jueves, 29 de diciembre de 2011

Antes de continuar...


El año se va. Creo que me he tropezado y levantado más que en el 2010. Me han ocurrido varias sucesos importantes a lo largo de este, pero quizá el más trágico haya sido tratar a la muerte, y ver desde mis ojos, y los de otros, como algo se transforma abriendo nuevos caminos, haciéndome revalorar el afecto que muchas personas me brindan día a día, y mi día en sí. Pero, hay más. Por ello, me he planteado hacer una lista de aquellas cosas que marcaron mi 2011. No lo haré con un orden jerárquico, sino tal cual ocurrieron. Establecer una sería muy tedioso, y creo que hacerlo de esta manera es lo más humanamente cercano a la realidad del vivir.

He de admitir que no empecé bien el año. Las peleas con mi madre hicieron que vuelva a rehabilitación por un tiempo. Salía y entraba, o entraba y salía. Algo así. Probé por primera vez coca, y juré no hacerlo de nuevo. Luego del verano, nunca más la he vuelto a probar. Tampoco la recomiendo. Es una estupidez. Por aquella época, mis semanas consistían en ir al antro los miércoles y domingos, embriagarme, ponerme high un toque, y bailar. Lo mismo cuando salía a aquellas reus en Surco. Era una rutina, que felizmente tuvo su final.

Sentí que había probado todo. Decidí empezar la universidad limpio. Por ese entonces, conocí al payasito lindo. Es muy lindo, un buen chico. Nuestras charlas me dieron pie a tratar de ubicarme a mí ahora frente a lo que era yo  hace un par de años. Tuve largos encuentros con mi conciencia buscando el motivo por el cual no sonreía tanto. Me di cuenta que había crecido, pero que eso no era motivo para dejar de ofrecer sonrisas. Pude conocer en ese periodo a nuevos personas, y formar nuevas amistades.

En Julio, celebré por primera vez, luego de más de una década, mi cumpleaños. Fue un logro hacerlo, porque fue una de las metas que me propuse al comenzar al año, y no resultó nada sencillo. Pasé penurias para conseguir un lugar donde realizarlo. Luego, cancelé el evento un día antes. Hice un chongaso para que las cosas salgan como quería, y así salieron. Es increíble esa sensación de autorealización que conlleva hacer bien las cosas. Conocí a Churro.

Salimos unas semanas, y todo era genial.  Hablábamos con regularidad sobre diversas cosas. Jugábamos en la loma, y todo me parecía increíble. Existía una buena química sexual. No lo voy a negar. No obstante eso no fue suficiente, al menos para él. Tampoco sentía que podía avanzar conmigo. Me llegó mucho al pincho, y como si eso fuera poco, mi padrino me dejó. Falleció un lunes en la madrugada de cáncer. Nunca fui a verlo al hospital. No quería verlo mal. Soy muy sensible, y absorbo fuertemente las sensaciones de otros. Ese día lloré.

Pasaron por mi mente muchas imágenes. Demasiadas, diría yo. Veía a mi hermana, y luego a la suya, pero no podía hacerlo por más de 15 segundos, porque ella empezaba a llorar. Me tocaba las manos, sin mirarme, y me decía cuánto había crecido. ¿Cómo pasan los años, no? La mujer tenía la mirada perdida mientras recordaba aquellas veces que me quedaba en la terraza de su apartamento a jugar con su hermano y su familia. Solo estaban sus hermanas, sus hermanos, y su papá. La escena parecía sacada de una película casera, pero yo aún no comprendía cuál era mi rol.

Tengo viva la imagen de su papá alzando su brazo para agitarlo suavemente despidiéndose de su hijo mientras su féretro ingresa lentamente al crematorio. Y la música de fondo... No sé cómo describir bien lo que aconteció después. Aunque, aprendí mucho, especialmente, a apreciar los momentos compartidos con aquellas personas que tanto admiro y que, si bien no no me miran con los mismos ojos, están ahí;  también, me sirvió para acentuar aquella concepción mía sobre la  muerte como una llave hacia una transformación, la que podemos aceptar o no.

Al finalizar el año, viajé con la gente de mi universidad  a Ayacucho. La pasé genial volviendo a la sierra luego de un tiempo. Me reencontré con viejas amistades. Conocí un loco que me volvió a motivar para seguir escribiendo.  Pude perdonarme tanta tonterías, y tomar las riendas de mi relación con los demás.

Ahora, hay dos tipos que me parecen guapos, aunque me inclino más hacia uno. Estoy tratando de modular mi tirria hacia la perra, y de trazarme metas y objetivos a cumplir. Quiero ver a mi hijito, mi blog, crecer. Tengo planes para él también. Tiempo de seguir.

martes, 27 de diciembre de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo. IV

Sí, otra vez. Parece que no me aburre ponerme feeling. Soy como aquella canción de Shakira en la que dice que llora una vez al mes, o algo así. Ayer tuve una crisis. Mientras intentaba conversar con un tipo que me parece guapo, me di cuenta de lo estúpido que me pongo frente a alguien que me atrae. El problema no es ser estúpido, sino no saber cómo manejarlo. Es extraño decir esto, porque usualmente se me ocurren temas de conversación o vías para seguir con una charla fluida, pero con él no. Me intimida.

Quizá sea su experiencia. Le puedo echar la culpa a su edad, y a aquel mito que impregnaron en mi cabeza que dice que los años no pasan por las puras. Y, claro que no, él sigue manteniéndose guapo y más inteligente. Creo que no se auto-define sexy. No lo es. Solo guapo. El otro chico con el que salía sí era sexy, pero no tenía tema de conversación. Este último, en cambio, sí, pero conmigo parece que no. Es una cagada. Cuando intento hablarle, solo atino a preguntarle sobre su día, lo que hizo, y a lanzar un comentario sobre el clima, o lo que comí.

Claro, por algo tengo que empezar, pero no sé. El pobre diablo enamorado, un amigo mío, me dijo que sea más conchudo, menos moscamuerta. Es un reverendo concha. Él ni siquiera le habla al tipo que le agrada, pero ahora él tiene novio... Bueno. Otro amigo me sugirió que me lanzara semi-arrecho con él. "Todos los hombres piensan con el pene", Max. Juro que ahí sí la dude. Es decir, no voy a negar que yo lo hago varias veces, pero cuando estoy solo, no delante del chico que me gusta. Me moriría de vergüenza decirle: Pucha, ¿hace calor, no?, ¿y si nos bañamos?

Por si fuera poco, hay otro huevón que también me parece guapo. No. No soy un pendejo, y lo admito, quizá él lea este post y se pregunte quién carajo es cuando la respuesta para mí resulte obvia, pero bueno. Ya empecé a hablar tonterías. Por supuesto que la respuesta la tengo yo, pero ya, ok. Daré una pista. El segundo tiene el cabello oscuro, y no es tan alto. Fin.

Con él las cosas van 'bien'. Hemos hablado poco, y 'hemos quedado' en vernos luego de fiestas. (Ahora ya debes saber quién es) Me cae bien, pero me jode no poder hablarle mucho. Tampoco busco acercarme tanto. Soy un imbécil, pero un imbécil bueno. Él no me intimida, pero no quiero que me cague. Entonces, me lleno de orgullo, y me digo: No, que él te hable. Sin embargo, acabo no haciéndome caso, y le envío un mensaje para decirle que lo vi, que qué tal la fiesta, etc.

Soy un idiota, un poco antipático, pero también tengo mis cosas buenas. Sé hacer masajes (, aunque quizá eso no se interprete tan bien); sé cocinar un rico lomo saltado, y otros platos; sé redactar bonitas cartas cuando me siento motivado; tengo tema de conversación, y otras cosas más que no quiero decir para no sentirme tan prostituto.  Si tú o tú leen esto, háganmelo saber. Alegrará un poco más mi día.


sábado, 24 de diciembre de 2011

Matadero



Para variar, llegué tarde. De aquí a un tiempo parece que mi cuerpo se hubiera amoldado a la enfermedad de la impuntualidad.  Decidí, ya que no encontré a nadie, ir a comprar puchos a Metro. La cola era inmensa: típico de Miraflores en la noche. Esperé un rato, compré y me fui directo a barranco. No sabía si los vería  allí, pero no perdía nada yendo.

Me encontré con Loreto, Rodrogo, Laceado, Jojo y Almendra, nuestra happy amiga. Todo estaba tranquilo, hasta que la gente empezó a venir. De pronto, apareció la perra acompañada de punto #1. Nos saludamos con abrazo y besito, como íntimos que somos, y pronto volvimos a lanzarnos flores. De rato en rato aparecía con una nueva noticia. Había visto por ahí a su ex acompañado de sus amigos. Me hizo saber que allí estaba 6942386 veces, pero poco le importó para satisfacer sus necesidades caninas.

Laceado no solo estaba un poco aburrido, porque no pasaban Britney, sino también liciado. El costurero no paraba de hablarme, pero como mi atención es disipada no podía prestarle atención todo el rato, lo cual hizo que dejara de hablarme y se vaya con Jojo. Rodrogo, por su lado, gorreaba cerveza a más no poder. Yo me movía por todo el local viendo algo interesante o un suceso importante, pero todo parecía normal. Jojo desaparecía y venía cada vez más ebrio. Algunas veces me sonreía y me quería decir algo, pero se quedaba mudo y se iba.

Me llegó al pincho todo, y compré una cerveza. Empecé  tomarla, hasta que entró la ex-gordita escolar e inmediatamente desaparecí con Rodrogo. Sorry, pero hay figuras que mis ojos no toleran, y mi risa tampoco. Estábamos rajando cuando vi al pobre diablo enamorado de pie en una esquina con la chica de cerquillos de colores. Él me miraba con cara de mosca muerta, porque quería acercárcele a Rodro, pero no hacía nada. Ay, chico, tiene que ser más lanza. Después de que nuestras lenguas se gasten, volvimos con el grupo.

El punto #1 ya se había ido, y era turno del #2 . Estaba de morado, obvio, como un flete. No nos dirigió la palabra , por suerte. Jojo estaba ebrio, y emocionado. El chico que le había echo ojitos hace rato estaba solo en una esquina. Ni lento, ni perezoso se lanzó a la aventura. Admito que las siguientes imágenes que tengo registradas en mi cerebro son muy fuertes como para describirlas, por lo que pondré solo palabras para que se hagan ideas: Agarre, Abrazos, Hombros, Suciedad, Arrastre, Baño, Sofá, Caos. Un verdadero matadero, ¿o debería decir 'Social Suicide'?.

La perra acabó mezclándose con el otro pasivo formando un panetón de pura pasa. Yo no podía creerlo. Loreto y Laceado se habían ido luego del roche, y Rodrogo seguía tonenado con Almendra 'en memoria del caído'. No podía más. Mis ojos estaban cansados, y luego de todo lo que vi y oí decidí que era más que suficiente por una noche. Así que me despedí, tomé un taxi y me fui directo a casa. Fue una noche divertida. En el camino, agradecí que no me tocase un taxista arrecho. Milagro de navidad, dicen.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Las fuerzas y la contingencia

Siempre nos movemos. Algunas veces caemos en círculos, y otras no. Nos trasladamos de un grupo a otro continuamente, por diversos motivos. Creo que existen dos grandes razones que nos obligan  a andar. Una es la fuera exterior, que es todo aquello que está extrínseco a nosotros, de manera simple: el cosmos. La otra es la voluntad propia de querer explorar nuevos círculos, de salir del refugio donde estamos para ver qué hay más allá. Es la lucha constante entre ambas la que nos empuja hacia ciertos caminos, que pueden ser errados o no.

