viernes, 21 de enero de 2011

Mi princesa de Fuego II

Ella respira la libertad restringida desde su habitación. Ha perdido su brillo. Es débil. Cada día al despertar me sonríe para hacerme saber que está bien, me alegro con ella. A veces me abraza, muy suavemente. Jugamos con nuestras manos, y le susurro que está más flaquita. ¿En serio?, me dice. Sí, le digo. Ella se alegra, me gusta verla sonreír. Entonces, bajamos de la mano a desayunar.

Comemos en silencio, o entre risas. Habla poco, y cuando lo hace te fulmina con su mirada sin querer . Lleva en sus ojos la alegría oculta. Siempre sonríe, aunque al recordarse llora. A mí me duele verla así. Nunca sé cómo actuar para que no se ahogue más. Sufre adentro, yo también. Cuando eso ocurre, la abrazo, muy fuerte, y le digo que todo irá bien. Ay flaquito, flaquito, susurra entre sollozos. Yo la acompaño, pero no puedo llorar.

Luego, antes de acostarse, me dice lo mucho que me quiere. Algunos días me quedo a su lado viendo una película mientras le acaricio el pelo. Nunca nos hemos abierto el corazón, pero nos queremos. Dormir con ella es alcanzar el cielo, y ver que estás con un ser divino a tu lado. Su paz es mi consuelo. Lamentablemnte, mi consuelo no es su mejor opción.

jueves, 20 de enero de 2011

Hold It Against Me

Eran las 9 de la noche, y mi madre no daba señales de vida. Tampoco había llevado el celular. Le gusta joderme cada vez que sabe que voy a salir. Empezaba a sufrir de ansiedad, mientras mi hermana y la empleada me calmaban tontamente. Se suponía que volvería a más tardar a las 8 p.m., ya que solo iría a un té de tías con una prima suya, pero no. Cuando el reloj marcó las 9:15, me encontraba en la puerta, mas ella acababa de llegar. La saludé apresuradamente, y con una cara de molestia, me dio el dinero que tanto había esperado para poder salir. Partí casi corriendo al paradero para ir en el metropolitano. En el trayecto, pensaba, Ojalá estos webones no me hayan dejado, sino me cagué.

Sin embargo, cuando llegué, mis ojos se iluminaron al saber que no me habían abandonado. Allí estaban Ch, jo, Ri, La y dos chicas más. Saludé a todos de una manera muy impersonal y avergonzada, puesto que varios allí me habían esperado más de 40 minutos, y partimos a la casa de Que. Tomamos un micro hasta Javier Prado con Arequipa, y desde ahí un taxi hasta la casa del cumpleañero. Llegamos, y me di con la curiosa sorpresa de encontrar que mi amigo Jojo no sus estaba con sus "ameos". Le saludé con un abrazo, y me fui a comprar puchos con él. Hablamos un poco de la fiesta, las amistades, su rehab, entre otras cosas. Ese día estaba vestido regio, como siempre; no obstante, sus medias adYdas fueron las que llamaron poderosamente mi atención. Nada es perfecto en la vida.


Luego de ese mareo visual, recorrer las casa, saludar otras personas e intercambiar unas palabras, llegaron sus queridos. Lo dejé, y me fui a la cocina. Parecía el Sachi, pero la gente no era tóxica, y no había luces de neón. Me serví un poco de ron con coca-cola, mientras tanto I intentaba botar a todos a la sala. En el fondo de la casa se encontraba una habitación tan sombría, que parecía cuarto oscuro. Poco a poco algunas personas se empezaron a acercar más y más al dichoso lugar. Les picaba, creo; aunque, yo, joven inexperto de 19 años, decidí mejor ir a la cocina. En ese momento, acaba de llegar D con su estimado Mar y Ti. Inmediatamente, me acerqué a saludarles. Para mi suerte, fue más cortés de lo que esperaba, por lo que no tuve ninguna crítica que hacer. Los chibolos siempre ponen al fin y al cabo, ¿no?


Como el amor hacia mí se incrementaba conforme avanzaba la noche, me fui a la sala a bailar con Son. Reventamos la piñata, todos buscaban sus condones. Me quedé con 2 sabor chocolate. No pasaron más de 2 canciones cuando pude ver cuatro parejas agarrando de lo lindo. El garaje tampoco estaba solo según recuerdo. La mayoría tenía su punto, e hicieron cuanto uso de sus labios pudieron. Me hubiese parecido normal, de no haber sido por la pasión emergente de sus besos que se hacía notar así no quisieran entre todos. ¿Hormonas revueltas? No lo sé, pero la gente estaba muy cariñosa. Lamentablemente, como no soporto tanto afecto, me salí de allí. Estaba entrando al baño, cuando un amigo lo hizo conmigo, y cerró la puerta. Dije para mí, ¿What the fuck está pasando acá! O sea, tú y yo nada que ver.


