunadamente, con el tiempo, varios logran pasar esas barreras. No todos con el mismo éxito, ni la misma aceptación en sus casas, pero avanzan. No obstante, un número considerable permanece en este juego dicotómico, lo cual les termina generando una serie de angustias difíciles de responder, y una vida sexual de lo más reprimida (desde mi perspectiva, claro). La clave: flexibilizarnos.  

lunes, 17 de febrero de 2014

La ilusión del Fuckbuddy

Sé que puede parecer absurdo, pero aún hay hombres que creen que los fuckbuddies existen. Luego de muchas generaciones de gays que han terminado con el corazón hecho trizas, aún varios persisten en encontrar "ese punto" con el cual tirar y no tener ningún tipo de relación afectiva.  Lo más gracioso es que no son precisamente aquellos que son los más arrechos quienes los buscan, sino los que tienden a ser más pseudoconservadores con la idea de que tirar con uno es suficiente, y no se necesita "ser perra".

¿Qué motiva a un gay a tener uno? Libertad, libertad de flirtear/tirar/lamer/chupar a quien sea sin la exigencia de estar rindiendo cuentas a un sujeto con el que te acuestas continuamente que bien podría ser tu novio. 

Es cierto que varios gays encuentran altamente atractiva la idea de tener una relación "flexible" en la cual tener un Ups! no los separe del otro de por vida. Es decir, una relación "abierta" -palabras que generan espanto entre los más cucufatos-. Eso es lo que ofrece la ilusión del fuckbuddy, pero, detrás de tanta "libertad", ¿no habrá las ganas de tener una relación formal que ha sido negada infinitas veces?

Así mismo, tirar con un solo hombre de manera regular exige cierta fidelidad. Si ambos deciden tener sexo bareback, porque se han testeado absolutamente todo, no pueden estar como una pinga-loca por el mundo. Simplemente, no, porque la pueden cagar, y puede ser que la arrechura les gane, y contraigan alguna ITS que les joda la vida a ambos. Además, como personas que somos, no siempre nos gusta compartir todo. No creo que a todos los chicos les guste compartir la misma verga con el ex (que tanto detestaban) de su ex.

Por último, la rutina del sexo innegablemente termina por generar una serie de sentimientos, lo cual es normal. El problema es cuando estos se entremezclan con amor, o uno busca querer ser correspondido de la misma manera, lo cual no siempre ocurre, y puede hacernos sentir más solos que al comienzo. 

viernes, 14 de febrero de 2014

Bon Voyage, Bel Ami

Por alguna extraña razón, cuando he salido con un chico que  me interesa, no me he podido involucrar sexualmente de una manera que me haga sentir satisfecho; sin embargo, cuando hemos dejado de hacerlo, y ha transcurrido cierto tiempo, hemos tenido un par de encuentros casuales que, más que sorprendernos, han terminado por ayudarnos a cerrar un ciclo.

¿Qué tanto "necesitamos" tirar con esa persona para acabar con todo de una buena vez? No lo sé. En mi caso, tiene que ver con una cuestión de orgullo+ganas+pajazosmentales que deben ser resueltos para poder mantener una relación tranquila, sino sana, con quien alguna vez salí, y fue la fuente de mis pajas nocturnas, mis falsas esperanzas y mis histerias. 

Hace unos días le contaba a un buen amigo, que tengo un pata que está por hacer un gran viaje. Este sujeto fue alguien con quien salí hace un par de años, pero con quien nunca intercambie más que saliva las míseras veces que nos besamos. Ahora se va por no sé cuanto tiempo. Me ha dicho que fácil es un año, pero que si todo le va bien, se queda allí. Esa vez que me contó yo me estaba cagando de risa de cómo afinaba su bajo; todo lo malinterpreto, y él me sigue con la cochinada, y eso me encanta. Estaba tan perdido, entre mi arrechura y la sorpresa, que solo pude decir, ¡Oh!.

Sí, ¡Oh!, como si mi sorpresa fuese a penetrar sus oídos hasta traerlo a mí para conversar una última vez, pero yo soy muy ingrato, y él peor. Quizá debería llamarlo. Lo embriagaría con un vino, como me dijo mi amigo, y luego vería qué pasa. Soy el peor; tal vez, pero es que se va, y aún nada. Supongo que él me dirá "No, Maxtian, ¡no! ¡Estás locazo, carajo!", se reirá, solo se reirá (y yo con él).  



Besos, besos, abrazos, y que tengas un buen viaje.


martes, 11 de febrero de 2014

La Gran Baba

Llega un punto en la vida en el cual descubres que has intercambiado fluidos con el ex de tu amigo. Llega un punto en el cual simplemente asumes que es normal tener algo del otro, porque todos han tenido algo con todos, así sea un quicky en el baño de tu universidad, o de aquel bar. Sin embargo, lo gracioso es cuando se decide asumir  la postura del estrecho ignorante.

La situación es así.  Una reu;  todos en círculo, y XXX cuenta que alguna vez se la chupo a AAA mientras todos caían alcoholizados en el piso de abajo.  Luego, te sorprendes, te indignas -obvio-, y encima llamas perra a tu amigo, aunque hace un par de semanas le hayas enviado un par de fotos porno a su smartphone. ¿Por qué somos así? ¿Por qué nos cuesta admitir tanto que también hemos fornicado, o hecho sexting con AAA? ¿Por qué negamos ciertos encuentros sexuales?

