Para variar, Emo nos hizo esperar. Estaba harto. Parecía una
novia loca de celos. Amenacé con dejarlo cuando apareció. Estaba acompañado de
un patin chato, pero buena onda. Nos preguntó si nos molestaba la idea de estar
rodeados de mujeres de “la mala vida”. Por supuesto que no.
Fue así que nos guió a un antro repleto de putas en trajes
apretados. Creo que nunca había estado rodeado de tantas. Mejor dicho, de putas
que sabían lo que eran, porque a Tracadero sí he ido.
El lugar era encantadoramente sórdido. Todo avanzaba sin pisa,
lo cual me impacientaba. Supongo que esperaba algo surreal ¿Alguien dijo Paris,
Texas? Quería verla, pero estaba en Lima. Ni fregando pudo haber llegado hasta
aquí. Quién sabe. Tenía que salir. ¿Qué! Sí, su amigo era una cabra simpática.
Tenía un aire a Barbie.
Ash miraba todo con detenimiento. Parecía un antropólogo
figurándose una tribu no contactada. Emo, por su parte, se dedicaba a tomar y a
hablar sobre el clima con el chico que nos había invitado. Mientras tanto, yo
intentaba no alterarme y acomodar mi cara de culo para no parecer tan
antipático. Los vasos pasaron, algunas palabras fluyeron, y decidí que era
suficiente. Era momento de ir al re-encuentro de prom.
Llegamos y faltaban varios Diegos. Sin embargo, había pasivas
casi todas. Todas más cabras. Todas ebrias. Me encantan las reus, porque
sacan lo peor de las personas. Un par de tragos y coreos fallidas después, Ash
murió. Nunca lo había visto en la shit. Obvio, me hice el loco. Emo me dijo que
se encargaría de él. Ragio. Yo bailaba solo.
Cuando la situación se puso muy darks, y Ash pasaba más
tiempo en el baño que en la sala, pues sentía que la música haría explotar su
cerebro (?), decidí que era suficiente. Nos despedimos, y salimos. Estúpidamente,
tomamos la ruta más larga para llegar a la avenida. Como si fuera poco, Emo
intentó hacerle frente a 3 tipos random que lo jodieron en plena calle y que nos duplicaban en talla. Ni cojuda que
fuese, lo jalé hacia mí. Por suerte, no
pasó a más. Suficiente con cargar un trapo y un borracho necio.
Llegamos al grifo. Ash no pudo resistir. Murió por segunda
vez. Lo reanimamos con Gatorade, y los despedí. Antes de separarnos, Ash miró al cielo y dijo, ¡Hay luna llena,
huevón! ¡Qué hermosa es la luna conchasumadre! Todo cobró sentido.