martes, 19 de agosto de 2014

Sangre

He vuelto a creer en los ángeles. La imagen de uno se me apreció entre lineas ayer en la noche. Quizá es un mensaje: seguir con la obra. No quiero que se vaya, pero se tiene que ir. Sangre también volvió. Sangre, Ángel, Entre el cielo y el suelo. 

¿Qué tanto nos ata la sangre? Una vez hice un pacto de sangre con mi hermana. Ella no estaba del todo cuerda por aquel entonces. Su esquizofrenia la poseía, y tenía que sentirse segura. Aquella aguja que pinchó nuestros dedos no dolió; sin embargo, por un instante, pensé que los atravesaría. Moría de pánico. Esa aguja me atravesaba, pero ella no iba a dar su brazo a torcer.  Tenía que saber que estaba allí para ella. No había otra forma. Las personas buscan soluciones poco ortodoxas cuando tienen que protegerse. El punto ya se borró.

Luego, unos años después, Sangre volvió. Solo para joder, apareció en navidad. Me obsequiaron una agenda horrible; me sentí insultado. Mi protesta fue no bajar a desayunar al día siguiente, por lo que recibí una serie de gritos de mi padre que me hizo odiarlo un poco. Ese día me aborté un poco. Ya lo había hecho antes. Sangre apareció, y El Río y El Otoño. Un metal frío. No, sobre mi cuerpo no.

Tuve malos sueños. En uno de ellos, estaba vestido de blanco en medio del desierto cuando una araña grotescamente peluda aparecía en dirección hacia mi. Súbitamente, una serpiente salía de las rocas y se enfrentaban hasta armar un charco de sangre frente a mis pies. Yo lo miraba inquieto, pero un viejo me advertía que no la tomase, ni que me acerque a ella, pues era sangre envenenada. Entonces, despertaba. Desarrollé una obsesión con mis sueños; ellos nos hablan. Todos se confundían. Aún se confunden,  pero ahora son más claros.

Debo terminar el poemario. Las torturas, comos las cárceles, se perfeccionan. No me gusta cómo suena 'torturas'; parece que dijera 'tortugas'. Las ventanas. Casi me olvido de ellas. He desarrollado un extraño fetiche por grabar ventanas.  

lunes, 18 de agosto de 2014

Primer día de trabajo

Me siento extraño. Soy como una paria en un nuevo territorio. Me abruman las noticias y el ruido de la radio. Nunca pensé que una radio podría llegar a ser tan molesta. Parece que todos son máquinas. Sé que no estoy en la Matrix, pero se le parece. Espero la llamada de Morfeo.  Rooney no quiere ver. Quizá mi chompa palo rosa no le guste. A mí me parece linda. Tal vez muy gay para ir así, pero ir de negro tampoco era una opción.

Cada uno frente a su ordenador. Se agrupan juntos para ver la noticia más llamativa. Observo. Soy el nuevo practicante. El nuevo (que no sabía bien cómo pegar las noticias). Las horas pasan lentas; mi culo se achata. Si sigo así, seré una tabla. Oxigeno me asfixia. Todo es tan gris. Me acuerdo de las paredes de mi universidad; sin embargo, entre ellas he pasado momentos tan lindis. Mi mano izquierda se congela. No venir en jockstrap es la nueva regla.

Apunto todo en mi mente. Reviso mi agenda. Tengo que hacer algo, o enloqueceré. Quizá por eso vuelvo a escribir. Tengo que continuar una obra y hablar con Selenco. Sí, Selenco. Tengo un amigo que se llama Arcadio, otro Celestino. Mis amigos piensan que Imanol es un nombre feo. Ya no me gusta tanto como antes. Iba a ser el nombre de mi hijo, ya no.

He leído Saturday Night Thriller, y quiero realizar La Historia De La Imagen Gay Del Perú. Quiero aprender sobre collage, y técnicas de video-arte. Deconstruir para construir. Deconstruir para contar una nueva historia. Traer la periferia al centro. Trans; siempre trans. Quizá todos somos un poco travestis. Menos yo, claro, yo soy muy gay para ser travesti. La puerta suena.

Estoy en la oficina de prensa. "En tus manos está mi destino". Tal vez sea una sentencia. Tengo un poco de miedo de escribir. Pienso en Reinaldo Arenas. No me gustaría que aquello que escribo se traslade hacia mi cuerpo. No podría soportar el dolor. Tampoco sé si sería capaz de tolerar la traición de un amigo o de un amante. Hay una imagen negra. Harper. 

Las paredes son altísimas, amarillísimas. Almuerzo. Tranquilidad post-apocalíptica. Siempre voy y regreso. Me retiro. Rooney sigue sin verme. De pronto, una sonrisa. No todo es tan gris; también hay rosa.