Quizá sea una cuestión de dignidad(?). Claro, si dices que no te metiste con ese huevón, no tienes mancha, y apedreas pendejamente. Tal vez así parezcas menos puta, también. Parece floro, pero decir con quienes te has acostado es también una carta de presentación, que va desde del "Arrecho que nesecita testearse" hasta "Hasta las huevas".

Tal vez, porque quieres no  arruinar tu relación con ese amigo que es más celoso que el carajo, y jura que aún tiene dominio y control total sobre el cuerpo de su ex, aunque él se acueste con medio Lima, porque es soltero y hace lo que quiere. Entonces, quedarte callado no solo está bien, "es lo que tienes que hacer".

Otra razón, y probablemente la más triste, sea que el polvo fue tan malo, que para no cagarlo más, mejor no opinas. Caridad, le dices. Así no te sientes mal.

Sea cual sea la razón, la noche avanza, la fiesta termina, los días avanzan, y en algún momento te enteras que todos ya saben que se la comiste a AAA. Entonces, recapitulas, y te quedas cojudo. ¿Cómo pudieron enterarse!, piensas. Estás indignadísimo, totalmente jodido, pero te acabas de olvidar de un detalle: hace dos semanas le contaste en secreto a YYY del polvo de XXX con AAA. Caíste en el juego.

¿De qué sirve negar ciertos tires cuando eres parte del mismo mundo? No digo que tengas a mano un portafolio de todos por quienes has pasado o que expongas tus experiencias, pero, vamos, ser sinceros con uno mismo y los demás es básico si se quiere entablar buenas relaciones.  Además, hablar de los penes de ciertos tipos con tus patas puede ser todo un tema de conversación. La performance incluso puede dar otra reunión entera. Hay que verlo de esta manera: mejor que se enteren de tu boca, que de un blog de mierda.

domingo, 19 de enero de 2014

Soy soltero y no hago lo que quiero

No tiro cuando, ni cuanto quiero. A veces, ni con quien me da la gana. Tampoco amanezco en la cama que deseo; ni mucho menos de la forma más adecuada. No tomo descontroladamente; ni me juro el yolo del año cojudamente.  No tengo dinero; menos cigarros. Vivo con mis viejos. No consigo prácticas.  No hago ejercicios. No tengo un cuerpazo. Me pierdo entre la fantasía y la realidad. En fin, soy soltero, y no hago (para nada) lo que quiero.

sábado, 18 de enero de 2014

Cuming Back

Me resulta increíble pensar que ha pasado un año desde que decidí dejar este blog. Digamos que quería independizarme de todo, hasta de mí, pero, al final me di cuenta que hay ciertas manías personales con las cuales debo aprender a convivir, como mis viajes a Fantasía. Aún quiero salir de la casa de mis padres, pero ese es otro rollo, que aún no descifro cómo hacerlo, por lo que he decidido escribir una historia al respecto quizá con el fin de descubrir cuáles son los caminos certeros para lograrlo, aunque para ello tenga que perder la poca dignidad que me queda.

El 2013 ha sido un año increíble. Conocí a a un tipo que ha devuelto mi fe en la navidad y en buscar planes para el 14 de febrero: el chico Post-moderno (Post). Él estudia en una reconocida universidad privada; es libra; tiene un carro naranja (sí, naranja); le encanta la literatura, y tiene la terriblemente encantadora capacidad de relajar a este ser casi neurótico que habita en mí, que quiere destruirlo todo, con solo hablar. Sí, así de perfecto es él. Sin embargo; no somos nada, porque él no lo quiso, y porque en aquel periodo mi estabilidad emocional estaba por los suelos, y él, obviamente, no podía ser mi psicoterapeuta 24/7. Tampoco es que quiero que lo sea ahora, pero encontrarnos ha sido increíble.

También, he dirigido un corto; visto muchas e increíbles películas; fumado menos weed, y estado más stone; jugado a la procreación con diversos hombres, y leído más sobre problemáticas/cuestiones TLGBQ, lo cual ha abierto mi perspectiva de las cosas, y me ha permitido comprender mejor por qué carajo hay tanto clacismo entre gays, o por qué el mundo Trans siempre bordea el límite. 

En definitiva, fue un mejor año que el jodido 2012, que solamente quería desaparecer e irme a Neptuno, y tener sexo con cualquier tipo que me hicera olvidar dónde estaba solo para volar un poco más allá de lo normal. Sin contar que ese año subí 4 kilos, y estaba con la menopausia a flor de piel: insoportable.

Este año que comienza tengo varias metas. Algunas parecen utópicas, pero las tengo que/quiero realizar como sea. Más que la llegada, me interesa el camino. Quizá todo sea un caos, y acabe tipeando historias con mi laptop en Wilson a 30 céntimos la cara, mendigando por Alprazolam, pero lo habré intentado, lo habré intentado, y eso, como diría un amigo, ninguna puta conformista me lo va a quitar.