Algunas veces seguimos un sendero que no es el adecuado. Cuando estamos ante una situación así, podemos hacer dos cosas: avanzar, o quedarnos estancados. No considero retroceder una opción, porque no creo que las personas involucionemos. Siempre, como el tiempo, vamos hacia adelante o nos quedamos, para bien o mal.  Decía que teníamos dos rumbos en los cuales encontramos personas, envueltas en determinadas situaciones, que frenan nuestro recorrido e impulsos. Es ahí cuando debemos detenernos a pensar, analizar, ordenar y ejecutar lo planeado con tal de seguir. 

Otras veces parece que todo el trayecto fuese una serendipia. Caminamos por el mundo tropezándonos con personas, que necesitamos ver, pero que no creíamos fuese posible hacerlo. Sin embargo, allí están, al cruzar la calle, en un bus, parados en una esquina, donde sea que tengan que estar. Son esos momentos en los cuales siempre me interrogo, y trato de pensar si fueron casualidades, pero me es difícil concebir eso, puesto que estas de dan por azar, y no creo en esas cosas. Entonces, ¿yo 'jalé' a esa persona?, o ¿hubo algo que la puso allí?

Hace un par de semanas me tracé como meta volver a escribir con mayor continuidad como la hacía antes. No obstante, sabía de dos cosas que limitaban mi tarea. La primera era mi poca voluntad para llevar a cabo mi trayecto, y la segunda mi falta de motivación. Había estado tratando de encontrar una situación de donde jalar una historia, hasta que conocí  a un loco, que era escritor, que me instó a escribir. Yo no pedí que él aparezca, pero ahí estuvo, y la forma cómo le conocí me dio pie a empezar un cuento que ya estoy finalizando. ¿Qué fue eso? No estoy seguro, pero creo que estoy dando los pasos apropiados para que las cosas ocurran a mi favor, y espero así continúe.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Todo sobre mi padre

Mi papá y mi mamá, desde que tengo razón, siempre han trabajado muchas horas. Casi nunca están en casa, salvo los fines de semana. El domingo es el día sacramentado de la familia. Por ello, me crié rodeado de mujeres, entre las que sobresalieron mis hermanas mayores, mi abuela, mi nana, y las tantas chicas que pasaron por mi hogar.

Crecí, y fui desarrollando una sensibilidad especial frente a las cosas. Aprendí diversos roles sociales, y diversas costumbres de distintas formas. Mi papá, el colegio y mis tíos me enseñaron las formas de socialización masculinas, y mi madre, y las demás mujeres, las que debía que tener para con ellas. Tuve la dicha de tener un papá que no negase la feminidad como vía para mostrar la virilidad, a pesar de tener un carácter muy fuerte y dominante para con los demás, similar al de mi madre. Mis hermanas adquirieron  'esa fortaleza' de la  misma manera. Yo, en cambio, no lo hice.

Esto me generó ciertos problemas en mi niñez, pues al no tener alguien a quien enfrentarme más que a mi papá, y ciertos primos, no tenía bien clara la idea de luchar. Sabía competir, eso sí. Lo había hecho desde chiquito con mis amigos y amigas cuando salíamos a jugar, pero eso era todo. Mi papá intentó por diversos métodos tratar de "forjar" mi carácter a través del incentivo en la práctica de ciertos deportes. Así lo hice un tiempo, hasta que me harté, y se lo hice saber. Él se decepcionó mucho, me imagino. Creo que hice bien en decírselo en ese momento, que haber continuado con su sueño.

Sé que a él le hubiera encantado la idea que yo fuese pintor o ingeniero, pero sé que se siente tranquilo sabiendo que hago lo que me gusta, y que lo hago bien. Supongo que es normal para él, como padre, haber desarrollado ciertos sueños y esperanzas conmigo. Especialmente si se tiene en cuenta que soy el menor y el único hombre de tres. Aunque, me siento bien sabiendo que soy distinto de él, y él también.

Es esa diferencia la que nos permite discutir siempre en la mesa del domingo; la que hace que él vea al izquierdismo como unos sucios comunistas, y yo como una ideología distinta a la tradicional; la que hace que él me diga para ir a ver películas de acción, y yo dramas. Es así, y así le tengo mucho cariño, y lo respeto, y él a mí.

***

Lamentablemente, muchas personas creen que  los hijos desarrollan una manera de pensar y obrar similar a la de sus padres. Eso es incorrecto. Creo que el rol de ellos a nivel de formadores en cuanto a hábitos y creencias tiene un límite en el tiempo, y un determinado alcance, y que los hijos escogen, una vez que van aprendiendo a ser más individuales, a elegir qué ruta seguir. La libertad de pensamiento nunca está del todo controlada.

Algunos cargan sobre sí los errores de sus papás, y eso no está bien. Así como no es correcto especular que las malas conductos de aquellos se repetirán en los hijos. De esta forma, por el hecho que mi papá sea un poco homofóbico no quiere decir que yo también lo sea, o porque él  haya sido un poco agresivo conmigo en mi infancia yo tampoco voy a tener que actuar de la misma manera con mis hijos. Esas son tonterías. Uno siempre escoge lo que considera mejor para sí mismo y los demás. Eso es crecer. Ser capaz de observar, analizar un contexto, y tomar una decisión según determinados criterios propios.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Aprender a amarse

Siendo yo
Desde chiquito supe que era diferente. No sabía explicarlo bien. Solo estaba consciente de ello. Como no resultaba de mi interés saber por qué era así, le presté poca atención. Sin embargo, una vez que cumplí los 13 años todo se jodió. Vino la maldita pubertad, y todos esos terribles cambios hormonales me causaron tal irritabilidad, que me hicieron el ser más antisocial de la vida. Por si fuera poco, mi vieja estaba atravesando su menopausia, y en el colegio me jodían de cabro. Claro, ahora lo puedo decir y estar tranquilo. Back in 2004 las cosas no eran tan simples.

Estudié en un colegio católico de hermanos maristas. Hasta ahí todo bacán. Lo jodido era que en mi promoción todos eran varones. Tener 13 años, rasgos afeminados, voz aguda, no jugar bien fulbito, y ser sensible no es lo mejor si estás en un colegio así. Es como una jungla. Conforme avanzas en el camino, solo sobreviven los más fuertes, y, si no tienes correa, te cagaste. 

Por supuesto, la educación basada en valores cristianos se impregnó en mi pequeño cerebro. Eso sumado a las enseñanzas conservadoras de mi madre, y a los comentarios medio homofóbicos de mi viejo, me hicieron creer que de seguir el camino de la mariconada me iría derechito al infierno. Era apenas un púber con 3 vellos púbicos. Tenía miedo de joderme la vida yéndome al infierno, muriendo infeliz. Por supuesto, eso no podía quedarse allí. Mi plan de salvación consistió, durante un par de años, recorrer las sietes iglesias todos los jueves santo, ya que sí lo hacía un número determinado de veces, y pedía por mi descarriada alma, iría al cielo.

Desarrollé una especie de fobia por tratar con hombres, que me hizo odiar todo tipo de fiestas, quinceañeros, bodas y demás eventos donde se congreguen personas. Me aislé por dos años, y, así como la criatura Gollum, dejé que mis miedos se apoderaran de mí hasta consumirme en una profunda depresión. Sin embargo, he de admitir que no estuve solo todo el pesado trayecto. Por esos años, conocí muy buenas personas, y pude acercarme a otras que no las sentía tan cerca de mí. No obstante, nada de eso pudo frenar el golpe.

Por el  2007 ya sabía que era gay, o algo así. Había intentando estúpidamente gilear con chicas para ver si podía tener solución. Claro está, con ninguna funcionó. Tengo aún en mi memoria una escena increíble. Está ella, Tala, sentada en el sofá de su sala, y yo del otro extremo confesándole que me gusta, mientras ella me mira con cara de '¡Qué mierda me estás diciendo Max?'. Luego, empiezo a llorar. No lo hago porque me halla negado de golpe mis sentimientos de afecto, sino porque sé que no tengo remedio, que ya no tengo más esperanzas, y no sé qué hacer.

Esa experiencia sumada a otras hizo que me autodestruyera de la manera más cruel que he conocido. Mi inconsciente me hizo una mala jugada por dos días, y casi me suspenden del colegio por mi estupidez. Buscaba ayuda, pero no de la mejor manera. No sabía cómo hacerlo tampoco. Al final, la obtuve, y pude salir de la tormenta que me envolvía. Me costó mucho trabajo aceptarme quién soy con mis defectos y virtudes. Me costó mucho aprender a convivir con los demás.

Sé que vivir estas experiencias me han hecho una persona más fuerte; no obstante, aún quedan ciertas heridas por sanar. Es complicado ser uno mismo, cuando parece que está mal. Pero, he aprendido, con los años, que está bien ser diferente, siempre respetando y valorando la diferencia de los demás. Algunas veces, uno simplemente tiene que seguir su camino, así le joda al resto, porque uno no puede actuar en beneplácito de terceros toda la vida. Todo es cuestión de voluntad, y huevos. Sobre todo huevos, para pararse ante los demás y decir: Fuck them all, quiero sentirme bien siendo quien soy.


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Back to 2010

Un comentario antes del próximo devenir

Ayer, mientras caminaba con él descubrí que todo está por cambiar. Sí, todo se va a ir a la mierda una vez más. No es su culpa. Tampoco la mía. Es el rumbo de las cosas. Él siempre ha buscado estar con aquellos que guardan una relación más o menos estable, y ahorita todo se esta resquebrajando. Sí, puedo ser un fatalista jodido sobre mi situación actual dentro mi círculo de amigos, pero las columnas ya están rajadas, y no hay ningún albañil dispuesto a restaurarlas. Además, yo creo en los augurios de Enrico. Es cierto que a veces habla huevadas, pero su voz tiene algo que me resulta convincente, y eso me basta.

Solo me faltan 2 cosas para que sea 2010. La primera es un chico que me guste, pero un culo. Que sea de aquellos por los que he llorado meses, y por los que he jurado odiar a algunos de los chicos con los que se han tenido algún tipo de encuentro íntimo. Lo segundo es conocer nuevos amigos. No puedo estar deprimido todo el tiempo, o acabaré maltratándome con pensamientos absurdos sobre una realidad que no existe. Necesito de nuevos amigos que me hagan volver en mí, porque, valga la curiosidad, ando muchas veces volando.

No estoy seguro si pueda soportar todo lo que se avecina. Por si fuera poco, él piensa viajar a Argentina, y mi nana ya no estará más conmigo. ¡Maldita sea! Todos mis seres queridos se largan, y me dejan a merced de Lima y su triste invierno. Me llena de felicidad que viajen para cumplir sus sueños, pero se me parten las esperanzas al imaginarme el día... Lloraré mucho si así ha de cumplirse. Soy sensible, y tragarme las lagrimas es ahogarme en mí.

