martes, 10 de marzo de 2015

Noche de Luna

Para variar, Emo nos hizo esperar. Estaba harto. Parecía una novia loca de celos. Amenacé con dejarlo cuando apareció. Estaba acompañado de un patin chato, pero buena onda. Nos preguntó si nos molestaba la idea de estar rodeados de mujeres de “la mala vida”. Por supuesto que no.

Fue así que nos guió a un antro repleto de putas en trajes apretados. Creo que nunca había estado rodeado de tantas. Mejor dicho, de putas que sabían lo que eran, porque a Tracadero sí he ido.

El lugar era encantadoramente sórdido. Todo avanzaba sin pisa, lo cual me impacientaba. Supongo que esperaba algo surreal ¿Alguien dijo Paris, Texas? Quería verla, pero estaba en Lima. Ni fregando pudo haber llegado hasta aquí. Quién sabe. Tenía que salir. ¿Qué! Sí, su amigo era una cabra simpática. Tenía un aire a Barbie.

Ash miraba todo con detenimiento. Parecía un antropólogo figurándose una tribu no contactada. Emo, por su parte, se dedicaba a tomar y a hablar sobre el clima con el chico que nos había invitado. Mientras tanto, yo intentaba no alterarme y acomodar mi cara de culo para no parecer tan antipático. Los vasos pasaron, algunas palabras fluyeron, y decidí que era suficiente. Era momento de ir al re-encuentro de prom.

Llegamos y faltaban varios Diegos. Sin embargo, había pasivas casi todas. Todas más cabras. Todas ebrias. Me encantan las reus, porque sacan lo peor de las personas. Un par de tragos y coreos fallidas después, Ash murió. Nunca lo había visto en la shit. Obvio, me hice el loco. Emo me dijo que se encargaría de él. Ragio. Yo bailaba solo.

Cuando la situación se puso muy darks, y Ash pasaba más tiempo en el baño que en la sala, pues sentía que la música haría explotar su cerebro (?), decidí que era suficiente. Nos despedimos, y salimos. Estúpidamente, tomamos la ruta más larga para llegar a la avenida. Como si fuera poco, Emo intentó hacerle frente a 3 tipos random que lo jodieron en plena calle  y que nos duplicaban en talla. Ni cojuda que fuese,  lo jalé hacia mí. Por suerte, no pasó a más. Suficiente con cargar un trapo y un borracho necio.


Llegamos al grifo. Ash no pudo resistir. Murió por segunda vez. Lo reanimamos con Gatorade, y los despedí. Antes de separarnos,  Ash miró al cielo y dijo, ¡Hay luna llena, huevón! ¡Qué hermosa es la luna conchasumadre! Todo cobró sentido.

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