domingo, 23 de octubre de 2011

Ajustando la inocencia

Cuando me pidieron escribir este post, nunca pensé que fuera a tomarme tanto tiempo redactar una parte de mi vida que pensaba ya había quedado en el pasado.

Regresar siete años en el tiempo y recordar a quien fue el primer amor de mi vida no es una tarea sencilla. Conocí a R cuando tenía catorce años y él veintiséis. Sí, nos llevábamos doce años de diferencia y aún hoy me pregunto cómo hice para estar tres años de mi vida con una persona que en cualquier momento decidiría sentar raíces mientras que yo ni siquiera había comenzado a vivir.

Hoy recuerdo esa experiencia con mucho cariño y nostalgia pues nuestra relación dejó una gran huella en mi vida por todo lo que sucedió debido a su existencia. Por esas cosas de la vida, antes de conocerlo, me había contactado con L, un chico de dieciocho años que resultó siendo su ex. Por un motivo que jamás entendí (o, por lo menos, no recuerdo haberlo hecho), R y L no se llevaban bien, por lo que el segundo decidió advertirme sobre el primero y sus intenciones conmigo.

Según L, lo único que R buscaba en mí era el sexo. Yo aún no había mantenido relaciones con nadie y eso era lo que más le emocionaba a mi entonces enamorado. Debido a que R siempre había sido respetoso conmigo y nunca habíamos hecho más de lo que yo quería (hicimos cosas, sí, pero nunca me penetró porque sabía que aún no me sentía listo), no creí ni una palabra de lo que L me decía por MSN.

Lo que nunca me imaginé, es que mi mamá descubriría esa conversación y, entonces, mi mundo sufriría uno de los cataclismos más devastadores que he conocido. Debí pedirle a R que se alejara de mí y mis padres perdieron toda confianza en mí. Sesiones con una psicóloga, largas conversaciones y amenazas de mis padres también acompañaron esa etapa de mi vida. Tenía mucho miedo, era un niño y estaba solo.

Pero lo peor, recién llegaría después, cuando pude volver a contactar con R y éste me dijo que seguiríamos siendo enamorados porque me quería. Yo aún no cumplía los quince y luego de tan terrible experiencia, solo confiaba en él. Y aunque juntaba cada sol de mi propina para poder llamarlo de un teléfono público (nunca de mi celular o de mi casa, por temor a que nos encontraran) y cada martes lo esperaba sentado junto a la puerta de mi hogar, él nunca más llamó y, lógicamente, nunca llegó a buscarme.

En ese momento, yo no lo entendí. Ahora, a los veintiún años, sé que lo hizo porque tenía miedo de ser descubierto, lo que nunca me quedará claro es por qué no terminó conmigo, por qué tuvo que esperar casi tres años a que yo le dijera que lo nuestro no iba más.

Aunque en esa época no lo pensaba, ahora sé que lo más probable es que él estuviera con otras personas mientras yo esperaba, tan solo, una llamada. Es extraño saber que no le guardo ningún resentimiento y que si tuviera la oportunidad de volver a vivir esa experiencia, la aceptaría gustoso.

Quizás no tuve una relación normal, quizás ni siquiera una adolescencia como otros chicos de mi edad. Pero debo admitir que aquella turbulenta situación me ayudó a crecer mucho y aprendí que era más fuerte de lo que me había imaginado jamás. Lamentablemente, las cosas no se dieron como me hubiera gustado y durante tres años me sentí culpable porque creía que no podía cumplir con mi rol. Ahora sé, que yo no era el único que estaba equivocado.

El post fue escrito por un amigo mío al que le tocó vivir una relación con alguien mayor. Sé que no ha sido una tarea simple, pero me da gusto que la haya podido finalizar. Gracias por compartir esta experiencia, Steffano.

4 comentarios:

  1. No conocía esa parte de tu vida y me ha emocionado. Sabes que en eso de la diferencia de edad ya tengo experiencia... Lo que no me acaba de gustar es esa conjetura de qué lo más probable es que él estuviera con otras personas mientras yo esperaba. Tanto si lo hacía como si no creo que no aporta a la historia de vuestra relación al fin y al cabo me parece natural que pasara y creo que eso no interfirió en vuestra relación, al menos en apariencia.

    Muchas gracias por contárnosla.

    Un abrazo.

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  2. Una buena entrada, no tenia ni idea que habías pasado por eso. Hay cosas que las personas tenemos que enfrentar para llegar a a ser lo que somos, tal vez pro eso volverías a revivirlo.

    saludos!

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  3. Esa notita al final apenas se ve... Valga lo que dije para Stefano

    Otro abrazo.

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  4. Peace for ever: Se lo haré saber!

    Didier Freitas: El post lo escribió un amigo, así que le haré saber tu comentario. Gracias!

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