martes, 13 de marzo de 2012

Carta a un torpe que dejó de ser amigo

A ti:

¿Cómo te va? Espero que estés pensando sobre las ultimas decisiones que has tomado, y sobre las personas que has conocido hace poco. Me apena ver cómo aquella gente que creyó en ti ahora se aleja, entre los cuales estoy yo. La verdad, me siento más decepcionado, que triste. Ya no eres el chico colegial que me mintió sobre su sexualidad, y al cual intenté conocer más, porque me parecía atractivo. No, ahora eres un cojudo que se deja llevar por una cara operada y unos billetes con el simple fin de pasarla bien. Qué patético te ves desde mi sitio.

Hace tiempo dejé de cuestionarme por qué nuestra amistad se fue al tacho, pues descubrí que la razón de todo era tu manía por hacerte creer a ti mismo algo que no eras. Te engañaste, les mentiste y ahora estás jodido. Quizá ahora todo pinte genial, pero tus errores ya están. No pudiste perdonarme aquella vez que fuiste a mi cumpleaños y, claro, cómo ibas a hacerlo si ni siquiera lo habías hecho contigo. Me gané odio, enojo, no solo tuyo, sino también de otros. Me equivoqué alguna vez, pero no fui tan marica como tú para negar lo hecho, y pretender que nada había pasado.

La gente no es cojuda, sabe, se informa. Si tú no dices la verdad, busca la manera de conseguirla. ¿Cómo saben que mientes? Es obvio, tu mismo engaño ha creado toda una red de mentiras que ponen en duda hasta tu aliento. Hace años pretendí ocultarme ante los demás como una víctima, que sí lo era en parte, pero solo me llevó a un camino más cruel. Equivocarse no está mal, pero tú no admites errores si no te convienen. Por eso, pides perdón cuando estás encasillado, cuando la has cagado, cuando la amistad corre peligro.

Hoy conversaba con aquel que te quiso mucho, pero al que no trataste bien después de todo. En tu defensa, puedes decir que yo no he participado del asunto como para comentar, pero te puedo decir que no es necesario ser un erudito para ver que la fregaste como ya lo habías hecho anteriormente. Encima, te metiste con una puta, y no cualquiera, un arribista. Y, es que eres tan conchudo, que te importa poco el qué dirán cuando nadie te ve, pero ante los demás usas tu máscara de caleta. Un asco, pues. Qué horrible saber que te usas para aprovecharte de los demás.

Esa fue la razón por la que no te llamé, por la que no te envié un mensaje para salir "a divertirnos" como los viejos tiempos. Sabía de todo el rollo que estaba armándose, y no me quise envolver. Me siento más cercano de comprender a tus ex novios que a ti, y jamás pensé decir esto, pero es así. Solo espero que te sepas levantar luego de tu choque. Por ahora, quiero seguir sin ti. Es lo mejor.

Chau

1 comentario: