domingo, 15 de febrero de 2015

Lonely Hearts

Ayer salí de mi caverna al mundo exterior.  Decidí ir a Tracadero sin la intención de pasarla increíble, ya que las fiestas suelen ser el mismo playlist repetido una y otra vez; sin embargo, fueron las ganas jodidas de ver a mis amiguitos lo que terminó empujándome hacia aquel sórdido ambiente.

Llegué temprano, para variar, y todo seguía igual: la misma música, las cabras más chibolas en el centro avistando quién les peche, y los aliens, como yo, dando vueltas como pavazos a ver qué sale. 

Afortunadamente, no tuve que esperar mucho, pues me crucé con Kenny, un amigo que me salvó de salir corriendo del lugar. Permanecí a su lado un rato, hasta que recibí un mensaje de un chibolo con el que había estado hablando hace unos días. Dije que me iría al baño lo cual todos sabemos que siempre es una burda mentira y me fui a su encuentro. Estaba con sus amiguitos. Me los presentó, y empezó a hablarme...

Dijo muchas pichuladas. Yo solo sonreía con gusto y le animaba a bailar. Dentro de tantas cosas que decía, pude darme cuenta de dos,  1) los dramas siempre son los mismos, pero con diferentes caras y 2) siempre van existir los mismos personajes a través de las diferentes generaciones...

Me moría por ver a un amigo, pues la cabra había ido con alguien de mi facul, y no podía con la puta curiosidad de saber quién chucha era.  Mientras tanto, el pulpin se cansó de bailar, y luego de llamarme 'perra' y 'mal catequista' por unas cosillas que le conté, se puso en un plan pussy que me aburrió. Me zafé a buscar a mis queridos. 

Lo mejor fue, definitivamente, cruzarme con muchos amiguitos que no veía hace varios meses. Luego de promesas falsas de salir juntos, besos, abrazos, y un encuentro no planeado, encontré a la cabra que quería... Estaba chinazo. Me dijo que había extraviado su punto, que estaba locazo a falta de chela, y no sé qué más que me hizo reír a carcajadas. Nos despedimos y decidí que era momento de partir.

En la salida, vi a un grupito de newbies cuchichear algo sobre un tipo. Ay, cabras, pensé, nunca aprenden... Salí del antro con cola, pues pulpin me había seguido. Nos sentamos en el parque próximo al local y empezó su vómito verbal. Por suerte, estaba de buen humor, así que no me costó mucho pretender escucharlo.  En el taxi de regreso, con él mirando la calle mientras sujetaba mi mano, volví a ser un desubicado universitario de quinto ciclo. Claro, esta vez era 'el otro' sentado a la derecha. Solo quería un pete y dormir.


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