viernes, 11 de noviembre de 2011

Se nos* va el tren

¡Cómo es posible que esto ocurra si ni siquiera he llegado a la estación? No lo sé, pero estoy seguro de  que él no se detiene. No es que yo quiera, es que la gente que me rodea me hace cada pregunta estúpida y sincera que me deja pensando si estoy en camino a perderlo o no. Me siento como el chico que está en el taxi camino a la estación. Pueden ocurrir dos cosas: pierdo el pasaje o no.

Si somos positivos, tendré un viaje muy loco. De lo contrario, me quedaré acá. No es que no me guste la situación que vivo, pero también me da curiosidad saber qué hay más allá. Quizá sea Wonderland, y esté lleno de criaturas fantásticas, con un conejo blanco, una reina de corazones, y un sombrerero loco; o, tal vez, sea Highbury, y exista un Mr. Knightley, una Harriet Smith, un Mr. Elton y hasta una Miss Bates... ¡Yo qué sé! ¿Puedo echarle la culpa a Jane Austen por haberme echo creer en las ironías románticas, verdad? Es decir, ¿cómo es posible que dos chicos que se veían como hermanos luego acaben amándose?, ¿cómo resulta posible que a pesar de 16 años de diferencia Mr. Knightle, luego de haber cargado a Emma entre sus brazos, se dé cuenta que la ame, y sean felices?

Elaboro respuestas a estas interrogantes, y creo que todo esto ocurre una vez en un millón, sino ¿cómo resulta que Lizzie acabe con Mr. Darcy?, ¿cómo es dable que Fanny Price termine enlazándose con Edmund Betram si es su primo, ella es pobre y él no, y ambos viven en pleno siglo XIX? Jane Austen tiene la culpa de todo. No, la culpa no es la del lector que imagina situaciones, y crea un mundo, es la de ella por incentivar esas cosas. En verdad, sé que no es así, pero tengo que desfogar mi mala racha con alguien, y qué mejor que hacerlo con una escritora de talla mundial ya fallecida, que creía en el triunfo del "verdadero amor". ¿Y qué coño es el verdadero amor!

¿Acaso lo supo la autora! ¡Acaso lo supo Marianne Dashwood cuando flirteaba con Willoughby?, ¿Acaso Mr. bingley estuvo tan seguro de sus sentimientos por Jane, que se largó en la primera parte a Londres influenciado por Darcy y su hermana?,  ¿es siempre el amor algo no sexual, sino cortesano?, ¿o es una mezcla de tres cosas? Yo qué diantres sé. Solo a mí se me ocurre pensar en teorías sobre lo que puede ser el  amor y no, porque no conozco otras personas que lo hagan, porque el relativismo no es para mí, y porque necesito buscarle una parte racional al asunto que muchos alegan es ilógico, porque me resulta incoherente que así lo sea.

¿Y por qué no simplemente salgo con un chico y me dejo de tanta huevada? ¡Porque no es fácil! En primer lugar, soy medio jodido para conocer gays así no más.  Dudo que existan hombres que quieran trascender en la vida, que sean inteligentes, guapos, y sexualmente salvajes, que no se encuentren en peligro de extinción. Después, si uno me interesa, no sé cómo acercarme; y, si lo hago, termino cagándola al final, ya sea avisando que no voy a salir, no devolviendo una llamada importante, demostrando mucho interés, o ni shit. ¿Quién entiende de flirteo? Ciertamente, yo no. Por ello, un buen amigo se ofreció a ayudarme, pero fue inútil. Luego, mi pesimismo. Soy jodidamente inseguro para estas cosas. Mi mente me traiciona con historias verosímiles que nunca ocurren, pero torturan.

Esto es una mierda. Para colmo de males, soy renegón. En fin, qué mierda pues. Y no, no voy a dejar de pensar eso, y simplemente salir con mis amigos, porque esa no es una solución, es una cojudez. ¿Acaso una acción reemplaza a la otra?, ¿acaso un clavo no reemplaza a otro clavo? Pocas veces, la de la mayoría no, y , si por alguna razón, eres un afortunado, crea tu puto grupo en FB con otros wannabes alucinados.

