miércoles, 3 de agosto de 2016

Crónica de una intoxicación no anunciada


2:25 -Los dolores comienzan. Millennnium Approaches. Prepare the way!

3:25 - He vomitado todo. Absolutamente todo. Tengo mucho miedo. No vomitaba desde aquella vez que tomé antiretrovirales por primera vez.  El mismo dolor de garganta, las mismas lágrimas. De pronto, en ese estado de caos, recuerdo el color de la tapa de su inodoro y me siento algo vacío. No distingo bien la nausea del mareo, pero me acuerdo de él. Intento alucinar que está detrás mío, bajo el dintel de la puerta, acompañándome. Solo eso. Solo eso, pero no está.

5:25 - Vuelvo a despertar. No me queda más que vomitar agua. Comienzo a sudar, mis manos tiemblan y pienso que quizá debería escribir en ese momento. Nunca he vomitado tanto. No sé qué haré con la pastilla de las 9.  No quiero vomitarla. Tengo la impresión de que me volveré un saco de piel si sigo vomitando como lo estoy haciendo.

6:25 - No llegué al baño. Me siento absurdo, sucio. Completamente sucio. Grito su nombre, pero él no viene. El vacío.

6:30 - Más nauseas. No queda más por vomitar. O eso creo. Esta vez sí llegué. Llamo a un amigo. Me dice que mantenga la calma, que he pasado peores situaciones. Tengo el pantalón sucio. No paro de llorar. Quisiera poder controlar esto, pero no puedo. Me siento absurdamente cansado. Todo es una gran profecía de lo que puede ocurrir.

8:44 - Tomo la segunda pastilla y vuelvo a vomitar. Mis manos tiemblan cada vez que lo hago. Ya no me puedo apoyar sobre la tapa del inodoro, porque mi propio peso me vence. No entiendo bien esto. Pienso en él. Quisiera llamarlo, pero tengo miedo. Una enfermedad es más ligera de a dos. ¿Cómo llamarlo si yo me fui antes?

12:25 - Brand. Amelia Brand en el planeta del Dr. Edmunds. Sola y apacible contra nuestros límites bajo la luz de otro sol. No se puede volver al pasado. Quizá estirarse, ir más lento, pero no volver. No encuentro a San Francisco. Tal vez, no viven ángeles en otras galaxias. No es posible permanecer quietos contra el avance mundo y, sin embargo, debemos detenernos para evitar más cataclismos(?).

13:25 - Tal vez, no detenernos, sino ver dónde estamos, ver nuestros pasos. La nausea se ha detenido.


lunes, 1 de agosto de 2016

Vagando entre postales

Hoy estuve entre Las Dunas y Viñedos. No, estaba en Lima, y recorrí por primera vez la única avenida principal de aquel asentamiento humano en surco que le da la espalda a toda la ciudad detrás de una duna (,¿o es que tal vez se oculta de esta ante los ojos de quien no quiere ver?)

Quizá suene estúpido, pero era un espacio privilegiado y yo un tipo aún más privilegiado que el resto dentro de tanto privilegio. Tenían pistas y veredas, un mercado y una posta de salud. Sí, concreto, comida y salud. Algo tan común y a la vez tan difícil de costear cuando con las justas llegas a ganar el mínimo al mes.

Me sentía un alien en aquel sitio, absurdamente desubicado y, sin embargo, tan parte de. La calle era parte de una estampa capitalina: rejas oxidadas cerrando calles, veredas desniveladas abriéndose paso según podían, emolienteros desconfiados, algún vagabundo de mirada baja, quioscos harto abastecidos con miles de carteles, una olla de barro cocinando a la leña frijoles en la berma del frente de una casa de triplay para tener algo qué desayunar, y yo con mi pelo recientemente pintado de violeta en bad.

El trayecto a Viñedos fue más simple de lo que supuse. Hubo más embarazadas adolescentes de lo que esperaba, pero nada 'fuera de lo normal'. Qué alucinante decir que un embarazo adolescente pueda considerarse 'normal'. Como sea, llegué frente a la plataforma y allí encontré la otra posta. Sin embargo, la asistenta social no estaba. Si quería una respuesta, debía esperar.

Caminé dos cuadras y tomé asiento. En ese instante, tuve un déja vu. Sí, de nuevo el 2014, de nuevo El Parque Fátima, de nuevo yo sentado en un parque a las 10 de la mañana esperando el resultado innegable en una hermosa mañana de invierno. La diferencia es que ya no tenía a Puerto Supe en mi mente, sino al 2 de oros.

Regresé a los 45 minutos, pero ella no había vuelto. Dejé las copias que se requerían y me fui a trabajar. No quiero tirar las cartas. Sé que volveré.