Enrico nos vaticinó ayer que él y mis amigos nos íbamos a seguir viendo, pero en círculos más pequeños. Le declaró un verano blanco, y a mí uno rosado. Luego naranja para él, y amarillo para mí. Père du jour, ô soleil, ô mon pére! ¡Todo lo que nos espera en este 2012! Mi papá, que es otro  vidente,  piensa que el año que se viene será uno de transformaciones en el cual ocurrirán sucesos alucinantes que nos harán cambiar. Bueno, el suceso ya tocó los pies de mi papá y los de familia, en verdad: mi hermana mayor viajará a Barcelona a cursar una maestría. ¿La veré en un año, dos? No lo sé. Siento que va a pasar un tiempo hasta que los cinco nos podamos reunir...

No pienso en otra cosa que no sea Castor et Pollux. Sí, esa obra de Rameau. La muerte es tan importante algunas veces para avanzar con una historia. La siento presente entre nosotros, y no me da miedo caminar a su lado, sino saber qué hay más allá cuando me suelte la mano y deba marchar por mí mismo, y ellos también. 

La gran transformación

No sé cuándo llegue, pero estoy seguro que me daré cuenta que la estoy viviendo. Quiero sentirme en paz cuando me toque. Espero haber completado 2 o 3 cuentos más para ese entonces, y haber empezado un par de proyectos más. Falta poco para darle la mano, y avanzar. Ya veremos qué pasa cuando me suelte.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Ellos y yo

Nunca he tenido suerte con los chicos que he salido. Digamos que un 90% de ellos aún guardaba una especie de fijación por su ex cuando salían conmigo. Sí es una mierda, especialmente cuando  nunca has tenido novio;  empiezas a creer que hay algo mal en ti y buscas soluciones estúpidas;  tus amigos (y nana si la tienes) te preguntan cada semana cuándo saldrás con alguien; y todo el mundo conspira para recordarte que van pasando años y, cuando llegues a ser mayor, serás un completo lornaza en temas del amor.

Mi amigo Checho me dice que no sé escoger buenos chicos y que él llegará solo; Jojo que quizá esté pagando karma, y mi amiga Sofía que soy un cabro especial. No lo sé. Creo que es más lo primero, aunque no estoy del todo de acuerdo.  Es que, en verdad, es complicado encontrar un  chico ideal. Y digo encontrar porque el mercado es limitado y la exposición de sujetos no es tan variada ni amplia.

¿Y por qué no esperar que llegue?

Porque nunca llegan. Disney  tiene la culpa de esto. Nos han metido en la cabeza que el amor llega en los momentos menos esperados,  que uno simplemente sabe cuándo es, y que acaba  viviendo en un palacio con su príncipe azul. Mentira. Falso. Nos han lavado el cerebro de estupideces  para  hacernos ver que el mundo no es una mierda y tener autoestima, y para que un grupo de personas puedan quedarse con los mejores, y uno, como buen sapo, se quede esperando al suyo.

Escribo esto, y salta a mi mente He’s just no that into you. Si la han visto, deben recordar a Gigi. La pobre mujer no dejaba de salir con diversos chicos, porque sentía que, a pesar de que quizá todos con los que había salido eran unos imbéciles que no la habían tratado del todo bien, ella estaba más cerca del encontrar el amor que Alex. Es así. Uno tiene que luchar por lo que quiere.

¿Qué hacer al final?

Moverse; no suplir la soledad con alguna adicción; dejarle el rollo del  Karma a los esotéricos; dejar de buscar ser el clavo que saca a otro, darse un lugar, y no sé qué más.Sin embargo, vuelvo a leer lo que estoy escribiendo, y ni siquiera yo estoy seguro de eso, porque, ¿de qué sirve cagarse tanto si uno no recibe nada? ¿No resulta más simple ser un pendejo y ya? ¿Los solteros acaso no se sientes bien con su estado? ¿Y si en verdad no sirves para tener relaciones amorosas (porque yo sí creo que no todos pueden conocer el amor en las relaciones interpersonales)?  No sé cómo acabar el póst…  

viernes, 11 de noviembre de 2011

Se nos* va el tren

¡Cómo es posible que esto ocurra si ni siquiera he llegado a la estación? No lo sé, pero estoy seguro de  que él no se detiene. No es que yo quiera, es que la gente que me rodea me hace cada pregunta estúpida y sincera que me deja pensando si estoy en camino a perderlo o no. Me siento como el chico que está en el taxi camino a la estación. Pueden ocurrir dos cosas: pierdo el pasaje o no.

Si somos positivos, tendré un viaje muy loco. De lo contrario, me quedaré acá. No es que no me guste la situación que vivo, pero también me da curiosidad saber qué hay más allá. Quizá sea Wonderland, y esté lleno de criaturas fantásticas, con un conejo blanco, una reina de corazones, y un sombrerero loco; o, tal vez, sea Highbury, y exista un Mr. Knightley, una Harriet Smith, un Mr. Elton y hasta una Miss Bates... ¡Yo qué sé! ¿Puedo echarle la culpa a Jane Austen por haberme echo creer en las ironías románticas, verdad? Es decir, ¿cómo es posible que dos chicos que se veían como hermanos luego acaben amándose?, ¿cómo resulta posible que a pesar de 16 años de diferencia Mr. Knightle, luego de haber cargado a Emma entre sus brazos, se dé cuenta que la ame, y sean felices?

Elaboro respuestas a estas interrogantes, y creo que todo esto ocurre una vez en un millón, sino ¿cómo resulta que Lizzie acabe con Mr. Darcy?, ¿cómo es dable que Fanny Price termine enlazándose con Edmund Betram si es su primo, ella es pobre y él no, y ambos viven en pleno siglo XIX? Jane Austen tiene la culpa de todo. No, la culpa no es la del lector que imagina situaciones, y crea un mundo, es la de ella por incentivar esas cosas. En verdad, sé que no es así, pero tengo que desfogar mi mala racha con alguien, y qué mejor que hacerlo con una escritora de talla mundial ya fallecida, que creía en el triunfo del "verdadero amor". ¿Y qué coño es el verdadero amor!

¿Acaso lo supo la autora! ¡Acaso lo supo Marianne Dashwood cuando flirteaba con Willoughby?, ¿Acaso Mr. bingley estuvo tan seguro de sus sentimientos por Jane, que se largó en la primera parte a Londres influenciado por Darcy y su hermana?,  ¿es siempre el amor algo no sexual, sino cortesano?, ¿o es una mezcla de tres cosas? Yo qué diantres sé. Solo a mí se me ocurre pensar en teorías sobre lo que puede ser el  amor y no, porque no conozco otras personas que lo hagan, porque el relativismo no es para mí, y porque necesito buscarle una parte racional al asunto que muchos alegan es ilógico, porque me resulta incoherente que así lo sea.

¿Y por qué no simplemente salgo con un chico y me dejo de tanta huevada? ¡Porque no es fácil! En primer lugar, soy medio jodido para conocer gays así no más.  Dudo que existan hombres que quieran trascender en la vida, que sean inteligentes, guapos, y sexualmente salvajes, que no se encuentren en peligro de extinción. Después, si uno me interesa, no sé cómo acercarme; y, si lo hago, termino cagándola al final, ya sea avisando que no voy a salir, no devolviendo una llamada importante, demostrando mucho interés, o ni shit. ¿Quién entiende de flirteo? Ciertamente, yo no. Por ello, un buen amigo se ofreció a ayudarme, pero fue inútil. Luego, mi pesimismo. Soy jodidamente inseguro para estas cosas. Mi mente me traiciona con historias verosímiles que nunca ocurren, pero torturan.

Esto es una mierda. Para colmo de males, soy renegón. En fin, qué mierda pues. Y no, no voy a dejar de pensar eso, y simplemente salir con mis amigos, porque esa no es una solución, es una cojudez. ¿Acaso una acción reemplaza a la otra?, ¿acaso un clavo no reemplaza a otro clavo? Pocas veces, la de la mayoría no, y , si por alguna razón, eres un afortunado, crea tu puto grupo en FB con otros wannabes alucinados.

A propósito del 31...

-Me disfracé dispuesto a ser el Focus, y lo logré.
-Se me veía 'Chulo' en mi disfraz de romano.
-Me tomaron una foto en una reu digna de un social suicide.
-Un tipo disfrazado de militar intentó gilearme, pero estaba ebrio, y me daba miedo la talla de él.
-Acabé a las 5 de la mañana comiendo un mega-sándwich en un lugar de la  Av. Aviación, y no pude evitar sentirme como Britney en Blackout.

PS.: nos*, porque no eres el único que lo siente así.

viernes, 4 de noviembre de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo. III

Ayer no dejaba en temblar en las escaleras de su apartamento. Sonreía tontamente al techo, y luego miraba su cuerpo recostado mientras las palabras no salían de su boca. No era que no quería decirme nada, era simplemente que le resultaba difícil soltarlas, como a mí. Me limité a sonreír, y no le pregunté muchas cosas, que quizá no venían al caso, pero me interesaban saber, como por qué todo este tiempo me había rehuído, por qué no respondió mis mensajes, por qué tardó tanto en verme de nuevo, ¿o es que yo le aborrecía? Tantas interrogantes absurdas y necesarias.

Quise saber tantas cosas, pero solo atiné a hablar de cine, de lo lindo que le quedaba el polo, del corto que tiene que realizar.  Mientras lo contemplaba, no paraba de temblar, y me sentí mal, muy mal. Claro, no dejé de sonreír, ni de tratarlo bien.  Me preguntó si había salido con otros chicos, le respondí que no. Me dijo que era muy inocente. Si supieras, pensé, y le di una sonrisa. Sonreí como siempre lo hacía, pero esta vez para no romper en llanto. Me sinceré en una parte de nuestra conversación y le dije que le echaba de menos; que estaba un poco loco, y por eso formulaba historias fantásticas de una pequeña situación en mi cabeza. Me preguntó qué historias, yo solo sonreí.

Me contó que sale con otro chico, aunque que ya lo sabía, pero esperaba que él me lo contase, y me dijo que estaba bonito como otras veces. Hablamos de las calles que más recuerdos nos traen. Para mí, Benavides. ¿Y Caminos del inca? Mi tiempo se detuvo. Un aire frío, indescriptible entró por la boca. Para él, Javier Prado. Quería llorar. Él tiene la mente muy gráfica, yo igual. Me asaltaron calles, locos, cigarros, noches, chifas, bonitos, la loma. Todo en 2 segundos. Alcé la mirada para no caer en llanto. Me agradeció por haberle motivado a leer más. Me sentí más estúpido de lo normal.

Él estaba cansado, necesitaba dormitar. No es un vago, como yo. Nos pusimos de pie, extendí mi mano, él se me acercó y me abrazó. El aire frío se apoderó de mí nuevamente, y le dije que le echaba de menos, otra vez. Me alejé, ya con los ojos sollozos, y me jaló del brazo para darme un segundo abrazo. Subí, bajé, volé, descendí, aterricé en menos de 20 segundos. Quise desearle suerte con el otro chico, pero no me salía. Le pedí que mantuviera contacto conmigo, que respondiera mis mensajes, que no me acuerdo qué. Supongo que busqué desesperadamente, casi de manera inconsciente, retrasar el momento lo más posible.

