lunes, 28 de marzo de 2011

Del amor y otras huevadas

Cuando era niño, y me despertaba con miedo en la madrugada, me iba corriendo a la habitación de mi abuela a recostarme en su regazo. Todo resultaba más simple. Era un chiquillo que solo estaba interesado en jugar y en no tener que dar mis exámenes bimestrales. Sin embargo, crecí, y junto conmigo nuevos temores. Con el tiempo, mi abuelita cayó enferma, y al cabo de unos años, falleció.

Después, nació Sebitas, mi sobrinito, por lo que mi nanny se tuvo que mudar con mi hermana a su departamento para cuidar del bebe. Fue en aquella época que me empecé a preocupar por quedarme solo. Yo, un mocoso de 15 años, vivía atormentado con la idea de que todos mis seres queridos se alejarían rápidamente de mí.

Me di cuenta que nunca había tenido un novio, ni me había dado el lujo de permitirme experimentar algo con uno. Entonces, me tracé como objetivo salir con uno para ver cómo era el asunto. No tenía algún amigo gay. Creía que mi actuar era pecaminoso, y rogaba clemencia a San Judas Tadeo y al Dalai Lama por la expiación de mi alma. Sin embargo, eso no me impidió explorar mi sexualidad más allá de mis boxers.

Pasaron dos años llenos de cuantiosas experiencias y regalos que me ayudaron de una manera a aceptar aquellos deseos que hallaba extraños en mí. Había salido con salido con varios chicos, pero no había conocido más que sus camas. Sentí que era momento de dar un giro. Fue así que tuve mi primera cita, a la edad de 17 años, con I.

Él era un típico hijo de papi, pero sumamente hermoso. Estudiaba en la UP, era una chico muy conocido dentro de su círculo, todos le deseaban y mantenía una hermosa relación con su padre, quien me guardaba gran aprecio. Sin embargo, sus celos y el repudio de sus amigos hacia mi persona ocasionaron un terrible desenlace entre ambos.

Después, salí con S, Braulio, D y finalmente R. Los 4 son grandes chicos, pero con ninguno logré alguna formalidad. Esto, porque aún tengo miedo de enamorarme, porque no quiero arriesgar, a pesar de que sí sé cómo actuar. Es curioso que me ocurra teniendo en cuenta que siempre soy el que animo a mis amigos a que se lancen en sus aventuras sentimentales.

Tengo un poco de miedo a quedarme solo, pero también a dejarme querer. Soy (demasiado) complicado. Aunque, todavía persiste en mí fe de que todo va a mejorar. Estoy seguro de eso, o eso quiero creer.

5 comentarios:

  1. Personalmente sé que no hay que tenerle miedo al amor, a enamorarse y a darse por entero, aunque todo eso tenga algo de renuncia, pero es la única vía que conozco para no quedarse solo. Tanto tu abuela como tu madre te aman.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. siempre que alguien me preguntan que buscan en una persona como pareja digo: que realmente sepa en que se esta metiendo, soy complicada y amo mi soledad.

    Pero como tu a veces tengo miedo d estar sola y también soy como una cupido que ahi esta detrás de armar parejas porque se que serán felices, pero y uno?.

    ResponderEliminar
  3. Peace-for-ever: I know, supongo que me da miedo arriesgar, como dije.

    Rita shinigami: Ni idea, cari. A veces resulta que ser Celestino es mejor que ser amante.

    ResponderEliminar
  4. Todo comienzo da miedo, desde empezar a andar solo... en ese momento uno empieza a explorar, tropieza muchas veces y sigue, a veces volvemos a tropezar y no sabemos si realmente estamos haciendo bien o mal, hasta que crecemos y queremos madurar, comenzamos a buscar algo nuevo, pero esto muchas veces no se concreta.
    Con calma, al menos sabes que en cierta forma quieres algo más, solo falta que se pueda dar ese paso. Al final todos somos complicados y eso en consecuencia, atrae a otro. #GoodVibes

    ResponderEliminar
  5. diego: Gracias, estimado, solo espero hallar alguien con quien poder compartir mis complicaciones, jajajaja.

    ResponderEliminar