A propósito del 31...

-Me disfracé dispuesto a ser el Focus, y lo logré.
-Se me veía 'Chulo' en mi disfraz de romano.
-Me tomaron una foto en una reu digna de un social suicide.
-Un tipo disfrazado de militar intentó gilearme, pero estaba ebrio, y me daba miedo la talla de él.
-Acabé a las 5 de la mañana comiendo un mega-sándwich en un lugar de la  Av. Aviación, y no pude evitar sentirme como Britney en Blackout.

PS.: nos*, porque no eres el único que lo siente así.

viernes, 4 de noviembre de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo. III

Ayer no dejaba en temblar en las escaleras de su apartamento. Sonreía tontamente al techo, y luego miraba su cuerpo recostado mientras las palabras no salían de su boca. No era que no quería decirme nada, era simplemente que le resultaba difícil soltarlas, como a mí. Me limité a sonreír, y no le pregunté muchas cosas, que quizá no venían al caso, pero me interesaban saber, como por qué todo este tiempo me había rehuído, por qué no respondió mis mensajes, por qué tardó tanto en verme de nuevo, ¿o es que yo le aborrecía? Tantas interrogantes absurdas y necesarias.

Quise saber tantas cosas, pero solo atiné a hablar de cine, de lo lindo que le quedaba el polo, del corto que tiene que realizar.  Mientras lo contemplaba, no paraba de temblar, y me sentí mal, muy mal. Claro, no dejé de sonreír, ni de tratarlo bien.  Me preguntó si había salido con otros chicos, le respondí que no. Me dijo que era muy inocente. Si supieras, pensé, y le di una sonrisa. Sonreí como siempre lo hacía, pero esta vez para no romper en llanto. Me sinceré en una parte de nuestra conversación y le dije que le echaba de menos; que estaba un poco loco, y por eso formulaba historias fantásticas de una pequeña situación en mi cabeza. Me preguntó qué historias, yo solo sonreí.

Me contó que sale con otro chico, aunque que ya lo sabía, pero esperaba que él me lo contase, y me dijo que estaba bonito como otras veces. Hablamos de las calles que más recuerdos nos traen. Para mí, Benavides. ¿Y Caminos del inca? Mi tiempo se detuvo. Un aire frío, indescriptible entró por la boca. Para él, Javier Prado. Quería llorar. Él tiene la mente muy gráfica, yo igual. Me asaltaron calles, locos, cigarros, noches, chifas, bonitos, la loma. Todo en 2 segundos. Alcé la mirada para no caer en llanto. Me agradeció por haberle motivado a leer más. Me sentí más estúpido de lo normal.

Él estaba cansado, necesitaba dormitar. No es un vago, como yo. Nos pusimos de pie, extendí mi mano, él se me acercó y me abrazó. El aire frío se apoderó de mí nuevamente, y le dije que le echaba de menos, otra vez. Me alejé, ya con los ojos sollozos, y me jaló del brazo para darme un segundo abrazo. Subí, bajé, volé, descendí, aterricé en menos de 20 segundos. Quise desearle suerte con el otro chico, pero no me salía. Le pedí que mantuviera contacto conmigo, que respondiera mis mensajes, que no me acuerdo qué. Supongo que busqué desesperadamente, casi de manera inconsciente, retrasar el momento lo más posible.

Podría echarle la culpa a mi sensibilidad, pero resultaría mejor hacerlo a mi insensatez. En realidad, no sé. Ayer cerré un ciclo, y volví a darme cuenta que soy frágil cuando estoy junto al chico sexy. Siendo más exactos, cuando estoy junto a mi recuerdos. Recuerdos que se transforman en pensamientos que nunca se realizarán, que solamente flotarán.

¿Y yo? Bueno, ahí.