Podría echarle la culpa a mi sensibilidad, pero resultaría mejor hacerlo a mi insensatez. En realidad, no sé. Ayer cerré un ciclo, y volví a darme cuenta que soy frágil cuando estoy junto al chico sexy. Siendo más exactos, cuando estoy junto a mi recuerdos. Recuerdos que se transforman en pensamientos que nunca se realizarán, que solamente flotarán.

¿Y yo? Bueno, ahí.

martes, 25 de octubre de 2011

Australopithecus

Mientras hablo con el chico 6pack que me agregó hace poco, me pregunto qué carajo tiene él que no tenga yo. No es tan lindo de cara, pero su vientre, sus brazos... Es un buen ejemplo de cuerpo de hombre para cualquier gay. Me pregunto si en verdad a ningún chico str8 le llega al pincho, así sea en el fondo de su corazoncito, el hecho de que no tengan 'Eso'. 'Eso' que jala las miradas de chicas,  que hace que sonrían lindo, pellizquen sin interrupción a su mejor amiga para que esta voltee, le lancen una mirada cómplice, y se rían juntas. 'Eso' que hace que hasta el marica, que se jura machazo, se moje internamente,  actúe fresh, se moje todo, y quede como un tipo tonto cuando ve un chico guapo.

Yo creo que sí. Es decir, a todos los hombres nos gusta sentirnos bien, y mostrar alguna cualidad que nos diferencie de otros para atraer. Todos los hombres del mundo desarrollan un ego interno, pero las mujeres son más desvergonzadas en mostrarlo.  Es normal. Es como ir de caza. Si vas sin arma que te defienda, perdiste flaco. Hay que estar preparado. Siempre hay alguien más churro que uno atrás. Pero, la diferencia entre ese huevón (porque jamás será él) y uno es el cerebro. Hombre bonito y cerebro cagado no dura más que Hombre 'buena gente' e inteligente. Es así.

No conozco mujer str8, marica o gay que no valore un chico inteligente. Casos hay varios. Conozco chicos churrísimos  y chicas guapísimas que están con unos patas NADAQUEVER. Así, con mayúsculas y todo, pero están. Y tú, querido lector, te preguntarás, ¿quién soy yo para decir que alguien es NADAQUEVER? Bueno, ojo de loca no se equivoca, ¡chúpala! Una vez aclarado mi punto subjetivo, prosigo. Decía que los chicos inteligentes son bien valorados en la sociedad, aunque, venga, no todos pueden serlo. Por ello, creo que los hombres deben rescatar más su astucia.

La astucia es la mejor de las armas. Tal vez, por eso me atraen las serpientes. Un hombre que sabe mover bien sus recursos, que avanza con cautela, y se lanza cuando es preciso, a pesar que quizá no tenga ni brazos, ni piernas, ni la cara, puede ser muy exitoso en su caza. Los hombres heterosexuales tienen la dicha que su cerebro siempre se suele ver como un 'coso' primitivo por parte de las mujeres str8s, mayoritariamente. Es demasiado menospreciado, y por ahí fácil pueden sacar partido de esa situación. En cambio yo, chico miembro de una sociedad caleta que rajan de los profiles Manhunt de otros, tengo, o mejor dicho siento, la presión social de hacer un esfuerzo extra por verme más que bien, ¡y no es fácil!

No es nada sencillo conseguir plata para ir al gym, dejar de comer esa torta twistter de Tortas Gaby que tanto me gusta, comprarme ropa cada temporada, ser menos áspero en mi trato de lo que suelo ser, etc.. Es complicado ser gay, y ya es decisión personal si uno se deja llevar o no. Las armas de conquista en el género no varían, sino, quizá, la manera cómo se emplean. Por lo demás, todos somos Australopithecus cuando vemos algo que queremos.

¡Y 6pack? Bueno, no es más que eso.

domingo, 23 de octubre de 2011

Ajustando la inocencia

Cuando me pidieron escribir este post, nunca pensé que fuera a tomarme tanto tiempo redactar una parte de mi vida que pensaba ya había quedado en el pasado.

Regresar siete años en el tiempo y recordar a quien fue el primer amor de mi vida no es una tarea sencilla. Conocí a R cuando tenía catorce años y él veintiséis. Sí, nos llevábamos doce años de diferencia y aún hoy me pregunto cómo hice para estar tres años de mi vida con una persona que en cualquier momento decidiría sentar raíces mientras que yo ni siquiera había comenzado a vivir.

Hoy recuerdo esa experiencia con mucho cariño y nostalgia pues nuestra relación dejó una gran huella en mi vida por todo lo que sucedió debido a su existencia. Por esas cosas de la vida, antes de conocerlo, me había contactado con L, un chico de dieciocho años que resultó siendo su ex. Por un motivo que jamás entendí (o, por lo menos, no recuerdo haberlo hecho), R y L no se llevaban bien, por lo que el segundo decidió advertirme sobre el primero y sus intenciones conmigo.

Según L, lo único que R buscaba en mí era el sexo. Yo aún no había mantenido relaciones con nadie y eso era lo que más le emocionaba a mi entonces enamorado. Debido a que R siempre había sido respetoso conmigo y nunca habíamos hecho más de lo que yo quería (hicimos cosas, sí, pero nunca me penetró porque sabía que aún no me sentía listo), no creí ni una palabra de lo que L me decía por MSN.

Lo que nunca me imaginé, es que mi mamá descubriría esa conversación y, entonces, mi mundo sufriría uno de los cataclismos más devastadores que he conocido. Debí pedirle a R que se alejara de mí y mis padres perdieron toda confianza en mí. Sesiones con una psicóloga, largas conversaciones y amenazas de mis padres también acompañaron esa etapa de mi vida. Tenía mucho miedo, era un niño y estaba solo.

Pero lo peor, recién llegaría después, cuando pude volver a contactar con R y éste me dijo que seguiríamos siendo enamorados porque me quería. Yo aún no cumplía los quince y luego de tan terrible experiencia, solo confiaba en él. Y aunque juntaba cada sol de mi propina para poder llamarlo de un teléfono público (nunca de mi celular o de mi casa, por temor a que nos encontraran) y cada martes lo esperaba sentado junto a la puerta de mi hogar, él nunca más llamó y, lógicamente, nunca llegó a buscarme.

En ese momento, yo no lo entendí. Ahora, a los veintiún años, sé que lo hizo porque tenía miedo de ser descubierto, lo que nunca me quedará claro es por qué no terminó conmigo, por qué tuvo que esperar casi tres años a que yo le dijera que lo nuestro no iba más.

Aunque en esa época no lo pensaba, ahora sé que lo más probable es que él estuviera con otras personas mientras yo esperaba, tan solo, una llamada. Es extraño saber que no le guardo ningún resentimiento y que si tuviera la oportunidad de volver a vivir esa experiencia, la aceptaría gustoso.

Quizás no tuve una relación normal, quizás ni siquiera una adolescencia como otros chicos de mi edad. Pero debo admitir que aquella turbulenta situación me ayudó a crecer mucho y aprendí que era más fuerte de lo que me había imaginado jamás. Lamentablemente, las cosas no se dieron como me hubiera gustado y durante tres años me sentí culpable porque creía que no podía cumplir con mi rol. Ahora sé, que yo no era el único que estaba equivocado.

El post fue escrito por un amigo mío al que le tocó vivir una relación con alguien mayor. Sé que no ha sido una tarea simple, pero me da gusto que la haya podido finalizar. Gracias por compartir esta experiencia, Steffano.

viernes, 21 de octubre de 2011

Wonderwall

No fui yo quien lo salvo de hundirse. Me hubiese gustado hacerlo, eso sí.

Empezamos a salir casi por accidente. Me había agregado hacía cierto tiempo al msn, y nos habíamos visto una vez sin que yo fuese capaz de reconocerlo. No hablábamos, ya que él nunca se conectaba, pero aquella noche de noviembre lo hizo, y justo estaba yo para sacarle una sonrisa. Me atraía su aire misterioso, y el hecho que nunca había oído nada de él. Poco a poco la nebulosa que lo envolvía se esfumó, pude conocerlo bien.

El tipo no tenía un cuerpazo como lo había tenido I, ni estaba regio como lo está ahora, pero era lindo. Me gustaba el hecho que siempre me hacía reír. Yo le sonría todo el rato como estúpido,  rápidamente me llené de ilusiones: primer error. Sabía que él no atravesaba un buen momento, ya que por momentos le entraban crisis emocionales, producto de una fuerte angustia al recordar a su ex. Le consolaba opacando aquella sombra que lo perseguía, pero nunca busqué del todo un espacio en su mente. Nos vimos pocas veces. Diría que las suficientes como darme esperanzas de que las cosas cambiarían.

Me cegué, como cualquiera que busca el amor a toda costa. Sí, busqué el amor en el peor lugar, e hice caso omiso a los consejos de mis amigos que me advirtieron que él aún estaba muy lastimado. Seguí avanzando con cautela, creyendo que las cosas sí cambiarían, que él sería capaz de sobrellevar esa situación, que él vería mi esfuerzo, que todo saldría bien al final. Pero, las cosas no sucedieron así. El año acabó con un libro japonés, una sonrisa falsa, muchos cigarros, y una gran nube gris sobre mi cabeza.

Me sentí estúpido, traicionado por lo que había hecho. Lloré varias noches. Felizmente, las mañanas eran alegres gracias a Andia y Aladin. Ellos me salvaron de toda la mierda que me envolvió todo el verano. Como era lógico, él siguió con su vida.  Pasó un tiempo para que pueda perdonarse y verdaderamente vivir. Por mi parte, mantuve contacto con él. No fue sino hasta 6 meses después de aquel nefasto 31 de diciembre que pude estar en paz conmigo mismo y ser capaz de hablarle sin resquebrajarme un poco.

Falta poco para cumplirse 2 años desde aquella vez que salimos. Podría decir que me alejé de él, pero no resultó así. Ahora es un buen amigo mío, y está con alguien con quien comparte su felicidad. Llegar al punto donde me encuentro con él no ha sido sencillo. Sin embargo, me siento orgulloso de darme la oportunidad de seguir a su lado, y haber avanzado como persona que soy.

¡Feliz cumpleaños, guapo! Me hubiese encantado estar  bailando y cantando contigo hoy día. Espero que la pases genial. Te dedicaría una canción de Rehhot, Oasis o Keane, pero prefiero una más personal. ¡Nos vemos pronto! 


miércoles, 19 de octubre de 2011

Noche de verano

Caminar por Av. La Marina es una de las cosas menos agradables que existen en Lima. Puede resultar peor si a tu caminata le agregas un aire frío, y más si la realizas un 25 de diciembre acompañado de un tipo que no sabes por qué te acompaña, pero lo hace. Él tenía 10 años más que yo, un camino accidentado, varias experiencias, una bonita sonrisa, un ego incontrolable, y buenos modales para conmigo. Yo  tenía 17 años, muchas dudas en mi cabeza, conocía a 3 o 4 gays, y soñaba con pasar cosas bonitas con alguien luego de lo tormentoso que habían sido mi año.

