sábado, 11 de diciembre de 2010

La sonrisa de Jano


Están solos en la terraza. Es una noche tibia de verano. Las luces de las farolas los alumbran tenuemente. Dos polillas no dejan de chocares contra el cristal que les impide el acceso a la luz. Están condenadas a morir, pero existe algo que por más resistencia que pongan las impide moverse de allí. Acerca su mejilla a la tuya. Qué bonito andas hoy Dani, te susurra. Pone su mano encima de muslo. Te sonríe, y mira a tus ojos. Estás pasado de copas. Quisieras besarle. A él más. Desea tirarte desde hace tiempo, pero hay un problema, tu novio está preparando pisco sour en la cocina, y no es de buena educación flirtear tan descaradamente con el chico de su mejor amigo.

Te da risa tu manera de coquetear contigo. Sabes que es peligroso. Puedes quedar como una perra, o tener un buen orgasmo. El plan es simple. Le dirías a Andrés que vas a buscar unos discos para poner música, él te creería, Matías iría atrás de ti, luego te taparía la boca, te empujaría contra el mueble, se quitaría el polo, te bajaría la ropa de baño, y te haría sentir su fuerza dentro de ti, explotarían de éxtasis, y volverían felices a sus lugares. Nada mal para un chico que solo ha tirado con 4 hombres.

Estás exitado, y una leve erección resalta en tu entrepierna. Es suficiente por esta noche. Te paras, y te vas a la cocina. Le dices que jugarás en la piscina. Te acercas al borde, te sacas la ropa, menos el boxer, y te lanzas un clavado. Sientes el agua jugar entre tus muslos. Te ríes. Matías se acerca y se sienta en una silla observando cómo nadas de un lado a otro. Se lo aprieta de tanto en tanto. Tiene una cara de baboso alucinante, piensas, mientras le sonríes como solo tú sabes hacerlo. De pronto, ves que Andrés se aproxima, está más sobrio que ustedes dos.

Brindan por los hombres, por la vida, la plata, el trago gratis, los mejores amigos, y el novio del dueño de la casa. La jarra se va quedando vacía. Los efectos se empiezan a notar cada vez más. Los tres se quedan en ropa interior lanzándose las colillas de cigarros que quedan en el cenicero. De pronto, los dos se van hacia un rincón. Murmuran entre ellos. A Matías le brillan los ojos. Empiezas a correr hacia la sala, pero es tarde: alguien te ha jalado del pie, y has caído contra el pasto. Se pone encima tuyo, e intenta taparte los ojos para que no lo veas. Con un poco de fuerza, logras safarte de él, y te chocas con alguien adelante, es Andrés, quien te acaba de cojer de las manos.

Estás inmovil. No haces nada cuando te caes. Entres los dos te cargan, y te lanzan a la piscina. No entiendes lo que acaba de ocurrir. Se ríen entre ellos, hasta que empujan a tu novio a la piscina. Juegan, gritan, se rozan, accidentalmente claro. El tiempo transcurre infinito. Es hora de descansar. Le dices a tu tigre que te quieres ir a dormir. Salen de la piscina. Se quitan la ropa mojada, se empiezan a secar. Sientes que una mano no tan familiar te da una nalgada. Te sobresaltas, y vuelves a en ti al insante, te pones un boxer y te acercas a darle un abrazo de despedida a Matías. No te suelta, y medio ebrio te dice al oído que la próxima vez quiere compartir la piscina solo contigo. Lo empujas, y te ríes. Has aprendido que los escándalos no solucionan nada. Se despide de él con un abrazo, mientras que el otro te mira todo rato a los ojos, y se va.

Suben a su recamara. Te echas en la cama. Se pone delante de ti, se empieza a desnudar muy sensualmente hasta que termina sin nada encima. Decides mostrarle el camino con tu mano. Te desnuda, se besan, se paran, se aceleran. Se coloca en posición de ataque, tú de defensa. Estás a punto de perder. Apunta, y dispara: los ojos se te vuelven blancos. Duele, pero no quieres que pare. Empiezas a gemir, y él a empujar. Las piernas se entrecruzan. Mueves tus piernas de manera que estén amarradas a las suyas. Lo abrazas fuerte hacia ti. Quieres que sienta tu corazón. No pueden parar. Falta poco, ya casi. Gimes más hasta que vislumbras el Edén.

Ha sido una noche genial. Lo despiertas con un beso cuando suena el timbre. Se miran. Nadie debería venir, sino hasta el próximo jueves. Inmediatamente te colocas algo encíma, él también, y se aproxima a la ventana. ¿Quién puede ser a estas horas?

-¿Quién es, gordo?
-Es José, responde con la voz baja y mirando hacia otro lado.

Sí, él, su ex. ¿Cómo se entero que la casa estaría vacía?, ¿qué hace allí a esas horas? Giras tu rostro para que no verlo. Quieres salir, y decirle que no se encuentra, que venga otro día. Sin embargo, te levantas sonriente, vas hacia donde está él y le dices: ¿Por qué no lo invitamos a desayunar?

5 comentarios:

  1. Una linda historia aunque algo turbia... ¿Por qué se tiene que explicar por el exceso de alcohol?

    Un abrazo.

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  2. Vaya imaginación... cortame estas fantasías q en 3 años estarás casado jajaja

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  3. Ok...no soy el unico q tiene pajazos mentales.

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  4. Peace for ever: Uhmm, más que por eso, porque cada persona tiene nua actitud oculta.

    Lemon guy: Lo veremos.

    Onix: Jajajajjaja. No lo eres.

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  5. Escribes muy bien! Realmente me ha gustado mucho.
    Tiene tu historia muchos elementos que son de la realidad, así que sospecho que algo de esto ha habido.
    Muy buena conclusión esa de que hacer escándalo no aporta nada.
    Muy, pero muy interesante.

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