sábado, 22 de abril de 2017

Visiones de otoño

So, I tried...

En realidad, algo.

Sí, algo, y las cosas no funcionaron como esperada que funcionen. Mejor dicho, era plenamente consciente que no funcionarían como quería que fuese, pero no lo quería ver. Nuevamente, la ceguera. Automne et brouillard.

And i'm lost, y es una mañana fresca, con ese aire frío que se dejaba extrañar luego de una verano insoportable cuya sombra soleada amenaza con expandirse por no sé cuántas más semanas. I'm lost y sabía que en cualquier momento caería aquí. Sí, resulta inevitable no volver sobre ciertos pasos, sobre ciertas áreas que creía superadas tontamente.

Dudo que avance mucho con el canal. Es más un pretexto para concentrar mi mente en algo, que algo del cual pueda beneficiarme luego. Como sea, dedicarme a editar videos toma mucho tiempo. Horas, en verdad. Más porque soy absurdamente ido y me levanto de mi sitio cada 15 minutos para meditar sobre lo que estoy haciendo, para recrear situaciones de éxito alucinantes que sé son improbables que pasen, para saberme presente y reconocer qué diantres estoy haciendo conmigo antes de tener la vaga conciencia que el tiempo se agota.

Sí, estas semanas he sentido que el tiempo discurre. El tiempo visto como una cuestión líquida. Demasiada sequía mental.  Algunos días despierto y siento que todo se a-gota. Con todo, el tiempo, y cada vez me encuentro más cerca de aquella terrible situación en la que no sé cómo haré para sobrevivir, porque me da pánico la rutina, porque me da mucho miedo encontrarme hambriento, sin nada más que ofrecer que una manzanilla.

No entiendo bien en qué devendrá esto. Me viene como un flash la cara de J.K Rowling hablando sobre su experiencia de fracasar en el preciso instante en que menciona 'I've failed'. El verdadero pánico encaletado tras un discurso de graduación. El pánico saboreado y almacenado en un rincón especial de la memoria.

A veces me gusta creer que tendré que vivir un estado de mierda para luego resurgir, pero me paraliza de sobremanera la idea de pasar hambre, pero, sobretodo, de no encontrar una salida y caer en aquel estado de pobreza absoluta que no solo te deja famélico, sino ciego frente a las posibilidades de avanzar.

No sé bien cómo afrontaría esa situación. Me aterra saberme limitado en mis capacidades de seguir. La verdad es que no encuentro una vía de escape clara, una rendija de aire. Y, sin embargo, el tiempo se a-gota. El tiempo discurre y con él los instantes no vividos de una vida que pasa sin más, que solo se deja llevar por el agua de la corriente hasta llegar al mar. El bendito mar que no discrimina.