No creo que le llegó al pincho mis cambios de humor, pero sí que lo aburrieron. Era macito, un niño, al fin y al cabo, como me lo decía cada vez que pisaba realidad, y un niño no puede estar con alguien que ha recorrido tantas cosas. Existen demasiadas diferencias que van desde el hecho que él tomaba cuba libre y yo coca-cosa en una discoteca, hasta el manejo de independencia de cada uno. Por supuesto, me hacía de la vista gorda, y como todo buen chico de diecisiete, pensaba que todo se podía solucionar. Además, dentro de poco tendría dieciocho, y podría hacer lo que quisiera. En otras palabras, podría entrar a cualquier discoteca, bar, hotel, etc., con quien desee sin que me jodan.

Me forjé muchas ideas, como es normal en mí, y  súbitamente él siguió con su vida. Me molestó un poco que se desapareciera tan repentinamente. Lo recontraputeé muchas veces en mi cama.  No negaré que tuvo algunos argumentos para hacerlo, pero como estaba jodido, poco me importaron. Aunque, no guardé ningún sentimiento de rencor hacia él. No había por qué. Es decir, ¿qué puede pasar por la mente de un tipo de 27 años con un trabajo relativamente estable que sale con un post-púber que con las justas articula sus palabras para poder describir ciertas cosas?, ¿por qué habría de odiarlo toda la vida si nunca me prometió nada?

Aprendí tres grandes lecciones luego de salir con él. La primera fue que un chico de 17 años no debe salir con alguien que tenga tantos pajazos mentales como él. Si es jodido tratar de desifrar que es lo que pasa por la mente de uno, peor es tratar de pensar lo que pasa por la del otro. Luego, que ciertos hombres mayores son en verdad estúpidos, y no vale la pena pensar mucho en por qué se desaparecen de la noche de la mañana. Al final, ellos se la pierden. La última fue que es tonto tratar de actuar maduramente solamente porque sí, sin tratar de comprender bien qué es lo que pasa. No es bueno saltarse etapas de la vida con el fin de madurar. Las cosas avanzan a su propio ritmo, y eso está bien. 

Aquella noche estaba cansado, y su manera tan poco sutil de hacerme notar que le llegaba ligeramente que le toque la mano en el cine y que sea tan lento en tratar de comprender ciertas cosas que él, obviamente, a esa edad comprendía bien hicieron que me quede pensando qué había hecho para llegar hasta ahí. Mi cabeza explotó buscando respuestas, pero la cuestión era simple: él no la estaba pasando tan bien, y no la quería cagar(, o eso creo yo).

Quizá sí sea "bieeen lenteja", como me decía mi profesora Claudia de segundo grado, pero es mi manera de ser. Poco a poco trato de no pensar tantas cosas absurdas, y simplemente reflexionar lo suficiente. Es bueno para mi salud a veces ser menos estúpido de lo normal. Estoy creciendo. Ahora él ha pasado a ser un buen conocido. Le van con su nuevo blog. Sigue escribiendo, jodiendo, y ha dejado de lanzarme proposiciones indecentes: ya no tengo 17.

sábado, 8 de octubre de 2011

La buena compañía

Verán, existen películas que no se pueden ver con cualquier persona, o, mejor dicho, existe un tipo de compañía estricta para ciertos tipos de película, de lo contrario la experiencia de post-consumo puede llegar a ser muy deprimente. Este es el caso de Manhattan. Sí, esa (no sé si) tragicomedia(?) de Woody Allen en la que el personaje principal vive enamorado de una muchacha de 17 años, pero la situación se jode por la llegada de una mujer y porque él tiene 42 años. Pero, no hablaré más sobre la trama, porque no me gusta arruinarle la vida a las personas que aún no la han visto, y porque de eso no trata el post.

Sucede que cuando uno ve Manhattan le sumergen unas ganas  muy fuertes de abrazar, ya sea el celular, una almohada, un novio, una billetera, lo que sea, porque te da ternura. Ok, dije que no hablaría del filme, y lo siento mucho, en verdad, pero es que juro que tengo un punto para llegar hasta donde estoy. Si has llegado asta aquí, puedes leer unas líneas más. Lo sé. Bueno, decía que es de esas películas que te inspiran a abrazar, pero más que eso a buscar cariño, ya sea con una sonrisa, un abrazo, un guiño, lo que sea, por lo que la presencia de alguien que sea especial es muy importante.

No obstante, no basta con que sea especial. No, tiene que estar comprometido a estar allí para que luego de que pasen los créditos haya  algo que compartir sobre esta más allá de un: Un toque, me voy a llamar. Resulta inconcebible, y disculpen si exagero, que uno se dé cuenta que está solo luego de verla. Es desmoralizador, tétrico, altamente acongojante, sentirse así. Y, digo sentirse, porque por más compañía que uno pueda tener, esta puede resultar increíblemente distanciada de lo que está ocurriendo a tu alrededor. Por eso, mucho ojo con quien vamos a ver películas.

Ayer no estuve seguro de cuando me sentí más estúpido, si  luego de ver Manhattan, o mientras estuve en el silencio viendo el inicio del DVD como hipnotizado por más de 10 minutos. Quizá, tenga un terrible problema de socialización, o quizá mi compañía sea drásticamente aburrida en esos casos. Como sea, al final opté por irme a fumar; tal vez porque sentía la necesidad de sentirme sexy, porque un hombre con cigarro en la boca resulta sexy; porque estaba ansioso; porque soy un chibolo cojudo, y porque me gusta fumar, aun cuando estaba un poco mareado sin razón aparente.

Antes de irme a dormir, pensaba en cómo Lima se ponía de acuerdo para joderme una noche con su locura futbolística y sus infinitas muestras de amor. Juro que maldije a cada pareja que vi en las calles, y que hice lo mismo con cada hincha desenfrenado que vi. Mi cabeza me empezó a doler: era hora de soñar. Y recordé que, al menos, mi almohada no se aparta de mí.

Ps: No estoy molesto, solo un poco bajoneado.

viernes, 7 de octubre de 2011

35 y 20

No, joselito, no es el amor lo único que importa, y lo que diga la gente no. Si fuera así de sencillo, ninguno de mis amigos se hubiese 'sorprendido', por no decir espantado, cuando les dije que salía con un hombre de 35 años.  Ahora, no salgo con un hombre de esa edad. Solo lo dije par ver qué me responderían mis amigos de darse la circunstancia, y vaya que oí todo tipo de respuestas, o, mejor dicho, 'peros'. Desde el típico ¿estás loco!, ¿qué carajo!, pasando por unos ¡A la...!, y otros tantos silencios acompañados con expresiones de horror, como si les hubiese dicho que soy un asesino.

Créanme que no exagero cuando digo que solo un amigo  no mostró ningún gesto que refleje algo de incomodidad con el asunto, pero es que existe un tabú social frente al asunto de manera tan alucinante, que hasta yo me sorprendí. Me parecieron graciosas también, comparando con ciertas conversaciones pasadas que tuve con algunos de ellos, algunas acciones, ya que se contradecían con lo que decían. Es decir, a todos les gustaba ese feeling que manejan los hombres a edad, así como a muchos les atrae su capacidad sexual atribuida, pero no se atreven a ir más allá. 

El primer motivo de rechazo fue la diferencia de edad que iba acompañada, casi por asociación implícita, a un cúmulo grande de experiencias que nos separaba enormemente. Sin embargo, yo me digo, ¿no es que al final uno termina enrolándose con un tipo de esa edad justamente por esas experiencias? Por que, vamos, hay hombres que son LOS polvos, y que tienen hartas cosas por contar con una temática muy variada e interesante. Es como un exchange, yo brindo lo poco de ternura y estupidez que me queda, por aprender algo de alguien que ya ha recorrido un camino.

Luego, la segunda excusa fue el hecho de que yo no podría manejar mis emociones con tanta facilidad que alguien con más edad, y que eso podría llevarme a varias crisis emocionales en caso de entablar una relación.  Esto puede ser cierto, pero también sé de varios hombres que padecen de una androspausia que parece infinita. Además, considero que al final  son las diversas experiencias que uno afrenta, ciertas más duras que otras, las que terminan de forjar el carácter de uno. También, hay que recordar que no todos los que se han caído, logran pararse.

La tercera objeción fue el manejo de independencia, y cómo cada uno la vive según su estilo de vida. Debo admitir que esta fue la única razón válida para mí, ya que no es lo mismo el ritmo de vida de un chico de mi edad, que está en la mitad de su carrera de universitaria, que aún vive con sus viejos y tiene cierto grupo de amigos, de un hombre que tiene una maestría, trabaja en las mañanas en un horario de oficina flexible, y se mantiene con su dinero. No obstante, plantear esto como impedimento resulta tonto, puesto que al final sobresalen las ganas de salir adelante si es eso lo que se busca.

Finalmente, no existe ninguna ley que diga que eso está mal más allá de la social. Cada pareja es libre de tomar las decisiones que más crean convenientes con fin de llegar a su felicidad por medios lícitos, le joda a quien le joda. Solo es necesario un compromiso mutuo y responsable, y ganas, muchas ganas de seguir con la aventura que es vivir. Y, si los llaman dos locos... ¿Y qué!


ps: Tenía que colgar la canción, y es que me pareció graciosísima, jajaja.

sábado, 1 de octubre de 2011

Super 20 años

El dedo con tinta indeleble como señal de asistencia al cumple de Sofi.

Eran las 11 de la noche, y aún no llegaba a  la fiesta. Estaba parado, con frío,esperando la dichosa combi que me llevaría a mi destino, pero no aparecía. Con el pasar de los minutos, me impacientaba. Hay que incluir a todo esto que me sentía el gay más visto del mundo, a pesar que estaba todo vestido de negro, salvo por mis zapatillas blancas. Quizá fue mi cara de noséquéhagoalguienporfavorsálveme la que hizo que una chica me guíe en la ruta a tomar un carro dentro de toda mi desubicación espacial, no estoy seguro. Como sea, le estuve agradecido.

Aterricé en el happy depa temprano, tiré mi casaca a un lado, y me dispuse a servirme un vaso de lleno de ron. Hay que añadir que estaba en una reu str8, y que vetaron el uso los condones que estaban en la mesa de centro para mí. Maricas, tod@as.  Saludé a mi amiga Sofi por su cumple, y los demás que estaban reunidos también.  Parecía uno de esos reencuentros donde todos se saludan entre todos; se cagan de la risa por estupideces; recuerdan a las perras; rajan entre ellos cuánto ha engordado o adelgazado tal persona, y esperan con ansias ver quién la caga más rápido para grabarlo y reírse a mil el día siguiente. Los sándwiches de Sofi volaron al toque, ya ha aprendido la receta casera, y la Coca Cola se acabó. Entonces, decidí irme al grifo cercano a comprar más con el vege y otra gente.