Me miró, y me dijo que también quería orinar. Lo hice, me coloqué a un lado y empezamos a hablar. Felizmente pensó igual que yo. Salimos, y Son nos observó con cara de miedo. Parecía que nunca había visto un par de gays saliendo del baño. En el patio, vi a mi amigo Jojo sentado con sus amistasis y dos chiquitos más, A y Ber. Me acerqué, y los saludé. A me pareció muy afable, Ber seguía con su "pancita". Después de platicar muy brevemente, quería tomar más, mas no había más gaseosa con qué mezclar el trago. Me quise morir. Entendí lo que sintió Lindsay Lohan cuando estaba en rehab. De pronto, la puerta prohibida se abrió, y los presentes fuimos testigos de "la subida de pantalón".


Como no sé mucho de las causas de tal accionar, me abstengo a decir más. No obstante, no voy a negar que tal hecho me causó una profunda conmoción igual que a los otros asistentes. Al cabo de una hora, los efectos del alcohol se hicieron sentir. Además, I comenzó repartir una sandía cuyo contenido hasta ahora me parece indescifrable. Cualquiera que había bebido de ese líquido lo escupía, o caía muerto. Me bastó un ligero sorbo para darme cuenta que después de esto la gente caería al suelo. Algunos seguían agarrando, otros se iban -caletamente- de la manita a la sala para hacerlo, unos se ponían histéricos, un grupo hacía de enfermeros, y un tanto se quería ir por otras razones.


Poco a poco, la casa se quedó con solo 12 gatos, entre los cuales estaba yo. No había más trago, ni puchos: mi tiempo allí había acabado. Ja tuvo la amabilidad de prestarme 10 soles con los que pude regresarme a mi casa, por lo cual le estoy agradecido. Al final, creo que muchos cumplieron con sus objetivos, a pesar del desagrado que haya causado en ciertas personas. Como dice la frase, "No todo en la vida es color de rosa".


martes, 4 de enero de 2011

Juego de niños

Lo conocí cuando tenía 2 años. Siempre peleábamos. No lo hacíamos porque nos llevásemos mal, sino porque nos gustaba competir. Buscaba cualquier pretexto para hacerme ver su fuerza, y yo, que detesto debilidad, le retaba. Era como mi hermano mayor. Sin embargo, los años pasaron y fue hasta que tuve 12 que lo vi después de 6 largos años. Él acababa de cumplir 13, su cuerpo se estaba haciendo más fuerte, y no dejaba de hablar de sexo cual chico que recién empieza a redescubrir su cuerpo.

Nunca tuve ningún problema con ello. Me daba confianza. Habíamos dormido, reído y jugado juntos desde muy pequeños. Sin embargo, existía un brillo especial cuando se refería a Gabriela, la chica bonita con la que jugábamos. Ella era alta, de cuerpo formado, trigueña, cosa que no me gustaba, pero a él le encantaba. Pensaba que mi primo estaba loco. Era una muchacha muy guapa y educada, mas no lo suficiente como para ponerme estúpido, empezar a follar la almohada, y decir cómo la haría sentir mía.

Un día nos invitó a una pijamada. Me dieron permiso para ir, a él no. No lo supe hasta cuando me lo contó en mi habitación esa noche. Estaba tranquilo viendo televisión desde mi cama, cosa que era rara en él. Empecé a fastidiarlo. Le daba pequeños golpes en la pierna para animarlo. De pronto, se levantó de la cama y me empujó hacia esta. Cuando me di cuenta, tenía mis brazos inmovilizados con sus piernas, mientras que con sus brazos intentaba sujetarme las piernas. El que se queda quieto más tiempo pierde, me dijo. Sonreí.

Por más que intentaba safarme no podía, su resistencia siempre ha sido fuerte. De pronto, vi que su pecho estaba vacío y con una pierna lo empujé. Me tiré encima suyo frente a frente, hasta que sus manos doblegaron a las mías. Sonreíamos y tratábamos de poner la mayor fuerza cada vez que veíamos un punto débil en alguno de nosotros. Súbitamente, me volcó boca abajo, y encruzó su brazo derecho con el mio apoyando su palma contra la parte trasera de mi cabeza de manera que no me pude mover. Nos hallabamos así cuando se detuvo.

Empezó a respirar fuerte, se encontraba agitado al igual que yo. Giré el rostro, y nos vimos. Supe allí que me gustaba tenerlo cerca. Todo fue muy extraño. Sabía que me encantaba estar a su lado, pero ¿de esta forma? Pasaron varias preguntas por mi mente en un solo fragmento de minuto cuando el abrió ligeramente los labios, y me dijo al odio: ha sido suficiente, ve. Me aparte cuidadosamente de su cuerpo, le di un abrazo, y me fui. Tenía una sonrisa cuando nos despedimos.