miércoles, 29 de agosto de 2012

Subastar placer

Ocurrió hace un par de días cerca a un antro. Estaba de pie en una esquina fumando un cigarro cuando un sujeto un poco fornido y guapo me preguntó si estaba libre para cachar. La proposición en sí no me sorprendió, lo que sí me pareció alucinante fue la crudeza y sencillez con la cual la espetó. Él no titubeo, ni siquiera me miró de arriba a abajo. No le respondí nada, mi éxtasis se apagó casi instantáneamente como apareció, y me sentí más material de desfogue que persona.

Ello me hizo preguntarme hasta qué punto el sexo por el sexo es bueno. ¿Esto no deshumaniza?

Cuando realicé hace unos meses un trabajo sobre estética y pornografía pude darme cuenta de que la gran crítica que recibe yace en el hecho que ésta busca hacer sentir a los sujetos pura y únicamente placer a través de la exposición directa con los actos sexuales, alejándolos de los altos patrones estéticos que ha llegado el erotismo (en su máxima expresión literaria), como forma sutil de liberación  del Eros y Tánatos, y de los rígidos cánones morales impulsados por la religión.

No dudo que la pornografía, como herramienta que favorece la expulsión de impulsos internos, es positiva, pero refugiarnos en ella desmedrando nuestra experiencia corporal por una virtual, y nuestra creatividad por una imagen ya establecida, ¿no nos lleva a caso a ser personas menos pasionales, menos amantes, menos humanas?

Los tabúes como puertas

Si hay algo hermoso que recuerdo cuando tenía 17 o 16 años, era justamente esa sensación de contingencia que traía cada encuentro. Cada vez que me citaba con algún  hombre mayor, su forma de recompensarme era darme el placer más puro, ilícito, y pecaminoso que mi ser haya sentido. El peligro que suponía para los hombres, que pude saborear, aumentaba mis ansias de buscar maneras más sutiles y riesgosas de coquetear, y palpar suavemente la entrepierna, solo para agitar más la situación.

Los chats anónimos a los cuales frecuenté en mi pubertad y temprana adolescencia me forzaban a salir al  acercamiento de una persona y a mirarla, analizarla, conocerla más. En cambio, ahora con Manhunt uno puede buscar de qué raza, color de ojos, tamaño, y hasta grosor, de pene está buscando. De alguna manera, estamos más cerca y distanciados. Más chicos piden delivery boys, comen y desechan. Han reducido el sexo a una necesidad fisiológica haciendo del acto de follar algo tan común como cagar, lo cual resulta apestoso ciertamente, así como aburrido y patético.

Debo decir que aun cuando mi edad me impedía tales encuentros, y mi moral cristiana me castigaba fuertemente algunas noches, estas restricciones me sirvieron, pues me ayudaron a conocer los lados más sádicos y hermosamente prohibidos de mi ser.

1 comentario:

  1. A inicios de año me pasó algo bastante similar. Sentí y me pregunté lo mismo. Muy buen post para quienes comenzamos a leer tu blog.

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