Fuimos cada uno con su vaso de ron en mano, y entramos riéndonos de la vida, mientras la chica que atendía nos miraba asustada como si fuésemos a vomitar toda su tienda o causar un desmadre. Estaba pagando en la caja cuando ingresó un tipo en sus cuarentas. Era alto, usaba lentes tenía el cabello castaño, y un aliento a ron maldito. ¿Dónde está la caja rápida!, ¡quiero una caja rápida! gritaba el hombre que con las justas se mantenía en pie. Luego, me vio, lo miré, y me dijo, Flaco, me gustan las cosas rápidas, ¿pero por qué esta pendeja se demora tanto en la caja! No sé, le respondí. ¡Quiero una caja express o embriagaré a todos con mi tufo!

Juro que no podía más. Tenía que salir de allí, o morirme de risa, y ver qué tan lejos podría llegar el tipo del tufo. Estas cosas solo pasan en la reu de Sofi. Después de un rato, vino Jojo con un amigo. Mis amiguitos ya estaban mal, y empezaron a  cantar canciones en inglés conforme las caras en las fotos cada vez salían peor. Jojo solo podía tomar cosas incoloras, y le di a probar 'El Pisco Tío Carlos', un demoníaco y poderoso liquido denominado pisco preparado por el tío de Sofi cuyos efectos graves varían de acuerdo a la persona y la situación. Solo faltaba Lindsay, el weed, y listo.

Como a las dos de la madrugada, vino Lindsay con su pollita. La primera estaba más picada que la segunda, y venían cargadas con un super troncho poderosísimo. Basta decir que lo prendimos, lo fumamos un toque, y el cuarto se horneo maleadamente. De pronto, una nube media gris, media amarilla yacía sobre nuestras cabezas, y empezaba a reírme por estupideces. Sí, lo admito, cuando estoy bajo ciertos efectos me río demasiado, tanto que no puedo hablar bien, solo me río, como loquito, sin parar, sobre cualquiera cosa. Es una imagen muy decadente, y muy cague de risa de mí, pero es la vida real.

Una vez que ya habíamos probado de todo con mis amigos, el chico que vino con Jojo se fue, y yo me puse a cantar Britney Spears con las flacas de mi u. Estaba en mi onda bailando y cantando a la gordita cuando pusieron el Pokerap. Sí, el Pokerap, porque mis amigos son fans de Pokemón, y es inevitable no cantar alguna canción de Pokemón, Digimónn, o El Rey León cuando estamos en grupo por el simple gusto de hacerlo. Jojo se reía de mis estupideces, mucha gente ya se había quitado, una amiga estaba más borrachayarrebatada que Paris en crack, y comenzaba a sentir la bajada.

No pasó mucho para que le dijera a Jojo para irnos juntos. Me despedí de todos, acompañamos a Lindsay a tomar su carro con Samantha, al vege para que se vaya con Ash, y al final nos fuimos a tomar nuestro taxi. Mientras esperábamos, un grupo de maricas nos hizo bulling, jajaja. Estaba tan mierda, que me empecé a reír como poseído hasta que llegó el taxi. Adentro, sacamos unas conclusiones sobre ciertos personajes del grupo, y hablamos sobre él. 

viernes, 30 de septiembre de 2011

EmpHinchado

Hace muchos meses atrás describí que no me gustaría ser hincha, porque me llevaría a un fanatismo que opacaría mi visión. Hoy no creo que serlo esté mal del todo, pero sí ser un salvaje que agrede a otros con tal de defender lo suyo sin ninguna lógica de pensamiento. Aprovecho lo acontecido hace unos días para reflexionar sobre esto, porque no siempre lo hago, y considero que en este momento es necesario establecer ciertas pautas y diferencias.

En primer lugar, hincha como termino simple puede significar dos cosas: abyección hacia algo o alguien, o partidario entusiasta de un equipo. Desde el significado mismo,  ya existe algo mal en la palabra, pues se juega una doble significación sobre un termino en el cual se confronta el carcater positivo atribuido al entusiasmo, y el negativo del otro significado. Esto conlleva a generar a una duda sobre qué es entonces ser un hincha "de verdad". No obstante, es la sociedad la termina por atribuirle lo que quiere significar.


Llegado a este punto, hay que aclarar que la sociedad es compleja, y está llena de grupos sociales, y que cada uno de estos le otorga el sentido que quiera a la palabra con tal de velar por sus intereses. Creo yo que con el tiempo se ha formulado un cruce de significados que cierto de grupo de 'hinchas deportivos' ha asociado, y que gracias a esto es que ellos justifican su comportamiento contra todo aquel que no sea partidario de equipo a través de una afrenta sin medir las consecuencias.

Pero, lo que hay atrás es mucho más que eso; es una historia llena de amargura, recelos, racismo, cambios y choques culturales, que mucha gente desconoce, porque simplemente nadie le dio importancia, y que hoy se traduce en el  actuar bestial de aquellas personas que ocasionaron tal fallecimiento. Esa historia es la que nunca fue escrita, pero que pasó de boca en boca, y que explica, a groso modo, el surgimiento de las temidas barras bravas, la creación de ciertos 'himnos', los apodos de los miembros, etcétera.

No creo que una cancelación de partidos va modificar el panorama, así como el jugar sin espectadores. Quizá lo haga a corto plazo, pero desconfío del proceso de aprendizaje de aquellas personas. Pienso que se deben adoptar medidas teniendo en cuenta el imaginario ya formado de la mayoría de estos 'hinchas', y que se debe buscar más comprender qué es lo que ocurrió antes para que más adelante no suceda lo mismo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo. II

Sí, de nuevo yo y mis huevadas existenciales; yo y mis teorías sobre cómo razonan y actúan  los seres humanos  luego de finalizada una relación de corte no amical; yo y mi mente abstracta, esquematizada, organizada, que intenta buscarle una lógica operativa al asunto de algo que quizá es ilógico; yo y mis miedos confrontados de nuevo en un maldito post que no estoy seguro de cómo continuarlo; yo y la misma frase una y otra vez; yo y las respuestas buscadas en el inconsciente (te odio Freud); yo y las dudas de un joven de 20 años, que desconoce mucho de la vida, que intenta explicarla, que quiere enarmonarse, y que busca teorías para tratar de comprender mejor lo que lo rodea para así seguir adelante.

Sí, así soy yo, y no me arrepiento de ser como soy, pero tampoco digo que me sea fácil del todo. Muchas veces acabo teniendo pajazos mentales sobre cosas tan simple, sabrán, como por ejemplo por qué simplemente a veces prefiero cruzar las piernas a tenerlas abiertas, o por qué saludé con un abrazo en vez de un beso, pero me resulta difícil no hacerlo. Me cuesta no tener algo en qué pensar; no obstante, lo jodido no está en pensar, sino en elaborar proposiciones complejas frente a algo tan sencillo, o buscarle una razón lógica a algo que aparentemente no lo tiene, lo cual me lleva crear teorías y desarrollar historias.

Claro, puede parecer que no es tan malo después de todo, ya que motiva mi lado creativo, y hace que trabaje esa área de mi cerebro que me permite desarrollar narraciones con una lógica causal verosímil. Sin embargo, el gran conflicto es que me veo tan inmerso en esa historia, me meto tanto tanto en aquellos personajes ficticios, que llego a sentir parte la alegrías, tristezas, cóleras que me transmiten con una fuerza emotiva alucinante, y a veces es tanta que me deja débil, y mucho. No comprendo bien por qué lo hago, una vez una psicoanalista me explicó que disfrutaba escapando del mundo creando historias, pero que a su vez disfrutaba un poco del dolor que estas tenían.

No pienso negar que lo último me pareció alucinante, tanto que intenté buscar en mí mismo la razón por la cual soy así, y creo que tengo una posible respuesta: el carácter de mi madre. Ella y yo somos tan distintos, pero tan similares. Ambos somos persistentes organizados, pero tenemos creencias totalmente distintas. Yo respeto las suyas, y creo ella las mías, aunque ya me desvié del tema. Decía que hay algo en su carácter que me hace comportarme así, y es la típica respuesta de mi madre ante cada acto que he realizado en mi vida: ¿y por qué? 

Decir 'porque quiero' es una respuesta muy corta, media estúpida a decir verdad, que ella nunca ha tolerado, por lo que tratar de brindarle una respuesta algunas veces me ha resultado complicado, pero así me criaron, y Sen podría decir que todos tenemos libertades para liberarnos y desarrollarnos, pero eso no es tan cierto del todo, sino no estuviera redactando este post, por último. No es tan simple librarse de algo con el fin de ser felices sin buscar tener en mente qué puede devenir más adelante. Claro él confía que ejerciendo bien estas libertades vamos a poder desarrollarnos, pero, ¿cómo hacerlo si no es tan fácil librarnos de nuestro propio destino creado por nosotros mismos?

No pienso buscarle una respuesta a esa interrogante ahora, pues no viene al caso. Solo quiero tratar de entender cómo soy de una mejor forma, aunque no sea la correcta. Ciertos días, extraño mucho al chico sexy, aunque más sus besos y caricias, lo que me lleva a pensar que quizá no debo escribir esto, pero que que si no lo hago me sentiré jodido, a pesar de que mañana relea esto, y me diga para mí: qué cojudo que fui. Como sea, negar quien soy, sería negar mi existencia, cosa invalida, puesto que mientras sea capaz de crear cosas en mi mente seguiré viviendo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Exposed

 


Me levanto, giro mi cara hacia derecha y lo primero que veo es mi mesa de noche. Me quedo pegadazo mirándola un buen rato.Creo que es desastre por lo desorganizada que está,  que la debo ordenar más seguido y darle una pasada de trapo, pero luego pienso, 'suena más bonito decir que es un retrato de mi personalidad'. Posee de todo, y todo siempre lo llevo conmigo, o al menos lo he usado una vez. Pero, mi mesita de noche es más que eso, es mi baúl de secretos, mi soporte emo-psico-sex-socio-económico, es una muestra de la manera cómo me proyecto de manera interna, como externa.

Encima de esta encontramos el té de Inti Zen de mi amiga Sofi, que con tanto cariño me obsequio, pues ella sabe que soy fanático del té. También, está el libro que tenía que leer para Comportamiento del consumidor,    Compradicción,  que ya lo acabé; así como un par de llaves, un monedero, un tarjetero, mi nextel, su  cargador, y un encendedor para mis puchos, pues uno nunca sabe cuándo lo puede necesitar. Luego, mi alarma para despertarme temprano; post-its para dejarle escrito a mi mamá que me deje plata antes que se vaya a trabajar, y mi lámpara de noche, pues hay madrugadas que necesito ubicar el celular o el papel higiénico con urgencia. Finalmente, están mis objetos de aseo personal. 

Adentro podemos encontrar de todo, desde un condón con sabor a chocolate, que no sabe bien, pues ya probé uno, hasta un carné de seguros Rimac ya vencido del año 2006 cuando estaba en el colegio. Lo primero que salta a la vista es la cantidad alucinante de glowsticks que tengo. No los he contado, pero sé que son varios, así como el número de pulseras del Vale o Lola que me los saco a última hora, ya que siempre me olvido quitármelos antes de entrar a casa. Después, sobresalen los estuches los lentes de sol y la billetara, que nunca uso; un libro de análisis sociológico sobre La cuestión gay; una guía de lima gay; un CD con videos caseros (familiares), y las dos cajas que contienen mis lentes de contacto.
También, hay cosas que he guardado, y no estoy seguro de porqué las mantengo. Entre ellas están una serie de carnés de cuando estaba en el colegio, algunos con foto incluida; un estuche de limpiatipo vacío; un borrador, aunque rara vez nunca uso un lápiz;  un peine, pero nunca lo uso; cupones de descuento que ya vencieron, y un muñeco pequeño de león pintado con liquid paper.

