lunes, 18 de agosto de 2014

Primer día de trabajo

Me siento extraño. Soy como una paria en un nuevo territorio. Me abruman las noticias y el ruido de la radio. Nunca pensé que una radio podría llegar a ser tan molesta. Parece que todos son máquinas. Sé que no estoy en la Matrix, pero se le parece. Espero la llamada de Morfeo.  Rooney no quiere ver. Quizá mi chompa palo rosa no le guste. A mí me parece linda. Tal vez muy gay para ir así, pero ir de negro tampoco era una opción.

Cada uno frente a su ordenador. Se agrupan juntos para ver la noticia más llamativa. Observo. Soy el nuevo practicante. El nuevo (que no sabía bien cómo pegar las noticias). Las horas pasan lentas; mi culo se achata. Si sigo así, seré una tabla. Oxigeno me asfixia. Todo es tan gris. Me acuerdo de las paredes de mi universidad; sin embargo, entre ellas he pasado momentos tan lindis. Mi mano izquierda se congela. No venir en jockstrap es la nueva regla.

Apunto todo en mi mente. Reviso mi agenda. Tengo que hacer algo, o enloqueceré. Quizá por eso vuelvo a escribir. Tengo que continuar una obra y hablar con Selenco. Sí, Selenco. Tengo un amigo que se llama Arcadio, otro Celestino. Mis amigos piensan que Imanol es un nombre feo. Ya no me gusta tanto como antes. Iba a ser el nombre de mi hijo, ya no.

He leído Saturday Night Thriller, y quiero realizar La Historia De La Imagen Gay Del Perú. Quiero aprender sobre collage, y técnicas de video-arte. Deconstruir para construir. Deconstruir para contar una nueva historia. Traer la periferia al centro. Trans; siempre trans. Quizá todos somos un poco travestis. Menos yo, claro, yo soy muy gay para ser travesti. La puerta suena.

Estoy en la oficina de prensa. "En tus manos está mi destino". Tal vez sea una sentencia. Tengo un poco de miedo de escribir. Pienso en Reinaldo Arenas. No me gustaría que aquello que escribo se traslade hacia mi cuerpo. No podría soportar el dolor. Tampoco sé si sería capaz de tolerar la traición de un amigo o de un amante. Hay una imagen negra. Harper. 

Las paredes son altísimas, amarillísimas. Almuerzo. Tranquilidad post-apocalíptica. Siempre voy y regreso. Me retiro. Rooney sigue sin verme. De pronto, una sonrisa. No todo es tan gris; también hay rosa.


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