viernes, 4 de noviembre de 2011

No eres tú, o el mundo, soy yo. III

Ayer no dejaba en temblar en las escaleras de su apartamento. Sonreía tontamente al techo, y luego miraba su cuerpo recostado mientras las palabras no salían de su boca. No era que no quería decirme nada, era simplemente que le resultaba difícil soltarlas, como a mí. Me limité a sonreír, y no le pregunté muchas cosas, que quizá no venían al caso, pero me interesaban saber, como por qué todo este tiempo me había rehuído, por qué no respondió mis mensajes, por qué tardó tanto en verme de nuevo, ¿o es que yo le aborrecía? Tantas interrogantes absurdas y necesarias.

Quise saber tantas cosas, pero solo atiné a hablar de cine, de lo lindo que le quedaba el polo, del corto que tiene que realizar.  Mientras lo contemplaba, no paraba de temblar, y me sentí mal, muy mal. Claro, no dejé de sonreír, ni de tratarlo bien.  Me preguntó si había salido con otros chicos, le respondí que no. Me dijo que era muy inocente. Si supieras, pensé, y le di una sonrisa. Sonreí como siempre lo hacía, pero esta vez para no romper en llanto. Me sinceré en una parte de nuestra conversación y le dije que le echaba de menos; que estaba un poco loco, y por eso formulaba historias fantásticas de una pequeña situación en mi cabeza. Me preguntó qué historias, yo solo sonreí.

Me contó que sale con otro chico, aunque que ya lo sabía, pero esperaba que él me lo contase, y me dijo que estaba bonito como otras veces. Hablamos de las calles que más recuerdos nos traen. Para mí, Benavides. ¿Y Caminos del inca? Mi tiempo se detuvo. Un aire frío, indescriptible entró por la boca. Para él, Javier Prado. Quería llorar. Él tiene la mente muy gráfica, yo igual. Me asaltaron calles, locos, cigarros, noches, chifas, bonitos, la loma. Todo en 2 segundos. Alcé la mirada para no caer en llanto. Me agradeció por haberle motivado a leer más. Me sentí más estúpido de lo normal.

Él estaba cansado, necesitaba dormitar. No es un vago, como yo. Nos pusimos de pie, extendí mi mano, él se me acercó y me abrazó. El aire frío se apoderó de mí nuevamente, y le dije que le echaba de menos, otra vez. Me alejé, ya con los ojos sollozos, y me jaló del brazo para darme un segundo abrazo. Subí, bajé, volé, descendí, aterricé en menos de 20 segundos. Quise desearle suerte con el otro chico, pero no me salía. Le pedí que mantuviera contacto conmigo, que respondiera mis mensajes, que no me acuerdo qué. Supongo que busqué desesperadamente, casi de manera inconsciente, retrasar el momento lo más posible.

Podría echarle la culpa a mi sensibilidad, pero resultaría mejor hacerlo a mi insensatez. En realidad, no sé. Ayer cerré un ciclo, y volví a darme cuenta que soy frágil cuando estoy junto al chico sexy. Siendo más exactos, cuando estoy junto a mi recuerdos. Recuerdos que se transforman en pensamientos que nunca se realizarán, que solamente flotarán.

¿Y yo? Bueno, ahí.

3 comentarios:

  1. Y puede que en realidad solo fueran tus sueños. Sueños que necesitan de un protagonista nuevo, de otro chico... No es que seas débil, al menos no me lo parece, te veo sensible, muy sensible.

    Un abrazo.

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  2. Muy sensible diría yo......
    Desde niño siempre lo fuiste, lo digo yo que te conozco desde que eras un bebe... y mira ve donde te vengo a encontrar.
    Me da mucho gusto saber de ti….. aunque claro está, tu ni te imaginas quien escribe estas líneas

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  3. Peace-for-ever: ando muy sensible...

    Anónimo: Uhm, me pregunto quién serás.

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