El chico contra-moderno

Llevo noches pensando que debo cambiar el mundo desde mi circunstancia, y que debo ser un guía para mi generación. Esto puede sonar el colmo del egocentrismo, pero lo creo así, porque diversas situaciones y hechos  me hacen creer que lo soy. Hasta aquí, dos puntos, ¿cómo llegó ese pensamiento a mi cabeza?,  y (lo que muchos se preguntarán), ¿quién diantres debo cambiar?

Tengo muchas ideas en mi mente, algunas más revolucionarías que otras. Supongo que está bien pensar así. Estoy creciendo, pienso, luego trato de cranear cómo podría llevar a cabo mis planes; sin embargo, cuando quiero dar ese paso, siento que algo me falta, y eso básicamente es motivación. No me siento tan motivado a realizar las transformaciones que me gustaría a nivel generacional, quizá, porque me dejo influir bastante por el pensamiento pesimista de una de mis mejores amigas que me dice que la revolución ha muerto.

Cuando la escucho decir eso, me aterra, pues si tomamos como base de que una de las primordiales característas de la juventud es ser revolucionario, entonces, ¿de qué juventud estamos hablando?, ¿de una pasiva frente a los cambios? Quiero creer que no todos son así, y que sí existen personas que son consientes sobre lo que acontece alrededor y que también tienen ánimos de cambios culturales, que buscan un nombre en toda la llamada historia no solo por los actos que acontecieron sus años de jóvenes, sino por ellos mismos. Pero, ¿dónde están?

Nunca ha sido de mi interés, ni creo que lo sea en un futuro próximo pertenecer a uno de esos grupos de cambios, pues siento que todos son muy pasivos en su accionar, lo cual me exaspera. Además, ninguno de ellos tiene dentro de sus objetivos lo que estoy buscando, que es un cambio cultural, un respeto generacional, y una posición en la historia.

Busco un cambio cultural, porque cuando hablo con varios chicos de mi edad, todos son muy tecnicistas y practicantes de un individualismo irresponsable. Ninguno, aparentemente, busca un mejor nivel de vida, sino un bienestar económico. Con esto, no quiero divorciar a uno de otro, sino remarcar el sentido de que son pocos los que buscan trascender en algo más allá que el bienestar material otorgado por el dinero. Existe, pues, pocas ganas de ir más allá, pero esto no es originario de mi generación, sino es parte del proceso de post-modernización, que tan satanizado ha sido calificado por 'modernistas' de la década de los años 70.

Falta exigir un respeto hacia las generaciones pasadas que nos hacen ver como una generación de limitado pensamiento abstracto, y de carencia de opinión argumentativa frente a cualquier aspecto. Fuck Derrida, y su estúpida frase que dice que lo único que podemos pedir es algo de verdad, dudando intrínsecamente de la capacidad de lucha por la verdad que poseemos frente a un mundo lleno de mentiras,  que él tan monstruoso lo ve. 

Por último, la posición en la historia devendrá de esos cambios culturales llevados a la acción para así dejar de ser una generación perdida. Para ello, se necesita desarrollar nuevas idiosincrasias, así como encontrar puntos de unión entre todos lo individuos. Sé que no es un proyecto sencillo, pero como mínimo pretendo instaurar una nueva orden de pensamiento que sea muestra de esa voz disconforme para las generaciones posteriores.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Metamorfosis

La gente cambia, como todo en el espacio. Algunas veces cuesta un poco aceptar esos cambios en ciertas personas. Muchas veces simplemente avanzas con los que van a tu ritmo y dejas de seguir con ciertas personas que alguna vez quisiste. Es un poco extraño ver cómo transformas tres putos años a una persona. Ahora le siento más distante que otras veces. Han quedado en el recuerdo las veces reíamos juntos, las caminatas largas y los secretos que intercambiamos; sin embargo, aún tenemos una historia sin concluir. Una historia que fue el producto que de varias mal-interpretaciones, y recelos, que a veces no me deja dormir.

Nos conocimos de una manera muy accidental en una época en la que estaba lleno de dudas sobre mi futuro. No hablamos mucho, pero me agradaste. Me pareciste simpático de una manera extraña, quizá porque tenía que buscar belleza dentro de toda la  mierda que vivía, y te lo hice saber. Por supuesto, no llegamos a nada. Felizmente, fue así, pues te pude conocer más, y me di cuenta que como amigos estábamos bien. Yo había tirado con varios, y tú no. No sabía quién eras del todo, no pretendía saberlo tampoco. Tuvimos una buena relación amical.

Luego, nos tocó vernos la cara de nuevo. Los rumores crecieron, te llegué al pincho, me dejaste de hablar, y como soy demasiado egocéntrico para ser cierto, no te busqué, aunque quizá hubiera sido lo mejor hacerlo. Después de un tiempo, volvimos a hablar. Las cosas se mejoraron. Me entregué al placer, de volverte a conocer, claro. Pasaba unos días muy pajas contigo caminando, riendo, tomando, pero no duraría mucho. Un nuevo rumor, esta vez más fuerte que el anterior, llegó a tus oídos. Me eliminaste de tu vida, como lo hiciste hace poco.  Desapareciste, renaciste y desapareciste. Me pregunto por qué carajo siempre actúas así. ¿Es que luego de estos años no aprendiste a  hablar?

Veo tus fotos y no comprendo qué fue de ti. Eres otro para mí, aunque quizá no para los demás. La gente cambia, lo sé. No te puedo pedir que seas como eras antes, pero sí concluir lo que pasó. Pienso que nos fuimos infieles al no dar un paso, sino hasta tan tarde. Estoy seguro que nunca te fui infiel, aunque esquivadizo, medio mierda sí. Ahora mis risas las oyen otros chicos, mis secretos los guardan ellos, así como mis tristezas y mis dudas. No sé si llegues a leer a esto. Tal vez me creas una mierda, pero, la verdad, es que poco me importa. Tenía que soltarlo, que compartirlo. No solo es tu historia, es la mía también

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ps 1: Lo siento por ser agresivo al final. A veces soy medio estúpido, pero lo necesito, es parte de mí.
ps 2: Aquel Opus fue la única manera de tratar de buscar un sonido que me refleje.  


martes, 20 de septiembre de 2011

Noche Tinta

Mi tía estaba estresada. Todavía no pasábamos a mesa, y mi primo no tardó en explotar contra el mundo pasados 10 minutos de espera, pero eso no me preocupaba, sino qué iba a hacer el resto de la noche. Eran las nueve y treinta, había estado en el cumple de sobrinito hace no mucho, y no tenía planes. Había alertado a Asexual toda la tarde, pero no me contestaba. No existía la posibilidad de que pase un sábado tranquilo, y Jojo tampoco daba señales de vida. Entonces, llamé a Jork.

Me dijo que estaba en Luz verde con unas amigas, un poco picado, mientras que los demás en casa de Braulio. Como nadie nos atendió, entre todos acordamos ir al departamento de mi hermana, y me tomé un par de copas de vinos. Al cabo de un rato, ya estaba feliz, por lo que me despedí y me fui derechito a Miraflores. Llegué rápido, para mi sorpresa, pero más me asombró ver al ponja regio de brichero y a Braulio en bividí.  Sí, en bividí (¿ya dije que tengo los ojos sensibles?). También estaban Rodrogo, Jojo, Weird, Fil y She.

Como eramos muchos en en el cuarto, salimos a la sala. Sin embargo, faltaba trago, pues el poco que tenían se acabó rápido, y decidieron irse a comprar. Antes de que Braulio saliese a comprar con el gringo y el ponja, este me pidió mi lindo encendedor con una amable sonrisa y de la manera más cortés posible; no obstante, el pendejo nunca más se apareció con su amiguitow.  Braulio vino solo con tres botellas de vino, una cajetilla de lucky y un sixpack de cervezas para continuar la noche.

She destapó las botellas de vino al toque, y me sentí, ligeramente, un poco más inútil de lo normal. No hablábamos mucho, pero eso no podía seguir así. Entonces, me lancé al abismo sin saber si me miraría con cara de mierda o no y le empecé a hablar. Conforme fue avanzando la conversación, me di cuenta de que era una chica con muy buenas vibras y que nuestros temas se hacían cada vez más y más teóricos, cosa que habíamos estado criticando en un principio. 

Luego de un rato de raje sobre el esnobismo cultural, que ambos consideramos sí existe, se nos unió Braulio, y empezó la discusión sobre los robots y los humanos. Qué terco puede ser ese hombre, por dios. En fin, lo bueno es que mantuvo viva la plática por varios minutos, con ligeras intervenciones de Fil o Rodrogo preguntándome "¿Cómo haces para sobrevivir en la de lima?", o "¿Te gusta en serio tu universidad?" A lo que respondí que no tenía ningún problema, y que sí me siento cómodo estudiando allí.

Cuando se habían agotado los vinos, y Jojo estaba no tan bien, decidí que era tiempo de irnos, pero She tenía que ir a buscar a su hermana. Acordamos esperarla el rato que eso la tomase, y así lo hicimos, mientras Fil y Braulio acompañaban a Jojo al baño. Después de unos 15 minutos, llegó She, y el resto del grupo quería tomar, pero yasabenquién tenía que irse a su casa, y no podía dejarlo solo. Me despedí de todos junto con él, y partimos a casa. Mientras íbamos en el taxi hacia su casa, mi amiguito estuvo reposado en mis piernas y pensaba: De vuelta a las huevadas... Ja.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La otra familia

¡Usando la corbata hecha por mi sobrinito el día del padre!
Ayer vi La Otra Familia y volví a confirmar el hecho de que alguna vez me gustaría ser padre. Sí, me gustaría poder tener un niño a quien darle cariño; comprarle juguetes y cuentos; con quien jugar; y poder educarle, alimentarle, y explorar lo que se siente ser padre. Me gustaría que fuese niño y no niña por una simple razón: no comprendo bien el cerebro femenino, y no me sentiría con tanta seguridad para explicarle bien el desarrollo sexual. Todo esto me gustaría lograrlo cuando se tenga que dar; es decir, en un buen par de años.

No obstante, no estoy seguro sobre si lo criaría acá. Creo que la sociedad no se encuentra preparada del todo para poder aceptar el hecho que un niño de padres homosexuales pueda asistir a un colegio sin que ocurra algún conflicto psico-social. Pero, esa es mi opinión ahora. Esta puede cambiar de acá a unos años, o no. Solo sé que si me dieran a escoger entre criarlo acá o afuera, escogería la segunda opción. No tendría tampoco dos nombres, solo uno. Quizá lo llamaría Imanol. Me gusta ese nombre.

