jueves, 29 de diciembre de 2011

Antes de continuar...


El año se va. Creo que me he tropezado y levantado más que en el 2010. Me han ocurrido varias sucesos importantes a lo largo de este, pero quizá el más trágico haya sido tratar a la muerte, y ver desde mis ojos, y los de otros, como algo se transforma abriendo nuevos caminos, haciéndome revalorar el afecto que muchas personas me brindan día a día, y mi día en sí. Pero, hay más. Por ello, me he planteado hacer una lista de aquellas cosas que marcaron mi 2011. No lo haré con un orden jerárquico, sino tal cual ocurrieron. Establecer una sería muy tedioso, y creo que hacerlo de esta manera es lo más humanamente cercano a la realidad del vivir.

He de admitir que no empecé bien el año. Las peleas con mi madre hicieron que vuelva a rehabilitación por un tiempo. Salía y entraba, o entraba y salía. Algo así. Probé por primera vez coca, y juré no hacerlo de nuevo. Luego del verano, nunca más la he vuelto a probar. Tampoco la recomiendo. Es una estupidez. Por aquella época, mis semanas consistían en ir al antro los miércoles y domingos, embriagarme, ponerme high un toque, y bailar. Lo mismo cuando salía a aquellas reus en Surco. Era una rutina, que felizmente tuvo su final.

Sentí que había probado todo. Decidí empezar la universidad limpio. Por ese entonces, conocí al payasito lindo. Es muy lindo, un buen chico. Nuestras charlas me dieron pie a tratar de ubicarme a mí ahora frente a lo que era yo  hace un par de años. Tuve largos encuentros con mi conciencia buscando el motivo por el cual no sonreía tanto. Me di cuenta que había crecido, pero que eso no era motivo para dejar de ofrecer sonrisas. Pude conocer en ese periodo a nuevos personas, y formar nuevas amistades.

En Julio, celebré por primera vez, luego de más de una década, mi cumpleaños. Fue un logro hacerlo, porque fue una de las metas que me propuse al comenzar al año, y no resultó nada sencillo. Pasé penurias para conseguir un lugar donde realizarlo. Luego, cancelé el evento un día antes. Hice un chongaso para que las cosas salgan como quería, y así salieron. Es increíble esa sensación de autorealización que conlleva hacer bien las cosas. Conocí a Churro.

Salimos unas semanas, y todo era genial.  Hablábamos con regularidad sobre diversas cosas. Jugábamos en la loma, y todo me parecía increíble. Existía una buena química sexual. No lo voy a negar. No obstante eso no fue suficiente, al menos para él. Tampoco sentía que podía avanzar conmigo. Me llegó mucho al pincho, y como si eso fuera poco, mi padrino me dejó. Falleció un lunes en la madrugada de cáncer. Nunca fui a verlo al hospital. No quería verlo mal. Soy muy sensible, y absorbo fuertemente las sensaciones de otros. Ese día lloré.

Pasaron por mi mente muchas imágenes. Demasiadas, diría yo. Veía a mi hermana, y luego a la suya, pero no podía hacerlo por más de 15 segundos, porque ella empezaba a llorar. Me tocaba las manos, sin mirarme, y me decía cuánto había crecido. ¿Cómo pasan los años, no? La mujer tenía la mirada perdida mientras recordaba aquellas veces que me quedaba en la terraza de su apartamento a jugar con su hermano y su familia. Solo estaban sus hermanas, sus hermanos, y su papá. La escena parecía sacada de una película casera, pero yo aún no comprendía cuál era mi rol.

Tengo viva la imagen de su papá alzando su brazo para agitarlo suavemente despidiéndose de su hijo mientras su féretro ingresa lentamente al crematorio. Y la música de fondo... No sé cómo describir bien lo que aconteció después. Aunque, aprendí mucho, especialmente, a apreciar los momentos compartidos con aquellas personas que tanto admiro y que, si bien no no me miran con los mismos ojos, están ahí;  también, me sirvió para acentuar aquella concepción mía sobre la  muerte como una llave hacia una transformación, la que podemos aceptar o no.

Al finalizar el año, viajé con la gente de mi universidad  a Ayacucho. La pasé genial volviendo a la sierra luego de un tiempo. Me reencontré con viejas amistades. Conocí un loco que me volvió a motivar para seguir escribiendo.  Pude perdonarme tanta tonterías, y tomar las riendas de mi relación con los demás.

Ahora, hay dos tipos que me parecen guapos, aunque me inclino más hacia uno. Estoy tratando de modular mi tirria hacia la perra, y de trazarme metas y objetivos a cumplir. Quiero ver a mi hijito, mi blog, crecer. Tengo planes para él también. Tiempo de seguir.

3 comentarios:

  1. tienes mucho dentro de ti Maxito, sé que será lo que tú quieras que sea

    ResponderEliminar
  2. Siempre nos toca años difíciles, jodidos. No voy a decir que yo los he tenido peores, porque no viene al caso hacer comparaciones. Pero lo importante es que al leer tu post veo que ya has sacado algunas conclusiones importantes. Difícilmente podemos sacar moralejas del tiempo transcurrido, pero podemos encontrarle significado a nuestra experiencia.

    ResponderEliminar
  3. Veo que no fue un año muy lucido, pero me gusta que tengas tantos planes para tu futuro.

    Feliz 2012!

    Un abrazo.

    ResponderEliminar