Tampoco creo que mi opción sexual decida la opción que mi hijo seguiría. Es claro que criarse con dos padres gays te brinda otra perspectiva de ver las cosas, pero eso no implica que yo le vaya a indicar que mi manera de ver las cosas es la única y correcta, las demás no. Todo lo contrarió, le reforzaría el hecho de que todos somos diferentes, y que hay que aprender a convivir con esas diferencias sin discriminar (a menos que se tenga un buen juicio argumentativo) a los demás. Le enseñaría que tener dos padres no lo hace menos, ni más masculino que los demás, que una cosa es género y otra distinta la opción sexual.

También le educaría de manera que aprenda modales y pueda ser capaz de buscarle valor a las cosas simples de la vida. Aprendería a pescar para no morirse de hambre, porque yo tampoco voy a vivir para siempre, y él tendría que ser capaz de saber seguir adelante por sí mismo. Aunque, a veces, le engreiría mucho con pasajes a Disney, Cuzco, y a otros lugares, jijiji. Por supuesto, tendría cultura deportiva, y de adolescente sería un cuerazo.

Quiero un hijo, pero no ahora; sin embargo, seguiré intentando hasta que se me realice el milagro.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Paradigmas Amorosos

¿Tienes que esperar 3 días luego de la primera cita para ver si te llama o no y así seguir con el plan?, ¿tiene que devolver la llamada el que invitó a la cita o el invitado?, ¿cuándo es apropiado poder decirle 'te quiero' a esa persona con la que sales?, ¿existe un tiempo adecuado de aguante antes de tirar?, ¿el sexo oral cuenta?, ¿y los jueguitos? Estas y otras preguntas más rondaron mi pequeña cabeza durante una serie de días, por lo que busqué respuestas en varios amigos, quienes en su mayoría me plantearon escalas de tiempo adecuadas para que ocurriese cada situación. Mi conclusión luego de oír sus repuestas: las reglas sociales son estupideces.

No existe un tiempo determinado para saber luego de la primera cita para saber cuándo es correcto comunicarte con esa persona, o para saber si las cosas van a  marchar bien o no. Son cosas que pasan y ya. Puede ser que las primeras tres veces que salgan la pasen genial, y la cuarta no, pero esa no es razón para dar marcha atrás. Todos tenemos días buenos y malos. Es cuestión de ver cómo avanzan como relación con el pasar de los días y ver entre ambos si las cosas van para más o no.

Luego, no existen restricciones para decirle a alguien "me gustas" o "te quiero". Uno lo dice simplemente y ya. Además, porque te diga te quiero no quiere decir que se va a querer casar contigo, o que en verdad te quiere de la manera que crees. El peso que se le atribuye a cada palabra varía por lo general entre personas, aunque tampoco es tan recomendable decirle "te quiero" a una persona que has visto 3 veces, porque puede parecer estúpido. Tampoco existe una ley para decir cuánto es apropiado decir "me gustas", o "te amo", son cosas que surgen con el tiempo y las experiencias que intercambian.

Sexo es sexo. Así sea un blow job, o un quickie, eso no quita que sea sexo, y hacerlo antes de establecer una relación formal no te va volver una puta,  y hacerlo después tampoco te va a hacer ver lento. Cada pareja es libre de decidir cuándo quieren tener sexo o no, cómo, dónde y demás interrogantes también. Además, es un componente importante para la relación, ya que afianza, generalmente, la pasión y deseo por la otra persona. Asimismo, ¿a quién le gusta correrse la paja si puede hacerlo con alguien?
Por último, cada relación es compleja, y no todos nos manejamos de la misma manera. Quizá para algunos sí funcionen ciertos paradigmas, pero para otros no. Es, como dije antes, cuestión de vivir.

domingo, 11 de septiembre de 2011

martes, 6 de septiembre de 2011

Aviso comunitario


Yo también quiero un Carl Fredricksen. Quiero un chico que esté dispuesto a vivir una aventura en los cielos, aunque tenga varias adversidades en el camino, que sea independiente, fiel a sus principios, que le guste estar echado en el pasto y tenga ánimos de luchar por eso que él cree. No pido que me lleva a Cataratas del paraíso. Tampoco exijo que sea vendedor de sonrisas, pero sí que quiera ir siempre hacia arriba y más allá.

Es que, saben, estoy cansado de besar batracios y sapos. Todos son babosos, y algunos hasta venenosos. Hay que moverse con mucha cautela con esos animalitos. Es complicado. Yo he descartado la teoría según la cual hay que esperar para que el príncipe encantador llegue como le ocurrió a BlancaNieves, porque son puras tonterías, sino Cenicienta no se hubiera casado con el príncipe del palacio, ni Skreck se hubiera quedado con Fiona, ni la Sirenita se hubiese hecho hija del cielo.

Ok, lo sé, la Sirenita no tuvo un final feliz, pero fue en busca del amor, quizá de una manera muy romántica, pero lo hizo. La luchó. Al final, se sacrificó (y aquí es cuando discrepo con esta muchachita) y fue elevada al cielo por hadas. El mensaje del cuento: Quizá parezca tu final "aquí", pero es tu comienzo más allá. Quedarse inmóvil nunca es una opción. Siempre hay que ir más allá, y yo no pienso quedarme en la cima de una torre como Rapunzel.


ps: Me importa un comino si crees que soy un iluso, o crees que nunca conoceré a uno, "hombre maduro".

lunes, 5 de septiembre de 2011

Preguntas en la oscuridad

Corre en la oscuridad, sin sentido, de manera que no lo puedan alcanzar. Corre, pero un golpe en la nuca hace que se caiga. Empieza a llorar, pero no de dolor. Intenta levantarse, pero uno le golpea la pantorrilla, cae al suelo. Entonces, siente la primera patada en el estómago, se queda sin aire. Empieza a toser, mientras le siguen pateando. Ahora escupe sangre, su cerebro se calienta. Se retuerce por algunas convulsiones. No puede reaccionar, y ellos le siguen pateando. Entonces, uno ve una botella de 3 litros y tiene una gran idea: hay que clavársela por el culo.

No puede ver bien, pues tiene los ojos hinchado, pero 3 de ellos ya se han encargado de ponerlo boca arriba y rasgarle los pantalones. Uno le coje los brazos, dos ambas piernas, y otro se arrodilla para introducirle la botella. Los gritos de dolor no se hacen esperar, pero no hay más que silencio. Ya entró la puntita, dice uno. Se excitan con su rostro sufrido. Él grita, y quiere safarse de ahí. Entonces, le golpean la cabeza. Ahora está a la mitad. No entra más. La sangre es abundante. En un acto de desesperación, el arrodillado se pone de pie, y patea la parte trasera . Listo, ya ingreso todo. Él inconsciente no se mueve, ha pasado un rato desde que ha dejado de poner resistencia. Finalmente, se van.

Hola, ¿dónde estás? Sé que ya no estás aquí. Me pregunto cómo te sentirás. Espero que mejor. Nadie quiere morir de esa forma. Lo sé. La ciudad está muy insegura últimamente, lo debes saber bien. ¿Por qué caminaste en la oscuridad?, ¿por qué no te fuiste a la casa de un amigo?, ¿qué hacías allí esa noche?, ¿Por qué nadie se acerco?, ¿por qué la gente está loca?, ¿por qué no gritaste más fuerte? Me pregunto tantas cosas, y estás tan lejos, o eso creo.

Intento buscar respuestas a cosas que no las tengo, y me acongojo al saber que no estás. Nadie merece morir de así. Sí, te lo repito, porque me parece atroz. Tengo la imagen tuya clavada en mi cerebro, y la de tu hermana llorando. No sé qué me dio más pena, si ver tu cuerpo destrozado o a tu hermana desesperada. Yacías irreconocible en piso. Parecía una de esas muertes de película con la diferencia de que yo era un personaje más, y tú el cadáver.

Mientras te veía, pensaba, esto solo me puede ocurrir a mí. ¿Qué cosa le podría decir a tu hermana?, ¿que iba meter a la cárcel a unos criminales anónimos? No tengo los recursos para hacerlo. Además, ambos sabemos que todo se paga tarde o temprano, pero no así. Nunca así. Me siento tan afortunado de poder respirar, comer, y vivir un día más, y me pregunto, ¿por qué te tenía que tocar así? ¿El destino? ¿Una serie de razones programadas?

No entiendo. Quizá no quiero comprender, porque me resulta ilógico que ahora estés muerto, y yo aquí, tratando de explicar el mar de pensamientos que ronda mi mente. ¿dónde estarás? ¿Seguirás corriendo, gritando (o tratando de hacerte oír)? Son muchas preguntas, y tarde o temprano me las darás. Por ahora, es momento de seguir.

miércoles, 31 de agosto de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo.

Ya no salgo con el chico sexy al cual me referí en un post pasado. No, por diversos motivos que no vienen al caso contar. Aun así, le extraño. Pienso muchas cosas, como por ejemplo lo genial que era cuando me cargaba, las veces que me decía lo precioso que estaba vestido, o lo mucho que se excitaba cuando le besaba el cuello sin parar. Entonces, viene una imagen como un flash a mi mente. Wow, hubiera sido un buen polvo. Lástima que no lo fue (hasta ahora).

Estar (¿de nuevo?) soltero me hizo pensar por qué es que sigo en esta situación. Sé cuál es la respuesta: él tiene la culpa, pero yo también. No es que sea masoquista, es que en verdad tengo un poco de culpa. La vez pasada, mientras conversaba con un amigo sobre lo mucho que él extrañaba a su chico y a la inversa, y el polvazo que le va a dar una vez que llegue a Lima, me puse a pensar en qué radicaba el éxito de esa relación, y me di cuenta que es la seguridad.

No basta con que yo quiera algo, en este caso una relación más formal, sino con que esté completamente seguro de que eso es lo que deseo, y de que el otro también. Me di cuenta de que por más firmeza que haya en mis palabras, y por alientos que le di al muchacho, en mis sueños así no se pintaba la historia. Más bien, era un fatalista de mierda. Luego, pensé que mis sueños guardaban relación con la realidad, y que estaba destinado, de ser así, a tener una vida sentimental muy penosa.

Sin embargo, luego recordé a Amartya Sen y su gran lección luego de leer la parábola hindú de su libro Identidad y Violencia: la ilusión del destino: Cada uno es dueño de su propio destino. Entonces, me sentí más tranquilo, pero me dije, ¡por qué me ocurren esas cosas?, ¡por qué no puedo salir con un tipo que simplemente quiera amar, tener sexo salvaje, reír, conocer la vida, etc.? Y recordé lo que me dijo Mila, y Diego, y otros amigos más: Aún no estás preparado Maxi. Aún no. ¡Vive!

Pero, si es así, ¿por qué yo sí creo que lo estoy? Porque dentro de lo fatalista que soy, dentro de todo mi perfeccionismo, esnobismo, estupidez, todavía guardo fe en que en verdad las cosas no tiene por qué ser así. Porque persiste en mí la creencia de que todo va a marchar bien, al ritmo que tiene que seguir, y que tarde o temprano estaré con el chico con el que me toque estar, y ya. Claro, esto no implica que no pueda cometer unos cuantos Ups! en el camino. Además, de los errores uno aprende. Y este aprendizaje, con el tiempo, se convierte en sabiduría. Así que a vivir se ha dicho. ¡Vamos?